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COLUMNISTAS


La lucha contra la jornada 4-3 es en favor de la familia, del trabajador y de los niños

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 12 febrero, 2020


Pizarrón


Históricamente trabajadores y patronos ha mantenido una lucha, abierta o solapada, tranquila o violenta, que ha girado en dos extremos fundamentales, rebajar la jornada de trabajo y aumentar los salarios. A ello se sumaron con el tiempo otros extremos relacionados con las condiciones de trabajo, seguridad e higiene ocupacional.

La lucha por la rebaja de la jornada, de la que se tiene memoria, en la época contemporánea, seda luego de la Revolución Francesa, asociada en parte al nuevo proceso económico de la Revolución Industrial que iniciaba con fuerza en los albores del siglo XIX y que se mantuvo durante todo ese siglo hasta culminar en los sucesos de Chicago, de 1886.

Eran tiempos de hombres libres, donde la esclavitud había sido abolida, donde se necesitaba mano de obra libre y asalariada y el proceso industrial generaba bienes que debían ser consumidos, por esos hombres libres y asalariados.

Las jornadas de trabajo casi no tenían límite. Las había hasta de 20 horas diarias. En las panaderías de Costa Rica hacia 1920 se tenían jornadas de ese tipo. Estaban sometidos a estas extenuantes jornadas hombres, mujeres y niños. A los niños en el proceso industrial los usaban para limpiar chimeneas, con lo cual se enfermaban gravemente, reducían su nivel de vida y existencia. En el trabajo doméstico de Costa Rica era usual la jornada de trabajo efectiva de 14 horas diarias, y en ocasiones extendida hasta 16 horas diarias.

Las luchas por la reducción de la jornada con fuerza y organizadamente se empezaron a desarrollar en el siglo XIX en Europa y en Estados Unidos, de manera sobresaliente. En ello contribuyeron los movimientos organizativos de trabajadores alrededor de las sociedades mutualistas, de las sociedades de socorros mutuos y de mutuo auxilio, como las primeras organizaciones de tipo sindical que empezaron a surgir en esos años. Se sumaron en este sentido las organizaciones de tipo político que empezaban también a surgir, de orientación cooperativista, socialista, anarquista y comunista, y mas tarde, con la influencia de la Encíclica Rerum Novarum, organizaciones cristianas católicas, que trataban también de frenar la influencia comunista, socialista y anarquista en las masas trabajadoras. Las corrientes socialistas eran de diverso contenido.

En Europa como en Estados Unidos se logró bajar la jornada, resultado de luchas obreras, a 12 y 10 horas lo que empezó a plantear la lucha por obtener la jornada de 8 horas de trabajo, bajo la idea de 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de recreación. En este sentido se afirmó la lucha cuando trabajadores federales de los Estados Unidos lograron esta jornada.

Hacia 1870 surgieron en Estados Unidos organizaciones laborales que se propusieron esta lucha, entre ellas la Orden de los Caballeros del Trabajo, y hacia 1880 la Federación Americana del Trabajo, que en esa década unieron esfuerzos para que el 1 de mayo de 1886, cuando se discutían los contratos de trabajo en todos los Estados Unidos, lo que se hacía cada primero de mayo, la consigna principal fuera la obtención de 8 horas de trabajo como jornada máxima. Para esta lucha se prepararon con tiempo y presionaron con huelgas desde finales de 1885.

La huelga de 1886 se dio. Se logró el establecimiento de la jornada en casi el 80% todos los centros de trabajo de Estados Unidos. Sucesos violentos en los primeros días de mayo de 1886 condujeron al apresamiento de los líderes de la huelga, su juicio amañado y su aniquilación física. Pocos después la Corte de Justica de Estados Unidos reconoció el crimen que se había cometido y lo injusto del proceso con testigos y pruebas falsas.

