La planificación estratégica en tiempos de guerra
Carlos Camacho ccamacho@grupocamacho.com | Martes 18 junio, 2024
En todo acto de empresa o emprendimiento conviene planificar como parte de la gestión del negocio para procura de su éxito.
¡Se dice fácil! Pero en muchas ocasiones las organizaciones se ensimisman sin considerar que forman parte de un sistema económico interdependiente.
La capacidad de captar información relevante del entorno, medir el impacto de las situaciones e identificar las tendencias de mercado son actividades que con facilidad se dejan de lado.
El entorno por analizar es tan cercano o amplio como queramos tener afinada nuestra capacidad de acierto para la toma de decisiones. Puede remitirse a un análisis del ambiente nacional de los negocios, pero siempre debe recordar que está inmerso en una interrelación activa con el resto del entorno global.
Con nuestras economías globalizadas es poco viable plantear una ruta de éxito ignorando las condiciones más significativas de la realidad global.
Por eso vale la pena revisar lo más significativo que está sucediendo en el entorno global y cómo impacta en nuestros propios negocios, dependiendo de las actividades empresariales a las que nos dediquemos.
El mundo está sumido en una profunda economía de guerra. Debemos dejar de mirarlos como dos campos aislados de nuestro entorno. Son situaciones con directa interrelación entre sí y generan una incidencia en las decisiones que como agentes económicos debemos tomar en consideración.
La de más larga data es la guerra entre Rusia y Ucrania. El conflicto ha afectado los precios de los alimentos, metales y minerales estratégicos en los últimos años. Ucrania es una bodega global, cosa de la que nos percatamos muchos hasta que sufrimos la escasez a raíz de la guerra. ¡Así ocurre en muchos asuntos de la vida cotidiana! Descubrimos lo trascendente cuando ya no tenemos acceso a él.
Por otra parte, desde la invasión del pasado mes de octubre a Israel por parte del grupo terrorista Hamás, se está viviendo una guerra con dimensiones de alta escalada. Tanto en el suelo israelí como en la franja de Gaza se cuentan las víctimas y la sangre derramada.
El conflicto ha provocado nuevas escalas de tensión en el medio oriente, con la participación de Irán y la recién acometida terrorista de Hezbolá.
Ambos conflictos armados comparten denominadores comunes, más allá de la simultaneidad de acción en sus campos de batalla. Es de alta relevancia la participación de los Estados Unidos de América y la Unión Europea a favor de Ucrania e Israel. Su respaldo hace que, por el otro lado los rusos y sus aliados directos e indirectos – en concreto, gobiernos totalitarios de corte teocrático musulmán – respalden el flanco contrario de cada conflicto.
El involucramiento activo hace de ambos conflictos un ambiente de guerra y tensión mucho más amplio, a pesar de tratarse de campos de batalla separados y en teoría, autónomos.
Condimenta a la economía de guerra, la frontal guerra económica de Estados Unidos de América con China. La disputa plantea la deslocalización de capitales occidentales que hasta la fecha han producido en China; generando la situación conflictiva una transformación global profunda respecto a recursos económicos, humanos, materiales y tecnológicos.
En una economía de guerra los Estados ven presionadas sus finanzas internas, tanto quienes participan en el campo de batalla como quienes respaldan financieramente, pues tienen un flujo abierto de recursos para financiar a Ucrania e Israel.
Por ello aumentan significativamente las presiones fiscales en Estados Unidos y la Unión Europea, quienes miran de reojo a sus contribuyentes, con la pretensión algunos o la acción los otros de aumentar las cargas impositivas, sea por un ajuste tarifario o por un mayor proceso de fiscalización sobre los impuestos actuales.
En una guerra mundial este/oeste como la que vivimos actualmente tenemos que considerar las amenazas y oportunidades para nuestros países; quienes, sin querer serlo y como mera consecuencia, con el financiamiento de la guerra mediante la desaceleración de la actividad económicas norte / sur.
Esta desaceleración como consecuencia de las condiciones que en el norte tiene la guerra en cuanto a incertidumbre para los inversionistas, quienes se mantienen expectantes de cuánto va a costar la guerra y quién o cómo la van a pagar.
Una incertidumbre que resulta en acciones restrictivas a lo prescindible o postergable y por consecuente, a una reducción del flujo de inversión norte / sur, pasando de un chorro constante a un incómodo goteo que desacelera a los países receptores de inversión extranjera directa e indirecta.
Aun así, las puertas de oportunidades para América Latina están abierta. Empezando por México, actual principal socio comercial de Estados Unidos, pero se amplían al resto del continente. La política de “nearshoring” de los Estados Unidos de América, con la intención de trasladar la producción y abastecimiento de bienes y servicios desde China a jurisdicciones cercanas en las que, al menos a valor facial, Estados Unidos mantiene una hegemonía beligerante de orden político. ¡Al menos por mucho mayor a la inexistente en el territorio Chino!
Acompañados de la estructura jurídica de tratados de libre comercio con Estados Unidos, México y Canadá, nuestra Latinoamérica está ante una interesantísima oportunidad.
Conviene en ese análisis y planeación estratégica incluir estos insumos, pues es la realidad en la que estamos inmersos.
La oportunidad es para aquellos que la deseen aprovechar y realicen los movimientos necesarios para ser receptores de inversión, aportando recursos críticos como el conocimiento para las labores de apoyo administrativo con los grandes jugadores que vienen a América Latina en búsqueda de mano de obra calificada, de precios competitivos y de capacidad para reaccionar con rapidez ante el reto.
El panorama es complejo cuando estamos inmersos en condiciones de guerra global, pero los anales de la humanidad demuestran con evidencia que de los ambientes convulsos salen grandes ganadores. Está en cada uno, si tiene la adecuada visión y graduación óptima de sus lentes, leer las oportunidades y alejarse así de los grandes perdedores.
En este entorno los prestadores de servicios estratégicos podemos aportarle una amplitud de su visión propia, así como la consecución de los adecuados contactos para aprovechar la oportunidad de crecer, en lugar de caer víctima de la guerra global en la que estamos inmersos.
No es de recibo carecer de una visión integral y pretender salir con éxito de uno de los momentos más complejos en la historia reciente; después de la segunda guerra mundial.
A través de nuestra red global de aliados de negocios, estamos en la mejor capacidad y disposición de aportar a su empresa el dimensionamiento acorde a su realidad propia, acompañarle para salir bien librado de estas amenazas y aprovechar las oportunidades que se abren en el movimiento acelerado del “nearshoring”.
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