La serena Venus
| Viernes 11 julio, 2008
La serena Venus
German Retana
german.retana@incae.edu
Las hermanas Serena y Venus Williams se enfrentaron en la final femenina del torneo de tenis de 2008 en Wimbledon. Dos grandes campeonas evidenciaron también formas diferentes de vivir la pasión por ganar y de procesar la frustración ante un movimiento incorrecto o error.
En ocasiones Serena lo hacía algo sofocada. Sus gestos de desaprobación hacia sus fallas eran evidentes. Parecía recriminarse a sí misma. Aunque es valioso rescatar que así demostraba cuánto ansiaba jugar al máximo de su potencial y triunfar, el problema es que posiblemente esos valiosos segundos se invertían más en pensar en la falta anterior que en la siguiente jugada. Su rostro denotaba enojo. Por supuesto, no podemos saber con exactitud qué estaba pensando Serena en esos instantes, pero no parecía estar haciéndole honor a su nombre.
Venus, por su parte, reaccionaba a la adversidad mirando fijamente su raqueta, en completo silencio, sin gesticulación alguna, y parecía pronunciar algunas palabras para ella misma. Su nivel de concentración mental le ayudaba a inspirarse en ganar y a no evidenciar desmesura por sus errores. Su focalización en la victoria era tan fuerte que ni siquiera observaba las reacciones de su hermana. La inteligencia emocional de Venus fue un peldaño hacia el máximo trofeo que la coronó como gran campeona en Wimbledon.
Tanto en la vida cotidiana como en el deporte, son muchas las situaciones que pueden socavar y afectar la estabilidad mental. Como afirma Anthony Strano: “Si no tenemos el control sobre nosotros, serán otros los que nos controlen. Como esto no nos gusta, reaccionamos, nos quejamos y el mal genio nos puede hacer explotar. Para recuperar la paz mental necesitamos emprender un viaje interior; así recobramos el equilibrio y dejamos de desperdiciar energía, aprendemos a pensar antes de hablar y a observar antes de actuar”.
Ese viaje silencioso e inmediato, impide las reacciones desmesuradas que tanto daño pueden causar en las relaciones y en el despliegue del talento personal. Es difícil desequilibrar a alguien que tiene su mente en paz porque logra armonía entre capacidad y oportunidad, entre determinación y paciencia, y entre valentía y tolerancia. Ese viaje permite acumular y destinar toda la fuerza hacia lo esencial, sin desgastes en lo trivial.
El fortalecimiento de la capacidad para visualizar el ideal de una situación, focalizar todo el talento en esa meta y definir con qué mentalidad se enfrentarán los desafíos, éxitos y fracasos, nace en la férrea disciplina de ingresar a la cancha de juego o a la vida misma, como lo hizo ante Serena la serena Venus: auto-observándose, manteniendo el control de las emociones y con la confianza absoluta en su talento para ganar.
German Retana
german.retana@incae.edu
Las hermanas Serena y Venus Williams se enfrentaron en la final femenina del torneo de tenis de 2008 en Wimbledon. Dos grandes campeonas evidenciaron también formas diferentes de vivir la pasión por ganar y de procesar la frustración ante un movimiento incorrecto o error.
En ocasiones Serena lo hacía algo sofocada. Sus gestos de desaprobación hacia sus fallas eran evidentes. Parecía recriminarse a sí misma. Aunque es valioso rescatar que así demostraba cuánto ansiaba jugar al máximo de su potencial y triunfar, el problema es que posiblemente esos valiosos segundos se invertían más en pensar en la falta anterior que en la siguiente jugada. Su rostro denotaba enojo. Por supuesto, no podemos saber con exactitud qué estaba pensando Serena en esos instantes, pero no parecía estar haciéndole honor a su nombre.
Venus, por su parte, reaccionaba a la adversidad mirando fijamente su raqueta, en completo silencio, sin gesticulación alguna, y parecía pronunciar algunas palabras para ella misma. Su nivel de concentración mental le ayudaba a inspirarse en ganar y a no evidenciar desmesura por sus errores. Su focalización en la victoria era tan fuerte que ni siquiera observaba las reacciones de su hermana. La inteligencia emocional de Venus fue un peldaño hacia el máximo trofeo que la coronó como gran campeona en Wimbledon.
Tanto en la vida cotidiana como en el deporte, son muchas las situaciones que pueden socavar y afectar la estabilidad mental. Como afirma Anthony Strano: “Si no tenemos el control sobre nosotros, serán otros los que nos controlen. Como esto no nos gusta, reaccionamos, nos quejamos y el mal genio nos puede hacer explotar. Para recuperar la paz mental necesitamos emprender un viaje interior; así recobramos el equilibrio y dejamos de desperdiciar energía, aprendemos a pensar antes de hablar y a observar antes de actuar”.
Ese viaje silencioso e inmediato, impide las reacciones desmesuradas que tanto daño pueden causar en las relaciones y en el despliegue del talento personal. Es difícil desequilibrar a alguien que tiene su mente en paz porque logra armonía entre capacidad y oportunidad, entre determinación y paciencia, y entre valentía y tolerancia. Ese viaje permite acumular y destinar toda la fuerza hacia lo esencial, sin desgastes en lo trivial.
El fortalecimiento de la capacidad para visualizar el ideal de una situación, focalizar todo el talento en esa meta y definir con qué mentalidad se enfrentarán los desafíos, éxitos y fracasos, nace en la férrea disciplina de ingresar a la cancha de juego o a la vida misma, como lo hizo ante Serena la serena Venus: auto-observándose, manteniendo el control de las emociones y con la confianza absoluta en su talento para ganar.