La lucha se reanudó en Estados Unidos para el primero de mayo de 1890, donde la meta era alcanzar la jornada de 8 horas en todos los Estados Unidos. A ello se sumaron los sindicatos de Europa. En 1889 los congresos obreros realizados en Francia declararon sumarse a esta lucha, en 1890, y declarar al mismo tiempo, el primero de mayo como una fecha a perpetuidad, donde cada año los trabajadores salieran a las calles a hacer un balance de sus luchas, de la lucha por la obtención de la jornada de 8 horas, y de planteamiento de luchas para el año venidero. Ese es el sentido histórico del Primero de Mayo.

El movimiento sindical fue ampliando sus demandas más allá de la jornada de 8 horas, y la defensa del salario.

En Costa Rica los sucesos relacionados con la lucha de la jornada de 8 horas, en Estados Unidos y Europa, se siguieron día a día, con algunos días de atraso por la dificultad de la llegada de las noticias, pero de manera continua. Esto lo he reseñado en el Libro “Los Mártires de Chicago y el Primero de Mayo de 1913”.

Desde 1886, y fuertemente desde 1890, en todas partes del mundo se fueron dando e intensificando luchas por reducir la jornada de trabajo a 8 horas. En Costa Rica a principios del siglo XX se empezó a exaltar esta lucha y con caudillos culturales como Joaquín García Monge, José María Zeledón Brenes, Omar Dengo, Carmen Lyra, y otros se impulso la creación de la Cofederación General de Trabajadores, en enero de 1913, que convocó, desde entonces, a la celebración del Primero de Mayo en Costa Rica, como un día asociado a recordar la rendición de William Walker y las luchas de los trabajadores por la jornada de 8 horas.

En febrero de 1920 luchas obreras en Costa Rica condujeron al establecimiento parcial de la jornada de ocho horas, lo que provocó que durante el resto del año se generalizaran huelgas, paros laborales y presiones de los trabajadores para que se diera la jornada de 8 horas. En diciembre de 1920 el Gobierno de la República estableció la Jornada de 8 horas de trabajo en Costa Rica. Igualmente reconoció, en el mismo decreto, el derecho de los trabajadores a la organización sindical y a la huelga y dio un aumento de salarios, cuando no había legislación que regulara ni la organización sindical ni el derecho de huelga. En 1919 se acaba de fundar la Organización Internacional del Trabajo.

Desde 1920 en adelante, en distintos momentos, la jornada de trabajo ha estado en la agenda de la lucha de los trabajadores. Con la legislación social y laboral, de 1943, con el Capítulo de las Garantías Sociales, que se incorporó a la Constitución Política de 1871, y que después de mantuvo en la Constitución Política actual de 1949, y con la aprobación del Código de Trabajo, de 1943, se estableció de manera definitiva la jornada de trabajo de 8 horas diarias para un total de 48 horas semanales, en jornadas de 8 horas diarias seis días a la semana, con un día libre a la semana, con sus respectivas modalidades de jornadas mixtas y jornadas nocturnas.

Sobre la jornada diaria de 8 horas se estableció el pago extra, a razón de un 50% más por hora adicional trabajada hasta 12 horas diarias. Con el salario se define igualmente el aguinaldo que también se logró, como reconocimiento a fin de año de un treceavo mes, y se define en expectativa la pensión futura de los trabajadores. Del mismo modo los beneficios del pago de jornadas extras se proyectan en el pago de aguinaldo y suman igual en la expectativa de la Pensión futura.

En los últimos años ha habido una presión muy grande, por parte de los grupos empresariales, de mantener, de ser posible, la jornada de 48 horas semanales, fraccionada en 4 días de 12 horas diarias de trabajo, con tres días de descanso. Esto es lo que se discute con intensidad en los últimos meses en la Asamblea Legislativa y como parte de la Agenda Nacional. La modalidad de esta discusión es que tratan de señalar que la jornada de 12 horas diarias, la que llaman 4-3, no es obligatoria, que será optativa para los trabajadores que quieran asumirla. A ello suma también la modalidad del llamado teletrabajo que han tratado de mezclar en esta discusión. El entonces Presidente de la Unión de cámaras empresariales, Samuel Yankelwits, hoy condenado por los tribunales de Justicia, sostenía que esa jornada era en beneficio de la familia del trabajador. Algunos siguen usando ese mismo criterio.

