JPMorgan busca sellar compra de Bear Stearns
| Lunes 28 abril, 2008
JPMorgan busca sellar compra de Bear Stearns
Nueva York- Jamie Dimon hurga en la cesta de reciclamiento bajo su escritorio de caoba y saca un mazo de papeles de 41 páginas con el título JPMorgan Chase & Co. - Confidencial. El documento es el informe que el jefe ejecutivo recibe a diario sobre la integración de Bear Stearns Cos., el banco que él compró en un fin de semana de negociaciones a mediados de marzo. Dimon, de 52 años, dice que tiene a más de 5.000 personas trabajando en combinar las compañías.
Pasando las páginas del informe de Bear Stearns, Dimon muestra largas columnas de texto y números que detallan el progreso en docenas de asuntos, desde el análisis de riesgo hasta la investigación sobre normativa. Dice que su gente ha determinado cuáles aplicaciones informáticas usarán los bancos de entre las más o menos 700 que tienen. Han visitado más de 60 de las oficinas de Bear Stearns.
Nadie duda de la capacidad de Dimon para ejecutar un trato. Viene haciéndolo desde que tenía 26 años, cuando, poco después de graduarse de la Escuela de Administración Comercial de la Universidad de Harvard, empezó a trabajar para Sandy Weill, el hombre que construyó Citigroup Inc. a partir de una docena de fusiones y adquisiciones.
Si bien la compra de Bear Stearns fue una noticia tremendamente importante en Wall Street y fuera de la comunidad financiera, el ejemplo más claro de la estrategia de Dimon es otro blanco de adquisición, uno que se le escapó. El mismo fin de semana en que más de 200 banqueros de JPMorgan escudriñaban los libros de Bear Stearns a fin de prepararse para la compra, otro equipo de JPMorgan se hallaba en Seattle, estado de Washington, examinando los libros de Washington Mutual Inc., la mayor caja de ahorros y créditos de Estados Unidos.
Mientras que ese trato no se dio, es improbable que Dimon ceda en el empeño de expandir la división de JPMorgan de servicios bancarios para el consumidor.
En una Wall Street convulsionada por la crisis, es Dimon, el nieto de un inmigrante griego e hijo de un corredor de bolsa, quien más parece un estadista de las finanzas modernas. La paradoja del ascenso de Dimon a la categoría de figura legendaria de Wall Street es que él debe su renombre a la fortaleza de su división de servicios para el consumidor -los servicios en sucursales y las tarjetas de crédito- en vez de a las proezas de JPMorgan como suscriptora o negociante de valores.
“Llamamos a la compañía JPMorgan y la gente piensa en ella en esos términos. Pero en realidad se trata de Chase: es un negocio al por menor, y en eso estriba su fuerza''”, dice Peter Sorrentino, gestor de cartera en Huntington Asset Advisors que administra $16.700 millones.
Dimon, que ocupa los cargos de presidente del consejo, director general y jefe ejecutivo de JPMorgan Chase, está siguiendo con su estrategia de servicios al consumidor aun cuando su banco padece los efectos del colapso del mercado de la vivienda de Estados Unidos.
En el primer trimestre de este año, JPMorgan apartó $2.500 millones para cubrir fallidos en las hipotecas y préstamos de aval inmobiliario de su división minorista, la cual perdió dinero en dicho período. El ingreso de la división aumentó un 15%, a $4.700 millones.
Dimon, que pasó cuatro años dirigiendo Bank One Corp., una entidad bancaria minorista de Chicago, tiene pasión por las sucursales. Le gusta el flujo constante de depósitos de los consumidores, quienes también posiblemente recurran a las tarjetas de crédito, la gestión de activos o los servicios de banca comercial. Estas entradas de dinero mejoran la liquidez de la empresa en conjunto.
JPMorgan sigue muy interesada en conseguir depósitos a la antigua”, dice Gary Townsend, fundador de Hill-Townsend Capital LLC, una firma de gestión de dinero con sede en Maryland.
“Dimon tiene acceso a depósitos garantizados por el Gobierno federal, y eso es una enorme ventaja en el mundo que se está desarrollando. Hemos visto que las otras fuentes de fondos pueden desaparecer con suma rapidez”, agregó.
