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La búsqueda de la imperfección

María Luisa Avila avilaaguero@gmail.com | Jueves 12 septiembre, 2013


No ser perfecto, no es un defecto, es un rasgo de la condición humana. La sociedad debe ser un crisol de las fortalezas, pero también de fragilidad y debilidad


Tricotomía

La búsqueda de la imperfección

Recientemente la prestigiosa revista British Medical Journal publica un artículo de opinión donde su autor, Des Spence comenta sobre las inconveniencias de la perfección y el ideal construido a su alrededor en la profesión médica. Y es algo que merece discusión ya que las expectativas poco realistas pueden ser causa de decepción, de frustración y de un ejercicio inadecuado de la profesión.

Sin embargo, el ideal de la perfección no es solo “un mal” de médicos, afecta a toda la sociedad por igual. Los perfeccionistas pueden esconder inseguridad, pero muchas veces su afán de perfección los lleva al absolutismo intelectual.
El absolutismo y el perfeccionismo crean conformidad represiva, haciendo a los individuos y las organizaciones insensibles a la crítica.
Diferentes investigadores han identificado cuatro inconvenientes de los perfeccionistas: adicción al trabajo, descenso de la productividad, trastornos alimenticios y depresión. En suma la perfección no es saludable, ni para el individuo, ni para la sociedad.

Por supuesto que esto no significa que no se deba buscar la excelencia en nuestra actuar diario, y la necesidad del constante estudio para mantenernos actualizados en nuestros diferentes oficios. Pero sin dejar de lado la necesidad de entender nuestra imperfección y la de los demás como una característica incluso saludable. Quizá seríamos más tolerantes con nosotros mismos y los demás.

La sociedad requiere de todos, de los imperfectos, los descontentos, los desobedientes e irreverentes, a veces exasperantes e irritantes. No ser perfecto, no es un defecto, es un rasgo de la condición humana. La sociedad debe ser un crisol de las fortalezas, pero también de fragilidad y debilidad. Seres humanos perfectamente imperfectos.

María Luisa Ávila
 

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