Ingreso de China al BID potencia relación interregional
| Lunes 30 marzo, 2009
Ingreso de China al BID potencia relación interregional
Medellín, Colombia
Xinhua
Los lazos económicos y políticos entre China y América Latina, que en 2008 llegaron a su máximo nivel, se potenciarán en el futuro con el ingreso del gigante asiático como país donante en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En la reunión de gobernadores del banco en Medellín, por primera vez el presidente del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, ocupa la silla como el integrante número 48 del BID, lo cual es un hecho histórico que favorecerá la mutua integración sino-latinoamericana.
China, la tercera economía del mundo y el segundo socio comercial de la región, ha sido la menos afectada por la crisis económica global, desatada en Estados Unidos, y, como ocurrió con la crisis asiática (1997-1998), será uno de los principales pilares de la recuperación del mundo.
Su aportación inicial de $350 millones al BID contribuirá a financiar proyectos concretos, encaminados a paliar los impactos de la crisis en los países menos desarrollados.
El pasado año, el gobierno chino publicó el primer Libro Blanco sobre su política hacia la región, donde se plasma una proyección de las relaciones bilaterales desde una perspectiva estratégica, buscando construir y llevar adelante una asociación integral y corporativa basada en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común.
El propósito de Beijing es fomentar un comercio equilibrado, estimular las inversiones y los negocios, desarrollar la cooperación económica y científico-técnica, así como fomentar los vínculos políticos y culturales, sin interferencia en los asuntos internos de las naciones.
China, que ya emitió en 2003 un libro similar sobre la Unión Europea y otro en 2006 para Africa, le interesa también tejer una alianza con Latinoamérica, como parte de su política de promoción de un “mundo armonioso”, equivalente a un nuevo orden internacional basado en la paz, la seguridad y la interdependencia.
Esa política de apertura al exterior, establecida hace tres décadas, junto a la reforma económica interna, no sólo ha beneficiado a los intereses nacionales, sino a todos los países que han invertido o recibido inversiones chinas o han hecho negocios.
Nunca se han registrado queja alguna respecto a presiones políticas o de otro tipo de las centenares de naciones que hace más de 30 años sostienen fluidos intercambios con China.
Los precios de las materias primas, que constituyen más de 60% del total de las exportaciones de América Latina, dependen en parte de esta demanda china, que adquiere, entre otros productos, petróleo, cobre, celulosa, soja y frutas, para sostener sus tasas de crecimiento y suministrar alimentos a su población.
A Beijing le interesa incrementar en los próximos años las relaciones con América Latina porque cuenta con “abundantes recursos, una buena base para el crecimiento económico y social, y un tremendo potencial de desarrollo”, según indica el mencionado libro. No desea competir con Estados Unidos.
Una interdependencia de mutuo beneficio, que ahora se ampliará a través del BID, servirá de catalizador para aumentar los intercambios económicos, especialmente en los sectores energéticos y de recursos minerales, y el comercio bilateral.
A cambio, China planea contribuir a mejorar las condiciones materiales de los países latinoamericanos y caribeños, mediante la construcción de infraestructuras de transporte, información, comunicaciones, obras hidráulicas e hidroeléctricas, entre otras áreas.
Además, como lo ha hecho con numerosos países africanos, el gobierno podría reducir la deuda de estos países, en la medida de las posibilidades de China.
La gira realizada por el presidente Hu Jintao por América Latina en 2008, que incluyó Costa Rica, Cuba y Perú, participando en este último país en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asía-Pacífico, fue una contribución significativa al impulso de la nueva política hacia esta región.
La crisis actual ha servido para un estrechamiento de relaciones de China con Brasil y Argentina, siendo los tres miembros del Grupo de las 20 Naciones más Industrializadas o G-20, coordinando sus políticas para hacer frente a las amenazas proteccionistas que provienen de Estados Unidos y Europa.
Brasil y Argetnina, junto con Venezuela, Perú, Chile, Bolivia y Cuba son los que mayores intercambios comerciales tienen con las empresas chinas.
Por ejemplo, el comercio chino-chileno alcanzó más de $15 mil millones el pasado año.
Perú, que también mantiene un comercio millonario similar, registra un alto monto de inversiones chinas, que representan el 35% de la inversión extranjera directa en esa nación.
A fines de 2009, Colombia será la sede de la III Cumbre Empresarial China- América Latina, con la asistencia de unos 500 hombres de negocios chinos y de toda la región, que contribuirá a impulsar las inversiones y el comercio bilateral.
La crisis actual, a la que China no es inmune, es un gran desafío para una alianza sino-latinoamericana.
Dada la realidad de la globalización, el desarrollo de América Latina estará vinculado a sus relaciones con China y la región Asia Pacífico, hacia donde se ha trasladado el centro del comercio mundial.
Las potencialidades de esos lazos hacen que cada día crezcan las expectativas con la entrada del gigante asiático al BID, la principal fuente de financiamiento para el desarrollo en esta parte del mundo.
