Interminable incapacidad
El país es víctima de la incapacidad y el descuido, además de sufrir el retraso existente en materia de infraestructura
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 26 septiembre, 2009
Pareciera una telenovela inacabable, de esas que tienen capítulos y capítulos de suspenso y angustia que podrían llamarse “más de lo mismo”, lo que debe sufrir el país cada vez que se enfrenta a la necesidad de emprender obras públicas. Y la necesidad es muy grande porque grande es el retraso en esta materia. La secuencia es más o menos la siguiente: se firma un contrato de concesión de obra pública con una empresa, se inician las obras siempre y cuando la empresa concesionaria realmente cuente con el financiamiento necesario y no haya otro tipo de atrasos que son de conocimiento público a fuerza de ser repetitivos. Dan inicio las obras hasta que deben ser detenidas por estarse realizando algo mal o causando daños al ambiente, a las personas, o por cualquier otra situación irregular. A menos que intervenga el Tribunal Ambiental Administrativo o la prensa para poner en evidencia lo que está pasando, las obras continúan por el mal camino por falta de una adecuada supervisión. Luego de alguna de estas intervenciones, y de que la población se entera de un nuevo episodio de lo mismo (errores, incapacidad, negligencia…) las autoridades a cargo dan explicaciones y excusas para justificar lo injustificable. Hoy vivimos un nuevo capítulo de la nefasta telenovela del “más de lo mismo”. La construcción de la carretera a Caldera, concesionada al grupo Autopistas del Sol, fue suspendida parcialmente por intervención del Tribunal Ambiental Administrativo por supuestos daños al ambiente. El principal perjuicio que aparentemente estaría causando la construcción, es al acueducto de Barva que presentó una ruptura que provoca que las aguas subterráneas salgan a la superficie (una toma que abastece a 500 mil personas), según informó LA REPUBLICA del viernes. Por si esto fuera poco, al parecer se afectaron también al menos 20 ríos y quebradas ubicadas entre Ciudad Colón y Orotina. Las excusas ya fueron dadas aunque la población se queda, como casi siempre, sin saber por qué la supervisión adecuada no impidió que el daño se presentara. O no hubo supervisión, o si la hubo los señalamientos no fueron atendidos. Es decir, no se actuó preventivamente en vez de salir ahora a “apagar el incendio”, como ya es tradicional. Esta no es la mejor forma de hacer avanzar a un país. Esta es la vía del descuido, la inoperancia y el desperdicio de recursos y tiempo.