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COLUMNISTAS


La Trocha 1856

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 01 febrero, 2019


Estaba el país bajo agresión armada. Los enemigos del país de dentro y de fuera y los adversarios políticos del gobierno de turno dentro y fuera de Costa Rica cerraron filas contra el país y su gobierno.

Muchos de nosotros con grave estupefacción habíamos presenciado las decisiones improvisadas de enviar unos pocos policías con uniforme de ciudad, algunas armas, sin vías de escape si eran atacados, a Isla Caleros. Sin cobertura aérea, sin armas antiaéreas, sin caminos para retroceder o recibir reaprovisionamiento los habían mandado a una trampa mortal. Afortunadamente fueron retirados a tiempo. Los cohetes antiaéreos comprados a Suecia en la administración Monge para defender las represas hidroeléctricas y puntos clave habían sido destruidos posteriormente para dejar al país en plena indefensión. Estalladas las hostilidades por Isla Calero los pobres policías enviados en el viejo avión Caribú no recibirían provisiones, ni refuerzos, ni sería posible sacar a los heridos de aquel recóndito lugar.

Al país no se le convocó a la defensa nacional. En la última invasión en 1955 el Congreso había votado la compra de armas, habían llegado aviones de caza para defendernos de la fuerza aérea del invasor. Los muchachos por miles habían concurrido voluntarios a defender a nuestra patria. En esta ocasión no sonaron las campanas, ni las sirenas de “Monumental”, ni las del “Diario de Costa Rica”, pero todos estábamos claros de la agresión que sufríamos.

En 1949 tropas de invasión habían llegado hasta “Villa Quesada”. Tanquetas habían rodado por la planicie del Guanacaste hasta que en Santa Rosa nuestros muchachos las detuvieron con sus baterías de morteros. Valor, decisión, patriotismo había sido la combinación en el 1949 así como en 1955. En 1982 cuando comenzaron los amagos de agresión se llamó a los reservistas y cientos de muchachos acudieron al viejo cuartel de artillería junto a la antigua Peni a recibir un refrescamiento en armas, órdenes, patrullaje, comunicaciones y sobre todo a recibir motivación para lo que podría venirse.

En esta oportunidad los amigos costarricenses del invasor atacaban al gobierno por periódico. Los amigos del invasor en el Caribe y América del Sur aupaban sus actos.

El gobierno se vio ante un grave problema, sin vías de comunicación, sin helicópteros artillados, sin los cohetes defensivos destruidos, sin los cuadros de la antigua Policía Militar que era el corazón de la defensa nacional de otro momento, cundía el desánimo. No había vías de comunicación para cientos de comunidades ribereñas. Las cañoneras fluviales del país vecino impedían que nuestras autoridades se desplazaran. Las cañoneras en el río San Juan, del invasor, habían acorralado a la población civil y la fuerza de invasión estaba asentada en Calero. ¿Cuál sería su siguiente acción? ¿Sus comandos irían a ocupar Tortuguero? ¿Tal vez Delta Costa Rica? ¿Se volcarían sobre Guanacaste?

La señora Presidente de Costa Rica, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales ante la agresión declaró la paz, recurrió con energía ante la débil e inútil OEA y decidió construir una trocha ribereña para poder evacuar a la población civil de aquellas poblaciones aisladas, para enviar boca, tropa y cañón al teatro de operaciones fronterizo de ser necesario. El gobierno tomó una gran decisión y se embarcó en la construcción de una trocha, una rústica vereda, un trillo glorificado para que en ausencia del Río San Juan el país fuera independiente de la fuerza y fuera libre en su autodeterminación y ejercicio de su soberanía.

No era una carretera, no era diseñada con gran detalle, no pretendía sacarse a licitación para que los amigos del invasor atrasaran hasta las calendas griegas su trazado y construcción. Era una trocha.

Alexander von Bulow militar y noble alemán en 1855 había hecho lo mismo, había trazado y desmontado con los campesinos de las comunidades desde Meseta Central hasta la provincia de Moracia una trocha por donde pasaron los trenes logísticos de carretas de bueyes con víveres, pertrechos, el armamento francés, la artillería de campo y nuestros muchachos para defender al país.

El decreto de emergencia nacional permitió la utilización libre de recursos disponibles. Con las comunidades se “echaron los tractores” por los campos. Los ríos requerían de alcantarillas y no las había, tampoco plata para puentes Bailey y se usaron las cajas de los furgones y troncos de los árboles talados para que la infantería pudiera caminar encima de ellos y la población civil si fuera del caso huyera por la misma buscando la seguridad del interior del país. Momentos dramáticos que pocos comprendieron.

La rapidez excedió el orden y cosas fueron quedando atrás y algunos cobraron aparentemente más de lo debido y el alquiler de equipo excedió los estándares. La señora presidenta denunció estos hechos a la fiscalía y pidió la renuncia a los responsables políticos de lo sucedido.

¡El escándalo fue mayúsculo! Los enemigos políticos del gobierno dentro y fuera acusaron al país de causar graves daños al ambiente, acusaron señalando a la presidente Chinchilla y a sus vicepresidentes de complicidad y de otros actos delictivos.

La fiscalía acaba de abandonar los procesos contra ellos. Declara la Fiscalía: “No hay prueba de que la firma se hizo para que funcionarios corruptos distrajeran fondos públicos en colusión con empresarios, sino el motivo fue realizar acciones para facilitar los procesos de contratación de las empresas para la construcción de rutas de acceso a la zona del conflicto, dada la violación de la soberanía costarricense por parte del gobierno de Nicaragua. Su actuar fue apegado a derecho participando de forma rápida, estableciendo mecanismos de control para poder mantener la soberanía del país, y no existe prueba de que la ex presidenta de la República tomara dicho acuerdo para afectar la economía del país, para sustraer o distraer fondos del estado y tener ella algún beneficio económico (…) el país se encontraba en estado de emergencia debido a que el gobierno de Nicaragua estaba invadiendo al territorio nacional, agrediendo de esta forma la soberanía costarricense, por lo que se debía actuar de forma rápida para que no se agudizara la situación, lo que denota que se cumplió con lo establecido en la Constitución Política y en las leyes del país” Expediente: 17- 0000051218-PE.

Ha sido dicha la última palabra de acuerdo con nuestro sistema legal. Pero hay personas que creen ser mejores fiscales que la Fiscalía General. Hay costarricenses que creen ser mejores investigadores que el OIJ. Hay costarricenses que creen ser mejores jueces que aquellos del Poder Judicial. Hay costarricenses que siguen condenando a la expresidenta. No se vale. Simplemente no se vale.

 Mi felicitación a las autoridades del Ministerio Público y a los personeros de la Fiscalía General. Mi reconocimiento a doña Laura por su valor y por su integridad. Doña Laura defendió al país en uno de sus momentos difíciles.

Viva Costa Rica, la patria siempre es primero.

Emilio R. Bruce

Profesor




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