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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



CHINA-COSTA RICA 15 AÑOS DE SÓLIDAS RELACIONES BILATERALES


La victoria humana del modelo chino

Embajada China en Costa Rica cr.chineseembassy.org | Martes 24 enero, 2023


Velia Govaere
Velia Govaere, exviceministra de Economía. Cortesía/LA REPÚBLICA


Velia Govaere

Exviceministra de Economía


A mi retorno de China, me corresponde compartir reflexiones de la experiencia que significó la inmersión cultural, política y académica de mi estadía de 5 meses en Pekín. Fui designada por la Embajada de China en Costa Rica para participar en el emblemático programa de transmisión de conocimientos de China, para los formadores de opinión de la prensa internacional. Ese programa está bajo responsabilidad de la Asociación de Diplomacia Pública de China y es impartido por el China International Press Communication Center (CIPCC) que, en mi caso, contó con el respaldo académico de la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín. Imposible resumir en un artículo el inconmensurable acerbo de tradiciones, historia, cultura y, en particular, de políticas públicas exitosas, sobre todo en el campo del desarrollo industrial, la consolidación económica, la lucha contra la pobreza y la revitalización rural. Obviamente, China es un país que se destaca en el orden internacional por su formidable ascenso económico y geopolítico. Para mí, sin embargo, su mayor victoria fue derrotar el hambre, superar inequidades de ingresos y aminorar asimetrías territoriales de acceso a oportunidades de progreso humano. En fin, el gran triunfo chino es el bienestar de su gente.

Esto tiene para mí un enorme peso intelectual y ético. Es mi convicción que cualquier sistema económico y político está en función de las necesidades humanas y no tiene un valor totémico, es decir, fundado en entelequias intelectuales, donde las formas renuncian a sus contenidos, poniéndose por encima de sus impactos reales en la satisfacción de vida de la gente.

Desde hace casi treinta años, he contribuido a la formación de opinión pública, tanto en la academia como en la prensa nacional y mi tema medular ha siempre sido la dualidad que existe en muchos países, incluyendo Costa Rica, entre el desarrollo y la miseria, el progreso y el abandono. Las brechas en todos los ámbitos de las políticas públicas, en una democracia que se ha quedado en perfeccionar cada vez más sus formas y en abandonar sus contenidos. En un artículo publicado en el People’s Daily de China, me atreví a afirmar que “Entre pueblos y gobiernos media un contrato social que se funda en asegurar techo, alimentación, salud y medios de progreso personal a sus ciudadanos. Su discordancia se llama pobreza, palabra que denuncia un contrato social roto”

De esa que ha sido la temática de toda mi vida se derivó la visión prioritaria que busqué en China. Busqué entender la forma estructural de incorporar la equidad en sus políticas de desarrollo económico. Así fue como comprendí que es compatible crear riqueza y distribuirla como una forma sistémica también de generarla. China resuelve esa dialéctica cuando comprende que cada desarrollo genera desigualdades y cada desigualdad genera una trampa social al mismo desarrollo. Para un desarrollo sostenible es vital la intervención de la política como una síntesis integradora del avance económico canalizado al bienestar equitativo de la población. Por eso Nangou se quedó en mi corazón. Semanas después de mi visita a esa aldea, antes abandonada en las montañas de Shaanxi, pude ver al presidente Xi Jinping caminar entre los mismos manzanos que conocí. Es todo un himno al éxito humano del modelo chino, con un acertado liderazgo político y una aproximación equitativa al desarrollo económico. Hace escasos diez años, Nangou representaba una herida social en el desarrollo económico de la exitosa provincia de Shaanxi. Era apenas una aldea de 1000 habitantes, distribuidos en 345 hogares. Comparados con los de Costa Rica, sus niveles de pobreza no eran tan graves: 13% de pobres, 10% en pobreza extrema. Pero ese tamaño y esa pobreza no eran tolerables, porque esa miseria rebasaba la media de toda China. En ese sentido, representa un fuerte contraste con los avances del resto de la provincia de Shaanxi. Pero, para una aldea tan pequeña, el esfuerzo económico, administrativo y político que se debía hacer no podía ser medido en términos de rentabilidad sino de ética. La superación de la pobreza de esa aldea estaba, por supuesto, más allá de las propias capacidades locales.

Y esa es la gran lección. Nadie es tan pequeño como para no ser tomado en cuenta y ninguna aldea ni comunidad, demasiado aislada como para ser abandonada a su suerte. Su tamaño y su lejanía no impidieron la convergencia de esfuerzos del gobierno central y provincial, de la academia y de la empresa privada. Nangou es una forma de ver cómo funciona China. Fue todo un proceso, una historia de esfuerzos. Se requirió infraestructura vial de vinculación con el resto de China, infraestructura digital para su conexión comercial. Se demandaban entrenamientos productivos y educativos locales y eran necesarias alianzas virtuosas entre el liderazgo político local y el apoyo del gobierno central.

Pero no se trataba simplemente de transferencias asistenciales de alivio a la pobreza, sino de lograr un auténtico desarrollo económico, social y productivo sostenible. De ahí el requerimiento de la academia y la empresa privada para encontrar soluciones diseñadas a la medida de las preferencias y las aptitudes de una comunidad tradicionalmente, agrícola que requería una visión académica, económica y técnicamente factible, para pasar de una agricultura de subsistencia a una producción comercialmente sostenible, emprendimientos de turismo rural, y todo conectado digitalmente al mundo.

Especialistas académicos y de empresas recibieron incentivos económicos y fiscales para construir, junto a la aldea, condiciones técnicas y comerciales sostenibles, a partir de una convivencia de largo plazo con la comunidad. Todo ese proceso fue generando la construcción colectiva de un sentido común de futuro. Ahora Nangou es una exitosa empresa local en la que participa toda la comunidad.

Mucho vi y mucho estudié. De tanto que admiré, me quedé para compartir mi experiencia personal con la aldea de Nangou. Decía un poeta que “un trozo azul tiene mayor intensidad que todo el cielo”.

El trozo azul de la aldea de Nangou hizo brillar en mi corazón el cielo de toda China. En su inmensa huerta orgánica de manzanos, quedó escrito mi nombre y Costa Rica. Adopté uno de sus árboles y antes de venirme recibí su cosecha. Poco sabía yo que esas manzanas tienen la reputación de ser de las mejores del mundo. Hoy pago esa envidiable delicia compartiendo esta experiencia.

Pero China tiene también una dimensión geopolítica para el mundo, en un momento en el que está cambiando el sentido de la historia humana. Eso queda para otras letras.

Velia Govaere
Experiencia profesional
• Abogada con un posgrado en comercio exterior de la Universidad de Michigan.
• Fundadora en Costa Rica de la Oficina de Comercio Desleal y Salvaguardia.
Cargos anteriores
• Trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo para el fortalecimiento institucional y adecuación jurídica de Nicaragua ante el DR-CAFTA y allí dirigió la Dirección General de Comercio Exterior del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio.
• Docente en varias universidades de Costa Rica es profesora y coordinadora de la Maestría de Derecho Económico de la UNED, desde el año 2000.
• Escritora de artículos de opinión sobre diversos temas. Fue Viceministra de Economía, Industria y Comercio.


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