Nueva York- Jamie Dimon hurga en la cesta de reciclamiento bajo su escritorio de caoba y saca un mazo de papeles de 41 páginas con el título JPMorgan Chase & Co. - Confidencial. El documento es el informe que el jefe ejecutivo recibe a diario sobre la integración de Bear Stearns Cos., el banco que él compró en un fin de semana de negociaciones a mediados de marzo. Dimon, de 52 años, dice que tiene a más de 5.000 personas trabajando en combinar las compañías.
Pasando las páginas del informe de Bear Stearns, Dimon muestra largas columnas de texto y números que detallan el progreso en docenas de asuntos, desde el análisis de riesgo hasta la investigación sobre normativa. Dice que su gente ha determinado cuáles aplicaciones informáticas usarán los bancos de entre las más o menos 700 que tienen. Han visitado más de 60 de las oficinas de Bear Stearns.
Nadie duda de la capacidad de Dimon para ejecutar un trato. Viene haciéndolo desde que tenía 26 años, cuando, poco después de graduarse de la Escuela de Administración Comercial de la Universidad de Harvard, empezó a trabajar para Sandy Weill, el hombre que construyó Citigroup Inc. a partir de una docena de fusiones y adquisiciones.
Si bien la compra de Bear Stearns fue una noticia tremendamente importante en Wall Street y fuera de la comunidad financiera, el ejemplo más claro de la estrategia de Dimon es otro blanco de adquisición, uno que se le escapó. El mismo fin de semana en que más de 200 banqueros de JPMorgan escudriñaban los libros de Bear Stearns a fin de prepararse para la compra, otro equipo de JPMorgan se hallaba en Seattle, estado de Washington, examinando los libros de Washington Mutual Inc., la mayor caja de ahorros y créditos de Estados Unidos.
Mientras que ese trato no se dio, es improbable que Dimon ceda en el empeño de expandir la división de JPMorgan de servicios bancarios para el consumidor.
En una Wall Street convulsionada por la crisis, es Dimon, el nieto de un inmigrante griego e hijo de un corredor de bolsa, quien más parece un estadista de las finanzas modernas. La paradoja del ascenso de Dimon a la categoría de figura legendaria de Wall Street es que él debe su renombre a la fortaleza de su división de servicios para el consumidor -los servicios en sucursales y las tarjetas de crédito- en vez de a las proezas de JPMorgan como suscriptora o negociante de valores.
“Llamamos a la compañía JPMorgan y la gente piensa en ella en esos términos. Pero en realidad se trata de Chase: es un negocio al por menor, y en eso estriba su fuerza''”, dice Peter Sorrentino, gestor de cartera en Huntington Asset Advisors que administra $16.700 millones.
Dimon, que ocupa los cargos de presidente del consejo, director general y jefe ejecutivo de JPMorgan Chase, está siguiendo con su estrategia de servicios al consumidor aun cuando su banco padece los efectos del colapso del mercado de la vivienda de Estados Unidos.
En el primer trimestre de este año, JPMorgan apartó $2.500 millones para cubrir fallidos en las hipotecas y préstamos de aval inmobiliario de su división minorista, la cual perdió dinero en dicho período. El ingreso de la división aumentó un 15%, a $4.700 millones.
Dimon, que pasó cuatro años dirigiendo Bank One Corp., una entidad bancaria minorista de Chicago, tiene pasión por las sucursales. Le gusta el flujo constante de depósitos de los consumidores, quienes también posiblemente recurran a las tarjetas de crédito, la gestión de activos o los servicios de banca comercial. Estas entradas de dinero mejoran la liquidez de la empresa en conjunto.
JPMorgan sigue muy interesada en conseguir depósitos a la antigua”, dice Gary Townsend, fundador de Hill-Townsend Capital LLC, una firma de gestión de dinero con sede en Maryland.
“Dimon tiene acceso a depósitos garantizados por el Gobierno federal, y eso es una enorme ventaja en el mundo que se está desarrollando. Hemos visto que las otras fuentes de fondos pueden desaparecer con suma rapidez”, agregó.