¿Cuáles son los efectos reales de esta Jornada de 12 horas diarias? Veamos. La jornada de trabajo, sea de 8 o de 12 horas, es efectiva, es de trabajo real en la empresa. Para eso el trabajador debe desplazarse a su centro de trabajo. El grueso, la inmensa mayoría de trabajadores, tiene que desplazarse desde lugares lejanos a sus empresas, muchas veces muy lejanos, por el servicio de transporte público, que no es muy eficiente y que les resulta caro. El tiempo de desplazamiento para llegar a la empresa no es menor de una hora y en buena parte de los casos se aproxima a la hora y media o casi dos horas. Igual tiempo dedica el trabajador para regresar a su hogar, a su casa. De esta forma sobre las 12 horas diarias de trabajo el trabajador agrega de 2 a 4 horas más para su desplazamiento, ida y vuelta del trabajo. Así el trabajador con jornadas de 12 horas diarias pasaría 14 a 16 horas fuera de su hogar, durante 4 días a la semana. ¿Es realmente esta jornada a favor de la familia? ¿La relación de pareja, cuando la hay, se va a fortalecer con esta jornada? ¿La relación de padres y madres, mujeres que también trabajan y trabajarán con esta jornada, se fortalecerá con sus hijos?

El sistema educativo en Costa Rica, incluso lo están devaluando, no se le considera esencial, fundamental. Ya no es el obligatorio, gratuito y costeado por el Estado, como se impulsó la reforma del Presidente Jesús Jiménez Zamora en 1869. No existen casas de cuido a cargo del Estado, guarderías, que faciliten el cuido de niños mientras sus padres, ambos, van a trabajar, ni existen escuelas públicas de 8 horas diarias. Los costos de materiales de estudio son elevados y se han convertido en un gran negocio en contubernio con el propio Ministerio de Educación Pública, que no ejerce en este sentido buenos controles y facilita el negocio anual de los libros escolares. Los sindicatos magisteriales en este campo están ausentes de luchas a las par de los padres de familia y en defensa de sus educandos. El apostolado educativo se ha dejado atrás.

Si a ello se suma el sistema de salud que se ha deteriorado en la protección de los trabajadores, se ha vuelto caro, se ha privatizado en muchos de sus servicios, el deterioro real de las familias y de los trabajadores va a ser enorme.

Volviendo a la jornada de 12 horas. En el supuesto que los dos padres trabajen, si lo hacen en el mismo turno, los mismos días, puede ser que no tengan tanto problema, pero si uno trabaja en unos días y el otro en otros días, menos se van a ver, menos van a tener una vida de pareja y de familia al lado de sus hijos. Esta es la realidad que se viene con la jornada de 12 horas por 4 días.

Ahora veamos los otros beneficios. Actualmente si el trabajador labora extra hasta 12 horas, le son reconocidas con un 50% adicional, cada una de esas 4 horas diarias. Con el régimen de 4-3 se permitirá trabajar extra pero los días 5, 6 o 7, haciendo más difícil la relación familiar y de padres. Al no pagar ahora horas extras en la realidad disminuye para los trabajadores que las trabajan sus ingresos reales, disminuyen su aguinaldo en la parte proporcional que le corresponde sumar esas horas extras, y disminuyen hacia el futuro sus posibilidades de mejor pensión. Esta es la realidad real de lo que se quiere hacer. Mantener salarios a la baja, lo más bajos que se puedan, sin incentivos de ningún tipo. Esa es la sociedad laboral que se está forjando en el país.

La lucha contra la jornada de trabajo 4-3 que se está iniciando por parte de algunas organizaciones de trabajadores es absolutamente justa, es una lucha en defensa de la calidad de vida del trabajador, de la calidad de vida de su familia, de la calidad de vida del matrimonio, como figura de la familia de los trabajadores, de la calidad de vida de los padres y madres trabajadores con relación a sus hijos, es sin lugar a dudas una lucha a favor de los niños del país, que todos tienen padres o madres que podrán verse sometidos a estos sistemas de trabajo que son típicos del siglo XVIII y del siglo XIX.






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