La ciencia en un anaquel
| Martes 04 febrero, 2014
En estos días, viendo un debate de los candidatos a la presidencia, pude entender mejor por qué la ciencia está relegada
La ciencia en un anaquel
No voy a decir que una librería es un símil del país pero me atrevo a imaginar que se asemeja bastante. Al menos puede ofrecer una visión de qué es lo que despierta el interés del lector costarricense.
Este fin de semana estuve en una librería ubicada en el cantón de Escazú y, tristemente, no me sorprendió encontrar que los libros sobre ciencia ocuparan apenas un par de filas en el anaquel postrado en un rincón cercano a la puerta de salida. No me refiero a los aburridos libros de texto de matemáticas o física, más bien hablo de obras de divulgación o biografías de notables personajes en la historia de la ciencia que cualquiera puede leer sin saber mucho del tema.
El anaquel es una imagen que describe la pobreza de oferta —y peor aún, de demanda— de libros en materia científica. Para mayor vergüenza, debajo de ellos, estaban libros para niños y juegos de mesa, como si no hubieran hallado mejor lugar para colocarlos. Esta no es una librería cualquiera, pertenece a una cadena de prestigio.
Me llamó la atención que los libros sobre “Leyes” llenaban un anaquel completo, al igual que “Literatura Universal”, “Historia” e incluso “Aventura”. Por otro lado, “Negocios” y “Espiritualidad” abarcaban dos anaqueles cada uno, lo cual puede arrojar una tendencia sobre lo que busca el lector. Sin embargo, esta falta de interés por la ciencia no es exclusiva de las librerías. En los diarios del país, la situación no mejora mucho. La sección científica adquiere relevancia únicamente si una nave espacial alcanza la superficie de Marte mientras que la sección sobre tecnología se ha convertido en propaganda comercial de teléfonos celulares.
Según el Banco Mundial, Costa Rica invierte un 0,48% (2011) de su PIB en el apartado de Investigación y Desarrollo. Haciendo cuentas, algo así como $45 per cápita a lo largo del año. Esto está por debajo de la media en América Latina y el Caribe (0,69%) según el MICIT. Japón invierte el 3% y Finlandia, por encima de todos, alrededor del 4%. La situación no es alentadora.
Si llenáramos las librerías de libros sobre ciencia, ¿estaríamos mejor? Es complicado asegurarlo pero es cierto que existe una relación inequívoca entre el porcentaje del PIB que se utiliza para la ciencia y los indicadores de bienestar de un país.
Por ejemplo, parte de la recuperación de unos EE.UU. devastados por la guerra de Secesión fue un gran impulso por la agricultura y la mecánica. La superioridad de la aviación alemana en la Segunda Guerra Mundial provino de la Universidad de Göttingen mientras que Sputnik fue posible debido a una generalizada cultura científica en la Unión Soviética.
En estos días, viendo un debate de los candidatos a la presidencia, se puede entender mejor por qué la ciencia está relegada a dos anaqueles junto a la puerta de salida y, por lo tanto, la realidad de nuestro país.
Juan Cristóbal Torchia Núñez
Consultor en Energía