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Impuestos, cánones y la ley de radio.

Juan Manuel Campos juan.m.campos@ciber-regulacion.co.cr | Martes 19 julio, 2022


Juan Manuel Campos Avila

Consultor en TI

El Presidente de la República ha criticado fuertemente el monto que pagan las televisoras y las radiodifusoras como contribución al estado costarricense. Si bien válida la queja, por lo exiguo de los montos recaudados, es importante señalar, que ha sido el propio estado que con su mora en la reforma sectorial ha contribuido a que se mantenga una asimetría con otros concesionarios de frecuencias.

Origen del impuesto

Finalizando la administración del ex presidente Otilio Ulate Blanco, ( 10 de junio de 1953) , el ministro de gobernación de la época envió a la Asamblea Legislativa una nota en la que indicaba :

" En atención a que el Reglamento de Radio que acompaño, elaborado por el Lic. Don Horacio Castro y Señores Luis. H. Andrés. Humberto Pérez y Ernesto Venegas contiene disposiciones de carácter sustancial como son los relativos a impuestos, o derechos de licencias, aplicaciones de sanciones de orden penal y otras no menos fundamentales sin cuya previa aprobación de parte de la Asamblea no es dable..."

De esta manera y sin que se lo propusiera formalmente el gobierno de Don Otilio Ulate sometió a discusión , lo que se convertiría un año más tarde, en la Ley de Radio.

El pecado mortal

Podemos decir que el pecado mortal de nuestro país, ha sido el de la mora legislativa para actualizar el régimen impositivo y legal de la radio y la televisión; paradójicamente el mayor logro ha sido el reordenamiento del sector de telecomunicaciones en donde a los operadores se les sometió a un régimen estricto de vigilancia y de contribuciones especiales ( canon de regulación, contribución para el Fondo Nacional de Telecomunicaciones y canon de reserva del espectro)

Que pasa si se no se renuevan las concesiones de radio y televisión

El gobierno de la República no se ha pronunciado públicamente si se estaría decantando por no renovar concesiones de radio y televisión, pero si ese fuera el caso, se tendría que seguir con las reglas del artículo 29 de la ley general de telecomunicaciones que establecen un régimen concursal para la concesión de frecuencias y no sería posible variar los montos de contribución que pagan las emisoras de radio y televisión, a menos que se modifique el impuesto correspondiente en la Asamblea Legislativa.

El contenido es el Rey

Otro tema que debe tenerse bajo observación es que algunas televisoras con señal abierta, pueden continuar con su producción de contenidos y trasladarse a la televisión por suscripción sin tener necesidad de concursar por una frecuencia televisiva, en ese sentido tendrían quizás mayores ventajas por el impacto a la baja en los costos de transmisión, equipamiento en los que no estarían siquiera sujetas a la contribución de espacios para el Tribunal Supremo de Elecciones.

La televisión abierta, sobre todo los canales fuertes, tienen una ruta clara de supervivencia más allá de si les van a renovar o no sus concesiones y quizás lo más importante es que el valor de sus programas siempre estará sujeto al escrutinio de sus audiencias.

La supervivencia de la Radio

La radiodifusión sonora costarricense está enfrentada no solo a un cambio en los patrones de consumo de los costarricenses sino que cada día la radio es más imágen, necesitan de nuevos nichos y por ello es que hoy "vemos" programas de radio en internet, en YouTube o en Facebook.

La fuga de ingresos que sufren los medios sonoros los tiene contra las cuerdas y quizás sea esperable que ante una eventualidad mayor ( la no renovación de sus concesiones) tengamos a muchos medios sin mayores opciones que crear contenido en internet para ser transmitido en redes sociales.

Actuar con cautela

Es importante que el gobierno, en especial el Presidente de la República se informe bien respecto a la forma en que opera la radio y la televisión, es claro que hay muchos mitos, se han creado muchas fábulas, pero lo más peligroso es que se crea que se va a cambiar un sistema cuando los creadores de contenido tienen muchas alternativas, más allá de la no renovación de sus concesiones



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