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Jalón de orejas

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 14 marzo, 2014


El diálogo, la concertación, las vías de entendimientos solo se fortalecen con la práctica


Entre cielo y tierra

Jalón de orejas

La campaña electoral actual ha sido un jalón de orejas, que debería ser acogido con humildad, entereza y prudencia por cada instancia responsable de la calidad de la democracia en la que vivimos.
Los acontecimientos que han estremecido la arena política tienen una gran significancia sobre la coyuntura de parálisis que vive el país. En este sentido se pueden extraer varios escarmientos de lo sucedido hasta el momento.
No hay renuncia buena o mala. Este ha sido un proceso electoral marcado por las renuncias. La salida inesperada de Rodrigo Arias en la convención de Liberación Nacional, el retiro del doctor Rodolfo Hernández como candidato de la Unidad y la más reciente "no-renuncia" de Johnny Araya en la segunda ronda de la contienda presidencial.
Es irrelevante ponerse a calificar si el acto fue correcto o incorrecto, lo importante es entender que la institucionalidad de los partidos políticos está resultando más frágil de lo que aparentan, sobre todo en su capacidad para cohesionar tendencias y canalizar fuerzas hacia una misma lucha.
La casi ausencia de debate ideológico, de verdadero y profundo análisis plural de los acontecimientos nacionales es parte de esa problemática que sufren los partidos y que a la hora de ser sometidos a presiones internas revientan por esa incapacidad para dirimir los asuntos dentro de sus mismas instituciones.
El diálogo, la concertación, las vías de entendimientos solo se fortalecen con la práctica, y los partidos actuales no parecen estar preparados ni siquiera para sobrellevar las discrepancias internas y la exacerbada lucha de intereses particulares sobre los partidistas.
Estas agrupaciones políticas no pueden ser simples cascarones que se llenan y se habitan cada vez que hay una contienda electoral, mientras el resto del tiempo se mantienen vacíos. El precio de este debilitamiento institucional se ha hecho más que evidente.
La gran amenaza. Mientras se desenlaza un gran circo electoral, por otro lado, las debilidades económicas de Costa Rica saltan a la vista. La falta de transparencia en las decisiones cambiarias, el crecimiento incontenible del gasto público, la situación de desempleo, son solo algunos signos de un problema estructural que enfrentamos.
Siendo esta tal vez la principal amenaza sobre la estabilidad nacional, llama la atención, por un lado, la falta de control político en nuestro sistema para pedir cuentas a los responsables de las decisiones que se están tomando y por otro lado, la ausencia de debate en pleno desenlace de la campaña.
El Tribunal Electoral. Preocupan ciertas vulnerabilidades que ha demostrado el Tribunal de Elecciones, no solo en los procedimientos de elaboración de papeletas, sino también por la falta de una campaña de información que vaya más allá de pedir a los costarricenses ir a votar y que aborde los temas más importantes como los que han surgido en estas elecciones.
Queda una gran nebulosa sobre el papel de fiscalización que debería existir sobre las encuestas, como instrumentos políticos que definen muchas decisiones electorales, desde el financiamiento bancario hasta la atención mediática de los candidatos durante la campaña.

Luis Alberto Muñoz Madriz

@luisalberto_cr

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