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Miércoles, 8 de mayo de 2024



FORO DE LECTORES


La Trampa del Perfeccionismo

Kayo Ávila kayodavidavilaj@gmail.com | Lunes 12 febrero, 2024


Kayo Avila


Kayo Ávila

Psicólogo

Especializado en Ansiedad y Depresión

¿Alguna vez han sentido esa presión constante de ser perfectos en todo lo que hacen? ¿Han experimentado esa sensación de que nunca es suficiente, sin importar cuánto se esfuercen? El perfeccionismo, esa búsqueda implacable de la excelencia en todo lo que emprendemos, puede ser un compañero leal pero también un intruso silencioso en nuestras vidas. Desde la juventud hasta la jubilación, este rasgo puede tejerse en los hilos de nuestra existencia, impactando nuestro bienestar emocional de maneras que quizás no hemos considerado.

Imaginemos por un momento un hilo invisible que conecta el perfeccionismo con la ansiedad. Este vínculo se manifiesta de diversas maneras y afecta a personas de todas las edades. En la adolescencia, puede presentarse como la búsqueda incansable de cumplir con estándares inalcanzables, llevando a la inquietud constante y a la sensación de nunca ser lo suficientemente bueno. Recordemos nuestros años de juventud, aquellos tiempos donde cada calificación, cada comentario o mirada, se convertían en un juicio implacable sobre nuestro valor. ¿Recuerdan cómo se sentía intentar cumplir con las expectativas, siempre inalcanzables, que parecían dictar nuestras vidas?

Y qué decir de la adultez: el trabajo, las relaciones, las responsabilidades. El perfeccionismo puede traducirse en un impulso continuo por el éxito, llevando a una carga de estrés excesiva debido a la necesidad constante de perfección en el ámbito laboral y personal. La exigencia autoimpuesta de hacer todo perfectamente puede ser agotadora y, paradójicamente, llevar a la ansiedad ante el temor de cometer errores. El perfeccionismo puede transformar el día a día en una carrera interminable, donde cada error se siente como una gran derrota.

Incluso en la jubilación, el perfeccionismo puede persistir, manifestándose como la preocupación por el tiempo desperdiciado o la búsqueda de cumplir con expectativas poco realistas en esta nueva fase de la vida. El miedo a no estar a la altura de las expectativas, ya sean propias o sociales, puede generar ansiedad y malestar emocional.

Imaginen esto: el perfeccionismo es como tener un exigente crítico interno que nunca se calla, que siempre está apuntando cada error, cada imperfección. Es como estar bajo un microscopio, donde cada pequeña falla se magnifica y se convierte en una montaña insuperable.

¿Cómo escapar de esta trampa? Es necesario reconocer que la perfección es una ilusión. Aceptar que está bien cometer errores, que la vida no es un examen con una respuesta correcta única. Aprender a valorar el esfuerzo y el progreso, en lugar de obsesionarse con alcanzar una meta inalcanzable.

El camino hacia la libertad del perfeccionismo comienza con pequeños pasos: practicar la autocompasión, permitirse ser humano y encontrar valor en la imperfección. Es un viaje hacia una vida más plena, menos estresante y más auténtica.

Vamos juntos a desarmar esta trampa del perfeccionismo, a liberarnos de esa presión autoimpuesta y a aprender a vivir con más liviandad y aceptación.







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