Medellín, Colombia
Xinhua
Los lazos económicos y políticos entre China y América Latina, que en 2008 llegaron a su máximo nivel, se potenciarán en el futuro con el ingreso del gigante asiático como país donante en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En la reunión de gobernadores del banco en Medellín, por primera vez el presidente del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, ocupa la silla como el integrante número 48 del BID, lo cual es un hecho histórico que favorecerá la mutua integración sino-latinoamericana.
China, la tercera economía del mundo y el segundo socio comercial de la región, ha sido la menos afectada por la crisis económica global, desatada en Estados Unidos, y, como ocurrió con la crisis asiática (1997-1998), será uno de los principales pilares de la recuperación del mundo.
Su aportación inicial de $350 millones al BID contribuirá a financiar proyectos concretos, encaminados a paliar los impactos de la crisis en los países menos desarrollados.
El pasado año, el gobierno chino publicó el primer Libro Blanco sobre su política hacia la región, donde se plasma una proyección de las relaciones bilaterales desde una perspectiva estratégica, buscando construir y llevar adelante una asociación integral y corporativa basada en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común.
El propósito de Beijing es fomentar un comercio equilibrado, estimular las inversiones y los negocios, desarrollar la cooperación económica y científico-técnica, así como fomentar los vínculos políticos y culturales, sin interferencia en los asuntos internos de las naciones.
China, que ya emitió en 2003 un libro similar sobre la Unión Europea y otro en 2006 para Africa, le interesa también tejer una alianza con Latinoamérica, como parte de su política de promoción de un “mundo armonioso”, equivalente a un nuevo orden internacional basado en la paz, la seguridad y la interdependencia.
Esa política de apertura al exterior, establecida hace tres décadas, junto a la reforma económica interna, no sólo ha beneficiado a los intereses nacionales, sino a todos los países que han invertido o recibido inversiones chinas o han hecho negocios.
Nunca se han registrado queja alguna respecto a presiones políticas o de otro tipo de las centenares de naciones que hace más de 30 años sostienen fluidos intercambios con China.
Los precios de las materias primas, que constituyen más de 60% del total de las exportaciones de América Latina, dependen en parte de esta demanda china, que adquiere, entre otros productos, petróleo, cobre, celulosa, soja y frutas, para sostener sus tasas de crecimiento y suministrar alimentos a su población.
A Beijing le interesa incrementar en los próximos años las relaciones con América Latina porque cuenta con “abundantes recursos, una buena base para el crecimiento económico y social, y un tremendo potencial de desarrollo”, según indica el mencionado libro. No desea competir con Estados Unidos.
Una interdependencia de mutuo beneficio, que ahora se ampliará a través del BID, servirá de catalizador para aumentar los intercambios económicos, especialmente en los sectores energéticos y de recursos minerales, y el comercio bilateral.
A cambio, China planea contribuir a mejorar las condiciones materiales de los países latinoamericanos y caribeños, mediante la construcción de infraestructuras de transporte, información, comunicaciones, obras hidráulicas e hidroeléctricas, entre otras áreas.
Además, como lo ha hecho con numerosos países africanos, el gobierno podría reducir la deuda de estos países, en la medida de las posibilidades de China.
La gira realizada por el presidente Hu Jintao por América Latina en 2008, que incluyó Costa Rica, Cuba y Perú, participando en este último país en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asía-Pacífico, fue una contribución significativa al impulso de la nueva política hacia esta región.
La crisis actual ha servido para un estrechamiento de relaciones de China con Brasil y Argentina, siendo los tres miembros del Grupo de las 20 Naciones más Industrializadas o G-20, coordinando sus políticas para hacer frente a las amenazas proteccionistas que provienen de Estados Unidos y Europa.
Brasil y Argetnina, junto con Venezuela, Perú, Chile, Bolivia y Cuba son los que mayores intercambios comerciales tienen con las empresas chinas.
Por ejemplo, el comercio chino-chileno alcanzó más de $15 mil millones el pasado año.
Perú, que también mantiene un comercio millonario similar, registra un alto monto de inversiones chinas, que representan el 35% de la inversión extranjera directa en esa nación.
A fines de 2009, Colombia será la sede de la III Cumbre Empresarial China- América Latina, con la asistencia de unos 500 hombres de negocios chinos y de toda la región, que contribuirá a impulsar las inversiones y el comercio bilateral.
La crisis actual, a la que China no es inmune, es un gran desafío para una alianza sino-latinoamericana.
Dada la realidad de la globalización, el desarrollo de América Latina estará vinculado a sus relaciones con China y la región Asia Pacífico, hacia donde se ha trasladado el centro del comercio mundial.
Las potencialidades de esos lazos hacen que cada día crezcan las expectativas con la entrada del gigante asiático al BID, la principal fuente de financiamiento para el desarrollo en esta parte del mundo.