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¿Ganaría yo la Presidencia?

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 14 julio, 2016


Quien llega al Poder Ejecutivo debe conocer los actuales instrumentos que existen para gobernar y buscar su alineamiento con sus propuestas y decisiones. Tener claro que su función como presidente es ejecutar y no legislar


SIN TREGUA

¿Ganaría yo la Presidencia?

Claudio Alpízar Otoya, Politólogo
Le aseguro que es esta la pregunta común que se hace la mayoría de quienes pretenden ser candidatos a la Presidencia de la República y sus más cercanos colaboradores para las elecciones 2018, así pasan el mayor tiempo viendo una y otra encuesta, contando anticipadamente los votos.
Cuando la pregunta correcta que deberían contestar es: ¿A dónde quiero llevar a Costa Rica? La respuesta de esta profunda pregunta no solo les obligará a pensar el futuro del país, sino que de inmediato les exige imaginar su presidencia, las respuestas a las necesidades ciudadanas y las cualidades de quienes han de acompañarles en tan compleja tarea.
En días pasados un buen amigo me refería un comentario de un excandidato perdedor en procesos anteriores, quien decía haberse preparado toda su vida para ser presidente y no haberlo logrado, lo planteaba a nivel de reclamo a la vida. De seguro su error fue que nunca se preparó para ser una buena persona, algo fundamental en un gobernante comprometido.
Ese mismo día, horas después, coincidí con otro amigo —hoy precandidato— y me contó, sin haberle comentado el caso anterior, que una periodista le preguntó si él se había preparado para ser presidente, a lo que contestó que no, que él se preparó para salir adelante y enfrentar las dificultades de la vida. No hay duda que su respuesta fue la correcta, y en caso de perder lo asumirá como parte de ese proceso de formación personal y no como una frustración perenne.
Quien llega al Poder Ejecutivo debe conocer los actuales instrumentos que existen para gobernar y buscar su alineamiento con sus propuestas y decisiones. Tener claro que su función como presidente es ejecutar y no legislar, así que sus intenciones de cambio para mejorar los instrumentos legales son loables pero serán útiles para quien le ha de suceder, mas él debe gobernar con los existentes y sus propuestas deben contemplar ese “manual”.
Con frecuencia escuchamos a muchos políticos hablar de la ingobernabilidad, de lo imposible de hacer transformaciones y poner a caminar al país. Pues bien, quien no tiene la ilusión ni la motivación de gobernar en las situaciones actuales debe evitar ser candidato en 2018. Gobernar sin sueños, sin ilusión y sin motivación es la fórmula ideal para fracasar en el ejercicio del poder y así mantener a la nación postrada en la desesperanza.
El pesimismo de muchos políticos activos en relación a las posibilidades de sacar adelante a la nación es la peor conspiración contra un futuro prometedor. Pensar en el futuro es anticipación de acción política, quien quiere gobernar debe tenerla, de no ser así se convierte en un actor reactivo que no podrá configurar el país requerido.
Hablar e imaginar el futuro nos refiere siempre a la dimensión del presente, sin mejorar el presente es imposible abrazar el futuro. Los “políticos” de la democracia de los sondeos y encuestas lo único que infieren del futuro son los malos augurios de las mediciones económicas, políticas y sociales que se advierten. Pero sus voluntades e ideas de acciones para cambiar esas premoniciones fatalistas son limitadas y acentúan la indignación.
Ahora, la pregunta que se debe hacer usted como ciudadano responsable es: ¿Quién se hará cargo del futuro de la nación para sacarnos de la tiranía de la inmediatez? ¿Quién?

 

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