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COLUMNISTAS


¿Guardamos congruencia en las decisiones de hoy respecto del país que deseamos a futuro?

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 22 marzo, 2019


Los líderes políticos nacionales, así como los partidos políticos deben de ofrecernos a cada uno de los electores su visión de lo que el país debe de ser a futuro. La visión de país va a determinar el modelo de desarrollo a seguir y va a determinar de manera aún más puntual la forma, el tamaño y la índole de estado con el que debemos contar.

Criticamos mucho las instituciones y sus resultados, pero no expresamos con claridad el tipo de país que queremos, la estructura de instituciones que añoramos, el modelo de desarrollo que deberíamos seguir. ¿Si no expresamos lo que queremos cómo podrán adivinarlo quienes nos gobiernan? No es sencillo construir un país o diseñar el futuro, pero entre todos sí podemos hacerlo.

La línea recta entre dos puntos siempre marca la menor de las distancias. La planeación estratégica de un país es la línea recta dibujada por los planificadores entre el día de hoy y el país que deseamos, el país de nuestras aspiraciones.

El Plan Nacional de Desarrollo que cada cuatro años formula tardíamente el gobierno de turno no es una planeación estratégica de país. Este plan no es más que los planes un poco al antojo y a la ocurrencia de lo que gobierno de turno pretende lograr. El Plan Nacional de Desarrollo no está amarrado al Presupuesto Nacional y no es vinculante u obligatorio en su cumplimiento. Es una guía voluntaria que tardíamente los gobiernos presentan a consideración del país.

¿Qué país deseamos alcanzar en 25 años? ¿Qué metas debemos de haber alcanzado dentro de diez años para lograrlo? ¿Qué debemos estar haciendo hoy para que sea congruente con lo que deseamos sea el país en 25 años?

El país debe de definir claramente los intereses y los objetivos de estado. El país debe definir qué sociedad deseamos construir para dentro de 25 años y trabajar en pos de esa meta. Si no tenemos metas, si no tenemos una ruta de tránsito, si no tenemos el camino dibujado daremos vueltas y vueltas sin lograr llegar a nuestras metas.

El país debe de seguir esa línea recta de planificación de su sociedad para poder a su vez planear su modelo de desarrollo. ¿Queremos más estado y más regulación? ¿Queremos más instituciones y empresas del estado prestando servicios? ¿Queremos más trabajadores públicos? Dependiendo del modelo de desarrollo que definamos así será el estado que diseñemos y que construyamos. No es cuestión de que el modelo de desarrollo esté en contraposición con el diseño del estado que tenga el país. El estado debe de ser motor y facilitador para el modelo de desarrollo a seguir. El país se construye a base de ideas y de acciones, nunca sobre las descalificaciones y ocurrencias producto de la ignorancia o la mala fe.

El diseño de la sociedad que deseamos, la sociedad que observamos como deseable para los costarricenses, nos permitirá congruencia en las decisiones tomadas hoy con aquella, aunque la misma se encuentre en el futuro.

El diseño de sociedad nos dirigirá hacia un modelo de desarrollo y sus componentes empresariales, laborales y estatales. El diseño de sociedad, la definición del tipo de país que deseamos llegar a tener, la definición de los intereses nacionales económicos, sociales y políticos nos guiarán hacia la construcción del modelo de desarrollo que creemos más conviene al país, y ese modelo de desarrollo definirá con claridad el tipo de estado que el país puede y debe de tener.

Deber de todos los gobiernos será enrumbar a Costa Rica por esa senda de bien y de consenso. Deber de todas las administraciones será ir ajustando las metas futuras a los cambios en el entorno para no perder vigencia, para no producir efectos indeseados.

Costa Rica requiere políticos que piensen más allá de las próximas elecciones. El país requiere partidos que piensen más en lo que ahora no se piensa casi del todo: cómo construir un país más justo, más próspero, más igualitario en las oportunidades, en los ingresos, en la acumulación de la riqueza. Un país con más crecimiento y empleo, un país con mejor educación y justicia.

Nuestro sistema requiere de ajustes serios. Nuestro sistema está para una importante reconstrucción política, económica y social ¿Será posible que algunos crean que es razonable un desempleo permanente del 12%? ¿Será posible que los ciudadanos crean que las brechas de ingreso que arrastramos puedan conservarse indefinidamente? ¿Será posible que los ciudadanos prefieran el sistema de elección de diputados que rige a otro de participación más directa?

La Junta de Notables que convocara el gobierno de doña Laura Chinchilla dejó una gran cantidad de recomendaciones al país que la Asamblea Legislativa ignoró, que el Poder Ejecutivo no promovió en su debida forma y que los ciudadanos criticaron de todas las formas posibles con una gran liviandad. Allí concluyeron muchas sugerencias en extremos valiosas y que habrían revolucionado muchos aspectos políticos, económicos y sociales.

La clase política dirigente debe de hablar más y debe de expresar más sus ideas sobre el país que necesitamos construir, la sociedad y el modelo de desarrollo que de manera consustancial le van aparejado. De igual manera el país debe de discutir el tipo de gobierno que necesitamos y vamos a construir para que sea viable el modelo de desarrollo que el país necesita. Es indispensable luego ir desarrollando los proyectos que plasmen esas ideas para que la Asamblea Legislativa los apruebe.

El país requiere de estadistas, de grandes políticos de fuste, de partidos fuertes, estudiosos y propositivos. Lo que hasta ahora vemos y analizamos es muy insuficiente.




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