Importadores rehúyen puertos de Limón
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 19 junio, 2008
Importadores de granos dan la vuelta por Panamá para no descargar en el Caribe
Empresas prefieren evitar muelles de Limón
• Consideran que costos compensan riesgos
• Vuelta les puede generar hasta una semana de espera
Israel Aragón
iaragon@larepublica.net
La inestabilidad que generan las huelgas, el denominado “tortuguismo” y otras medidas aplicadas por los empleados en la operación de los puertos de Limón, han motivado a algunas empresas a descargar por el Pacífico la mercadería importada, aun cuando provenga del Atlántico.
En ocasiones de mayor crisis, algunas compañías también optan por despachar los productos que exportan a través del puerto de Caldera, aunque se dirijan a destinos en la costa Atlántica, como Europa.
Los riesgos que conlleva depender del funcionamiento de los puertos de Moín y de Limón ha llevado a empresarios, como los importadores de granos, a asumir los costos y el tiempo que significa trasladar el barco con su carga a través del Canal de Panamá hasta Caldera.
En promedio cada mes atracan en el país tres barcos cargados de granos como maíz, soya y el trigo provenientes del puerto de Nueva Orleans, una de los principales terminales portuarias de Estados Unidos ubicada en la costa este de ese país.
Las embarcaciones pasan de largo los puertos de Limón para continuar hasta Panamá, atravesar el Canal y dirigirse luego hacia Puntarenas, al puerto de Caldera.
Esto aumenta el consumo de combustible, los tiempos que toma el producto en llegar a su destino final y además requiere pagar el peaje del Canal, de cerca de $3 por tonelada para las naves cargadas. Los graneleros suele traer entre 33 mil y 35 mil toneladas métricas de carga.
La extensión de la travesía termina incrementando los costos en casi $400 mil por viaje, indicó Antonio Echeverría, presidente de la Cámara Nacional de Avicultores (Canavi). Si se consideran los tres barcos graneleros el incremento sumaría $1,2 millones mensuales, es decir, $14,4 al año.
“Es mejor ir a la segura. La solución a los problemas que se presentan en Limón es algo que pedimos a gritos”, afirmó Echeverría.
Para el productor la situación representa “una amenaza al largo plazo, porque un país vecino podría volverse un gran productor agrícola y tener mejores puertos en el Atlántico, lo que haría que no tenga que lidiar con estos costos”.
William Cardoza, director Ejecutivo de Canavi, agregó que a esos gastos se deben agregar los generados por el tiempo que debe esperar la embarcación para ser descargada.
“En Caldera los graneleros son los que tienen la última prioridad. Si hay uno descargando y llega un crucero, un barco atunero o cualquiera de carga general, quitan a nuestro barco”, dijo.
En ocasiones las esperas se prolongan hasta por una semana, y las multas que cobran las compañías navieras por atrasos en la descarga van desde $25 mil hasta $50 mil, según el tonelaje.
“En Limón no hay infraestructura para descargar granos. Si me ponen a escoger, aunque salga un poco más caro, es preferible hacerlo por Puntarenas, porque Limón y Moín son puertos muy inestables, además en ocasiones también la carretera se bloquea y no se puede pasar”, dijo Héctor Campos, presidente de Concentrados la Soya.
Para Mauricio Fournier, gerente de Graco, los costos se ven compensados por los fletes necesarios para descargar el barco, pues resultan considerablemente más baratos traerlos a San José desde Caldera que desde Limón.
También los exportadores han optado por esta solución cuando las huelgas en la Junta de Administración Portuaria y Desarrollo Económica de la Vertiente Atlántica (Japdeva) se han prolongado. Marco Tristán, de la Cámara de Exportadores de Costa Rica, informó que en ocasiones algunas empresas, especialmente multinacionales, exportadoras de productos rápidamente perecederos o que deben cumplir con su sistema de entregas “justo a tiempo”, han decidido dar la vuelta por Panamá o despachar por Caldera hasta otro puerto en el Pacífico y luego trasladar la mercadería por tierra hasta el Atlántico.
“Hay que pensar a largo plazo, como país hay que pensar en el complejo portuario de Limón, aumentar el calado, la profundidad de los puertos de atraque para barcos más grandes, estamos en capacidad de restablecer la vía férrea desde San José hasta Limón, y se tiene que poder movilizar contenedores vía tren, lo que evitaría problemas en carretera y bajaría la factura petrolera”, dijo.
