Holanda ganó sin gustar
Cristian Williams cwilliams@larepublica.net | Martes 15 junio, 2010
Holanda ganó sin gustar
La expectativa generada por el debut de Holanda en el Mundial, fue muy alta con respecto a lo que presentó la “naranja mecánica”, que venció 2-0 a Dinamarca.
Nos es que los holandeses jugaran mal o que no merecían ganar, sino que se esperaba más de ellos, mayor vocación ofensiva, ritmo de juego y trato del balón.
El partido fue frío y hasta aburrido, que vio moverse el marcador hasta el segundo tiempo, cuando cayeron las dos anotaciones de los naranjas, uno de ellos producto de un autogol.
Un despeje de Simon Poulsen, cuando no se completaba el primer minuto de la complementaria, en la dirección equivocada dio en la espalda de Agger y el balón acabó entrando mansamente en la red.
Antes de ese gol el partido había sido más como quería Dinamarca que como quería Holanda. Los de Van Marwijk dispusieron del balón durante el primer acto, pero en zonas donde no hacían daño a su rival.
Van der Vaart y Sneijder bajaban a recibir para construir ante la incapacidad de Van Bommel y De Jong, pero entonces solo quedaban por delante Van Persie y Kuyt. Quedaban muchos metros y poca gente con la que asociarse. Así facilitaba las cosas a Dinamarca.
Ahí cambió el partido. No porque fue mejor, sino porque a Holanda le alcanzaba con muy poco para lograr sus tres primeros puntos, que al final de cuentas en un Mundial es lo que vale.
Los daneses hicieron una buena primera parte, en la que tuvieron ocasiones, pero el gol en propia meta les dejó tocados.
Holanda cambió hasta la entrada de Elia, quien dio otro aire al equipo en los últimos 20 minutos. También ayudó Afellay, que ingresó unos minutos más tarde. Con los dos jóvenes en el campo, Sneijder y Kuyt se conectaron y llegaron más ocasiones. En una de ellas, Elia remató al palo y Kuyt, en el rechace, hizo el segundo a placer.
Bastó con eso, al menos para ganar, pero no para llenar las expectativas de Holanda.
Cristian Williams y EFE
cwilliams@larepublica.net
La expectativa generada por el debut de Holanda en el Mundial, fue muy alta con respecto a lo que presentó la “naranja mecánica”, que venció 2-0 a Dinamarca.
Nos es que los holandeses jugaran mal o que no merecían ganar, sino que se esperaba más de ellos, mayor vocación ofensiva, ritmo de juego y trato del balón.
El partido fue frío y hasta aburrido, que vio moverse el marcador hasta el segundo tiempo, cuando cayeron las dos anotaciones de los naranjas, uno de ellos producto de un autogol.
Un despeje de Simon Poulsen, cuando no se completaba el primer minuto de la complementaria, en la dirección equivocada dio en la espalda de Agger y el balón acabó entrando mansamente en la red.
Antes de ese gol el partido había sido más como quería Dinamarca que como quería Holanda. Los de Van Marwijk dispusieron del balón durante el primer acto, pero en zonas donde no hacían daño a su rival.
Van der Vaart y Sneijder bajaban a recibir para construir ante la incapacidad de Van Bommel y De Jong, pero entonces solo quedaban por delante Van Persie y Kuyt. Quedaban muchos metros y poca gente con la que asociarse. Así facilitaba las cosas a Dinamarca.
Ahí cambió el partido. No porque fue mejor, sino porque a Holanda le alcanzaba con muy poco para lograr sus tres primeros puntos, que al final de cuentas en un Mundial es lo que vale.
Los daneses hicieron una buena primera parte, en la que tuvieron ocasiones, pero el gol en propia meta les dejó tocados.
Holanda cambió hasta la entrada de Elia, quien dio otro aire al equipo en los últimos 20 minutos. También ayudó Afellay, que ingresó unos minutos más tarde. Con los dos jóvenes en el campo, Sneijder y Kuyt se conectaron y llegaron más ocasiones. En una de ellas, Elia remató al palo y Kuyt, en el rechace, hizo el segundo a placer.
Bastó con eso, al menos para ganar, pero no para llenar las expectativas de Holanda.
Cristian Williams y EFE
cwilliams@larepublica.net