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La Selección Nacional se limitó a ver jugar a Corea del Sur

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 10 septiembre, 2018


Ticos cayeron 2-0 pero pudieron ser más. Mañana la Tricolor enfrentará a Japón a las 4.20 a.m. (hora CR).
Ticos cayeron 2-0 pero pudieron ser más. Mañana la Tricolor enfrentará a Japón a las 4.20 a.m. (hora CR). Cortesía/La República


Observaba el partido y hacía la comparación.

¿Quién ganaría la competencia si salen del mismo punto hacia una misma meta, un tren rápido asiático y la mole de cemento criolla que atraviesa nuestra Meseta Central?

Desde el primero hasta el último minuto, los discípulos de Ronald González se limitaron a perseguir a los coreanos por todo el rectángulo, debido al vértigo y explosividad de los anfitriones, que no soltaron la pelota en todo el partido y atacaron a los nuestros por todos los flancos.

Infinitamente superiores los seleccionados que hoy dirige Paulo Bento, y eso que no son potencias mundiales, aunque se dieron el lujo de hincar a Alemania en Rusia 18.

Este nuevo partido de fogueo de la Selección Nacional, solo demostró lo lejos que estamos del fútbol del primer mundo.

No nos aplastaron porque Esteban Alvarado demostró que está a la altura y fue la mejor figura nacional. Además, la línea de cuatro con Gamboa, Duarte, Calvo y Oviedo tampoco se desplomó y el fútbol nacional a nivel de selecciones no es tan flojo en esa zona.

El cáncer que parece no tener cura para nuestro fútbol se gesta del medio campo hacia adelante y ante Corea del Sur, perdieron la bonita oportunidad de cambiarle el rostro al anterior grupo de Óscar Ramírez, tanto Jimmy Marín como Elías Aguilar, este de nuevo, opaco cuando se uniforma con la Tricolor.

Mientras se observa a una Corea del Sur rápida, envolvente, con desplazamientos vertiginosos y donde su defensa central Jang (20), de pronto aparece como centro delantero, los carrileros Lee (2) y Hong (14) son dos extremos ofensivos con presencia interminable en el área contraria, una cintura que lidera un fuera de serie como Song (7) y los artilleros Nam (8) y Ji (90), peligrosísimos, Costa Rica se estaciona en un fútbol sin transiciones, opaco, que no genera opciones de ataque, donde Marco Ureña jugó aislado en Rusia, pero igual quedaron descolgados del resto del equipo en Corea, George y Colindres.

Ronald González desterró el 5-4-1 de Óscar Ramírez y lo cambió a un 4-4-2, pero nada se gana si los cuatro hombres de la cintura, ante Corea del Sur, Guzmán, Cruz, Marín y Aguilar, no dejan de jugar para atrás y de forma horizontal.

Este es el mayor problema que junta el fútbol costarricense: no hay transición entre los volantes y los delanteros, el balón no les llega con ventaja a los artilleros. Peor aún, nunca les llega, de ahí las lamentables estadísticas de nuestra Tricolor en el departamento de tiros directos a marco. Nulos, inofensivos, patéticos.

Contra Corea del Sur el primer remate a puerta directo lo hizo Jimmy Marín en el minuto 75, y desde luego que así no se pueden ganar los partidos.

En defensa de nuestros seleccionados, o más que defensa, quizá como punto de reflexión sobre esta nueva derrota, entender que jugadores del campeonato local como Azofeifa, Marín, Cruz, Colindres, Moya, e incluso los de la MLS como Calvo, Guzmán, Wallace y otros que juegan afuera pero en ligas poco competitivas, jamás, por no decir que nunca, enfrentan a rivales con el vértigo y la explosividad de estos coreanos y desde luego que a niveles internacionales se pagan las consecuencias.







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