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Hacinamiento carcelario y populismo

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 11 noviembre, 2015


Las personas violentas que han asesinado, violado o cometido otros delitos graves no van a salir de la cárcel

Hablando Claro

Hacinamiento carcelario y populismo


Internacionalmente está establecido que la población carcelaria no debe sobrepasar el 20% de su capacidad instalada. En Costa Rica, el hacinamiento ha alcanzado niveles inaceptables que llegan hoy al 47% como promedio general, pero en casos puntuales adquiere dimensiones dramáticas; 195% en el Gerardo Rodríguez, 147% en la cárcel de La Marina de San Carlos y 60% en San Rafael de Alajuela.
Para entender el fenómeno de nuestra “prisionalización” hay que contextualizar otras realidades. Mientras aquí hay 285 presos por cada 100 mil habitantes, en México hay 203, en Colombia 193 y en Honduras 154.
Nuestra tasa de prisión se duplicó en 20 años. El hacinamiento se triplicó en tan solo cinco años. Virtud precisamente a esas condiciones de saturación no solo incumplimos los acuerdos internacionales que hemos adherido por décadas como un país que observa y respeta los Derechos Humanos, sino que también incumplimos sentencias de la Sala Constitucional y decenas de resoluciones de los Juzgados de Ejecución de la Pena. Cuando digo “incumplimos” es porque claramente es un problema de la sociedad. No, como equivocadamente lo plantea el Ministro de Seguridad, un problema de su colega, la Ministra de Justicia, que como experta en la materia y determinada a adoptar acciones efectivas para desacelerar el reloj de la bomba de tiempo que entraña este hacinamiento inaceptable decidió incrementar el traslado de privados de libertad de ámbitos cerrados a modelos seminstitucionales donde continúen bajo seguimiento y supervisión.
No es la única medida, pero es una de las herramientas del instrumental que se están adoptando. De modo que no se trata de una solución alegre de “tirar mil reos a la calle en Navidad”, como irresponsablemente lo han dicho medios y actores políticos que adhieren un discurso populista que cala fuerte en una sociedad que clama con toda razón por mayores niveles de seguridad, particularmente en un contexto delicado en el que han aumentado los ajustes de cuentas entre bandas locales de narcotraficantes que pugnan por el control de territorios definidos en áreas determinadas, especialmente de San José.
Y ahí es donde se afianza una peligrosa mala interpretación de los hechos informativos que atemoriza irresponsablemente al ciudadano que no tiene por qué entender el complejo tema carcelario. Y hay que decirlo en voz alta y repetirlo: las personas violentas que han asesinado, violado o cometidos otros delitos graves no van a salir de la cárcel.
Lamentablemente en estos tiempos de conflictividad comunicativa al mejor estilo Babel, unos por expresa mala fe, otros por conveniencia y los menos por ignorancia, repiten cosas que no son ciertas y se envuelven en banderas populistas.
Deberíamos tener muchísimo cuidado con esto. El populismo es un cáncer potente. Se extiende a partir de un foco infeccioso y toma el cuerpo democrático con inusitada rapidez. Y no hay sociedad inmune. La prensa y los extremistas deberían detenerse. Y los que no estemos con ellos, debemos alzar la voz. Sin temor.

Vilma Ibarra

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