Empresas prefieren evitar muelles de Limón
• Consideran que costos compensan riesgos
• Vuelta les puede generar hasta una semana de espera
Israel Aragón
iaragon@larepublica.net
La inestabilidad que generan las huelgas, el denominado “tortuguismo” y otras medidas aplicadas por los empleados en la operación de los puertos de Limón, han motivado a algunas empresas a descargar por el Pacífico la mercadería importada, aun cuando provenga del Atlántico.
En ocasiones de mayor crisis, algunas compañías también optan por despachar los productos que exportan a través del puerto de Caldera, aunque se dirijan a destinos en la costa Atlántica, como Europa.
Los riesgos que conlleva depender del funcionamiento de los puertos de Moín y de Limón ha llevado a empresarios, como los importadores de granos, a asumir los costos y el tiempo que significa trasladar el barco con su carga a través del Canal de Panamá hasta Caldera.
En promedio cada mes atracan en el país tres barcos cargados de granos como maíz, soya y el trigo provenientes del puerto de Nueva Orleans, una de los principales terminales portuarias de Estados Unidos ubicada en la costa este de ese país.
Las embarcaciones pasan de largo los puertos de Limón para continuar hasta Panamá, atravesar el Canal y dirigirse luego hacia Puntarenas, al puerto de Caldera.
Esto aumenta el consumo de combustible, los tiempos que toma el producto en llegar a su destino final y además requiere pagar el peaje del Canal, de cerca de $3 por tonelada para las naves cargadas. Los graneleros suele traer entre 33 mil y 35 mil toneladas métricas de carga.
La extensión de la travesía termina incrementando los costos en casi $400 mil por viaje, indicó Antonio Echeverría, presidente de la Cámara Nacional de Avicultores (Canavi). Si se consideran los tres barcos graneleros el incremento sumaría $1,2 millones mensuales, es decir, $14,4 al año.
“Es mejor ir a la segura. La solución a los problemas que se presentan en Limón es algo que pedimos a gritos”, afirmó Echeverría.
Para el productor la situación representa “una amenaza al largo plazo, porque un país vecino podría volverse un gran productor agrícola y tener mejores puertos en el Atlántico, lo que haría que no tenga que lidiar con estos costos”.
William Cardoza, director Ejecutivo de Canavi, agregó que a esos gastos se deben agregar los generados por el tiempo que debe esperar la embarcación para ser descargada.
“En Caldera los graneleros son los que tienen la última prioridad. Si hay uno descargando y llega un crucero, un barco atunero o cualquiera de carga general, quitan a nuestro barco”, dijo.
En ocasiones las esperas se prolongan hasta por una semana, y las multas que cobran las compañías navieras por atrasos en la descarga van desde $25 mil hasta $50 mil, según el tonelaje.
“En Limón no hay infraestructura para descargar granos. Si me ponen a escoger, aunque salga un poco más caro, es preferible hacerlo por Puntarenas, porque Limón y Moín son puertos muy inestables, además en ocasiones también la carretera se bloquea y no se puede pasar”, dijo Héctor Campos, presidente de Concentrados la Soya.
Para Mauricio Fournier, gerente de Graco, los costos se ven compensados por los fletes necesarios para descargar el barco, pues resultan considerablemente más baratos traerlos a San José desde Caldera que desde Limón.
También los exportadores han optado por esta solución cuando las huelgas en la Junta de Administración Portuaria y Desarrollo Económica de la Vertiente Atlántica (Japdeva) se han prolongado. Marco Tristán, de la Cámara de Exportadores de Costa Rica, informó que en ocasiones algunas empresas, especialmente multinacionales, exportadoras de productos rápidamente perecederos o que deben cumplir con su sistema de entregas “justo a tiempo”, han decidido dar la vuelta por Panamá o despachar por Caldera hasta otro puerto en el Pacífico y luego trasladar la mercadería por tierra hasta el Atlántico.
“Hay que pensar a largo plazo, como país hay que pensar en el complejo portuario de Limón, aumentar el calado, la profundidad de los puertos de atraque para barcos más grandes, estamos en capacidad de restablecer la vía férrea desde San José hasta Limón, y se tiene que poder movilizar contenedores vía tren, lo que evitaría problemas en carretera y bajaría la factura petrolera”, dijo.