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La destitución y la renuncia del Presidente

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 11 noviembre, 2015


Quienes piden la renuncia del Presidente deben actuar con sensatez y sentido de la realidad

Pizarrón

La destitución y la renuncia del Presidente

Al Presidente de la República el TSE lo puede investigar por parcialidad política en el ejercicio del cargo. Su culpabilidad, de ser comprobada, que es destitución obligatoria para otros funcionarios, se traslada al Poder Judicial para el trámite correspondiente.
Por su parte, la Asamblea Legislativa puede admitir o no las acusaciones que se ejerzan contra el Presidente, y declarar si hay causa o no contra él, pasándolo de nuevo a la Corte si la encontrara, para su ulterior procesamiento, en cuyo caso puede suspenderlo del cargo cuando haya de procederse contra él por delito común.
Cuando se está en el proceso electoral y se inscriben las candidaturas presidenciales, ningún candidato puede renunciar a la misma cuando ya está incluido en la nómina oficial. Tampoco puede abstenerse de figurar en la segunda elección.
La renuncia del Presidente la recibe el Poder Legislativo, y resuelve las dudas que ocurran en caso de incapacidad física y mental de quien ejerza la Presidencia, la declara si así fuere y llama a quien corresponda para sustituirlo.
Nadie está obligado a mantenerse en un puesto de trabajo. Cada persona tiene su propio derecho de renunciar al mismo, bajo su entera responsabilidad. El Presidente puede renunciar a su cargo si así lo llegare a considerar.
En el siglo XIX hubo gobernantes que lo hicieron.
No existe en las leyes la solicitud de renuncia del Presidente. Cualquier movimiento de petición en este sentido solo se puede invocar a consideración del propio Presidente, o como resultado de una verdadera crisis institucional, o revolucionaria nacional, que haga ineficaz su accionar e imposible la continuidad de su Gobierno. Pero el país no se encuentra en esta situación aunque algunos sectores quieran llevarlo a ese nivel.
La crisis política o revolucionaria se forzaría a hacer caer el gobierno, como sería provocando una huelga general que paralice todo el país, en todos sus sectores productivos y esenciales instituciones públicas.
La crisis se puede madurar o preparar, que es el deseo de algunos sectores y líderes en el país. Esta crisis solo puede ser provocada por un partido político, que en este momento no hay, aunque haya personas y organizaciones que tratan de sustituir a estos partidos.
Bien puede suceder en el país un movimiento en ascenso como el que llevó en Polonia al Sindicato Solidaridad, y a su líder Lech Walesa, a canalizar y conducir un movimiento de masas, sustituyendo los partidos, que tumbó al gobierno.
Los partidos y movimientos organizados de trabajadores que intenten este camino deben probar, “ensayar”, con su trabajo práctico que tienen suficiente conciencia, organización, vínculos con los sectores laborales, estatales y privados, urbanos y rurales, intelectuales, académicos, docentes y ojalá policiales, además de decisión y capacidad para aprovechar la crisis y transformarla en un cambio, “revolución”, triunfante.
En Costa Rica no estamos a la puerta de que las clases gobernantes tengan imposibilidad de mantener su dominio, ni hay una crisis en “las alturas del poder” que haga irrumpir el descontento social y la indignación de oprimidos y “protestantes” contra todo.
Tampoco hay síntomas de que los “de abajo” no quieran vivir en su situación, ni hay una intensificación unida de la protesta popular.
Quienes piden la renuncia del Presidente deben actuar con sensatez y sentido de la realidad.

Vladimir de la Cruz
 

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