La inversión extranjera directa
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 01 octubre, 2008

Carlos Denton

Lo que hace a Costa Rica atractiva para los inversionistas extranjeros es el capital humano que ha formado el país con su sistema educativo, con todas sus limitaciones, comparable al que se pudiera encontrar en países mucho más desarrollados.
El régimen de zonas francas, que permite al gobierno ofrecer, al que quiere venir, beneficios impositivos y de otra índole ha permitido competir con Irlanda, Singapur, Indonesia y otros que constituyen algunos de los competidores de Costa Rica en el ámbito internacional.
En una reciente reunión especial de la junta directiva de la AMCHAM, el tres veces candidato a la presidencia por el Partido Acción Ciudadana (PAC) Ottón Solís, anunció que, si es elegido primer mandatario en 2010, una de sus primeras acciones será la abolición de las zonas francas en el país. “No debería ninguna empresa extranjera recibir beneficios que no reciben las compañías nacionales,” argumentó Solís. Además manifestó que deberían imponerse más “controles” sobre todo lo que es la presencia extranjera en el territorio nacional.
El argumento de Solís, de que no deberían recibir los foráneos tratamiento diferente al que experimentan los nacionales, tiene razón a nivel intelectual y emocional, y seguramente será bien recibido por sus correligionarios del PAC, y también por muchos de los seguidores del “no” en el referéndum sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) del año pasado. Pero en un sentido más práctico, es difícil imaginar que Costa Rica pudiera haber crecido a nivel macro como lo ha hecho en la última década, sin la inversión extranjera que ha llegado de distintos lugares del mundo. Los competidores de Costa Rica ya citados, los otros países centroamericanos, Panamá y México, todos ofrecen trato especial para la inversión extranjera nueva, en muchos casos en zonas francas.
Algunos teóricos dirán que es mejor pausar en lo que es el crecimiento económico para pensar y planificar un modelo distinto, “menos salvaje” como algunos tildan el actual. Si se hiciera lo que proponen, estaría el país arriesgándose de manera importante, con consecuencias difíciles de predecir. Sería mejor, quizás, buscar maneras de reducir el tamaño de la brecha social, sin recortar el total de la economía en sí. Normalmente este tipo de meta se logra usando los poderes fiscales del Estado.
Hay que reducir la tensión social y la brecha entre los que tienen y no tienen en Costa Rica, que ya es demasiado ancha. Este fenómeno se reveló claramente al analizar las características de quienes apoyaron el “sí” y el “no” en el referéndum. Pero la solución al problema no es recortando la inversión directa extranjera en el país; la eliminación de las zonas francas, con seguridad, tendrá ese impacto en la economía nacional.
cdenton@cidgallup.com
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