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Miércoles, 24 de abril de 2024



EDITORIAL


Glenda Umaña: Editora invitada

| Viernes 07 marzo, 2014




GLENDA UMAÑA: Editora invitada

Somos nosotras las que crecimos con todos los privilegios de un hogar priorizado por la fe y el amor, donde se nos fomentó la autoestima, los sueños profesionales, el valor de la familia, de la honestidad, de la responsabilidad y del esfuerzo. Las que contamos con las condiciones y la motivación para poder estudiar y aprender distintas disciplinas. Las que hemos tenido el apoyo y respeto por nuestras decisiones para escoger una carrera o elegir nuestra pareja.
Es nuestro deber ser la voz de tantas niñas y mujeres que han carecido de esas oportunidades.
Todo comienza con un sueño de niña. Pienso en mis abuelas, una: Lucrecia, de Renales, una zona rural de Guadalajara, España. Como los otros niños, ayudaba a sus familias en las labores del campo. Pero ella soñaba con trasladarse a Madrid, y logró irse a vivir con su tía a la capital cuando no había cumplido 15 años. La otra, Anita, de la zona de Naranjo, única mujer de la familia, confinada a la atención de los “hombres de la casa”. En cuanto se casó se trasladó a San José. Se dedicó por completo a la crianza de sus 12 hijos con esmero y mucho trabajo. Ambas siempre mostraron determinación y de alguna manera cierta rebeldía con las imposiciones de la época sobre el rol de las mujeres.
Más de un siglo después desde que comenzó el Día Internacional de la Mujer como una voz de protesta, los avances han sido significativos; hay más niñas que asisten a la escuela, y hay más mujeres en puestos clave en la política y los negocios. Pero persisten las grandes diferencias en los salarios entre los hombres y las mujeres y la participación en la arena pública es todavía baja. Alrededor del mundo solo el 21,4% de los puestos en el congreso son ocupados por mujeres, según ONU Mujeres.
Es necesario enfocar el esfuerzo a que las niñas tengan las condiciones, la motivación, el apoyo y tiempo necesario para poder aprender y crecer en conocimiento. Este no es solo un elemento vital para superar la pobreza en nuestras poblaciones, pero además será una forma de prevenir embarazos prematuros, y por ende fomentar la creación de familias más estables.
Además de apoyarlas en la educación, es fundamental motivar a las niñas para la práctica rutinaria y competitiva de algún deporte. Esto contribuirá a tener una mejor autoestima.
Aun con el crecimiento de la fuerza laboral femenina, la familia sigue siendo la prioridad para la gran mayoría de las mujeres. Por ello hay compañías que han creado puestos de medio tiempo y otras que han acondicionado espacios para que las madres puedan traer a sus hijos, o laboren algunos días desde la casa.
El rol de la maternidad, ese regalo de Dios de poder dar a luz y ser la luz para una nueva criatura, es el de mayor trascendencia. La forma como marche un hogar, depende mucho del estado de ánimo de las mujeres. Hoy en día hay mucha presión para verse bien, desarrollarse intelectualmente y ser excelentes madres y esposas. Es necesario que las mujeres tengan más apoyo y reconocimiento por esa, la labor más importante.
En ese sentido en su carta a las mujeres en 1995 el Papa Juan Pablo II envió este mensaje:
“Te doy gracias mujer-madre que te conviertes en seno del ser humano con alegría y dolor del parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento… punto de referencia en el posterior camino de la vida”.
Según la revista The Economist, las mujeres están ganando la batalla en la educación: el 57% de los títulos de bachillerato, 59% de las maestrías y la mitad de los doctorados son de mujeres. Se estima que para 2017 tres mujeres se graduarán de la universidad por cada dos hombres.
Vale la pena destacar las características de las cinco mujeres que tienen mayor éxito en el campo de la tecnología: aman lo que hacen, pero también tienen un buen equipo de apoyo para atender a la familia. Si están descontentas en su lugar de trabajo, lo exteriorizan, enfrentan la situación y si no funciona buscan otras opciones.
Las mujeres estamos acostumbradas a manejar efectivamente varias cosas a la vez. Somos más organizadas y efectivas, pero a la vez hay más timidez y menos seguridad.
Cada una tiene la capacidad de dejar una marca, ver las fortalezas, atreverse aunque cometamos errores. Ser positivos y siempre seguir adelante. Necesitamos apoyarnos más unas a otras. Por cada una que tenga éxito, todas recibimos un poquito. Debemos ser auténticas y no dejar de ser nosotras mismas.
Cualquiera que sea nuestro campo, debemos ser más solidarios, escuchar las historias de las mujeres y compartirlas, utilizar nuestra posición y talentos por una causa para devolver a la sociedad.
Es un privilegio para mí formar en este día parte de este equipo periodístico que hoy presenta distintos reportajes sobre la historia de algunas de las mujeres destacadas en nuestro país.
Quedan muchas otras, algunas que luchan solas y en silencio… ¡para ellas nuestro aplauso y acompañamiento!







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