Insustituible Gene Kelly
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 22 agosto, 2012
CINE
Insustituible Gene Kelly
El cine musical no ha vuelto a ser lo que era desde que Gene Kelly dejó de coreografiar, dirigir y bailar. Cuando se cumplen los 100 años de su nacimiento, queda el hueco de un verdadero autor capaz de tatuarse en la retina del espectador de cualquier generación “Cantando bajo la lluvia”.
Aquella escena legendaria en la que no necesitó más pareja de baile que el chaparrón, el paraguas y una farola la había rodado acatarrado y con fiebre, pero acabó convirtiéndose no solo en su imagen más icónica, sino en el comienzo del respeto hacia un género a menudo denostado por los analistas más sesudos.
“Cantando bajo la lluvia” aparecía recientemente en el puesto número 20 de las mejores películas de todos los tiempos según la prestigiosa revista británica Sight and Sound y es que, tras ese clásico popular, se esconden propuestas artísticas todavía innovadoras y una concepción coreográfica sumamente influyente.
Gene Kelly solía decir que mientras su compañero Fred Astaire era el Cary Grant de la danza, él era el Marlon Brando. Mientras uno bailaba con sofisticación y “sombrero de copa” al lado de Ginger Rogers, él otro lo hacía vestido de marinero y con habilidades casi olímpicas junto al ratón animado Jerry en “Levando anclas”.
Eugene Curran Kelly, nacido en Pittsburgh, Estados Unidos, el 23 de agosto de 1912, fue, al margen de su faceta más visible, lo más parecido a un autor que ha conocido el cine musical.
De su conexión creativa con Vincent Minnelli —que llegó a poner celosa a la mujer de este, Judy Garland— nacieron los atípicos y explosivos números musicales de “El pirata” y devolvieron al musical la calidad de “oscarizable” en “Un americano en París”.
Al alimón con Stanley Donen, además de “Cantando bajo la lluvia”, firmó dos clásicos más: “Un día en Nueva York” y “Siempre hace buen tiempo”.
Sin embargo, es difícil saber qué fue primero, si el declive de Gene Kelly o el del musical.
Madrid / EFE
Insustituible Gene Kelly
El cine musical no ha vuelto a ser lo que era desde que Gene Kelly dejó de coreografiar, dirigir y bailar. Cuando se cumplen los 100 años de su nacimiento, queda el hueco de un verdadero autor capaz de tatuarse en la retina del espectador de cualquier generación “Cantando bajo la lluvia”.
Aquella escena legendaria en la que no necesitó más pareja de baile que el chaparrón, el paraguas y una farola la había rodado acatarrado y con fiebre, pero acabó convirtiéndose no solo en su imagen más icónica, sino en el comienzo del respeto hacia un género a menudo denostado por los analistas más sesudos.
“Cantando bajo la lluvia” aparecía recientemente en el puesto número 20 de las mejores películas de todos los tiempos según la prestigiosa revista británica Sight and Sound y es que, tras ese clásico popular, se esconden propuestas artísticas todavía innovadoras y una concepción coreográfica sumamente influyente.
Gene Kelly solía decir que mientras su compañero Fred Astaire era el Cary Grant de la danza, él era el Marlon Brando. Mientras uno bailaba con sofisticación y “sombrero de copa” al lado de Ginger Rogers, él otro lo hacía vestido de marinero y con habilidades casi olímpicas junto al ratón animado Jerry en “Levando anclas”.
Eugene Curran Kelly, nacido en Pittsburgh, Estados Unidos, el 23 de agosto de 1912, fue, al margen de su faceta más visible, lo más parecido a un autor que ha conocido el cine musical.
De su conexión creativa con Vincent Minnelli —que llegó a poner celosa a la mujer de este, Judy Garland— nacieron los atípicos y explosivos números musicales de “El pirata” y devolvieron al musical la calidad de “oscarizable” en “Un americano en París”.
Al alimón con Stanley Donen, además de “Cantando bajo la lluvia”, firmó dos clásicos más: “Un día en Nueva York” y “Siempre hace buen tiempo”.
Sin embargo, es difícil saber qué fue primero, si el declive de Gene Kelly o el del musical.
Madrid / EFE