Futuro del café en la picota
Ante una eventual competencia del café brasileño, se debe responder con medidas respetuosas de las leyes del mercado
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 04 septiembre, 2010
Se encuentra en análisis la decisión de incluir en las negociaciones del Contrato C el café de Brasil.
El mercado de Nueva York transa los futuros del café mediante los contratos C; cada uno de ellos equivale a 37.500 libras (250 sacos de café oro de 69 Kg) o sea un contenedor.
Si la intención de Brasil llegara a prosperar, los efectos en el mercado mundial serían funestos, caerían los precios del grano de alta calidad, incluyendo el de Costa Rica.
La industria del café ha estado expuesta siempre a circunstancias volátiles; no le queda más que observar con todo rigor las leyes del mercado.
Buena lección de esto nos legó la década de 1990, cuando escasearon recolectores en Costa Rica. Hubo que importar mano de obra para labores agrícolas, las cosechas se salvaron y la sobreoferta de trabajadores estabilizó el salario en el sector.
Por eso, ahora, ante una eventual competencia de Brasil, podemos disminuir la oferta, con los efectos que esto implicaría, como es el desempleo en la actividad cafetera.
Está permitido aumentar la demanda, buscar nuevas opciones en el mercado tendientes a darle valor agregado a nuestro grano, procurar un posicionamiento con cafés gourmet procedentes de nuestra cosecha de altura, o cualquier otra medida respetuosa de las leyes del mercado.
No es recomendable, en cambio, conceder subsidios a un sector que abarca a la más rancia de las oligarquías costarricenses. Tampoco es válido otorgar créditos fáciles, como se hizo en el pasado, exponiendo la solidez de la banca.
Las soluciones proteccionistas entrañarían un retroceso en extremo peligroso, precisamente ahora que rige un sistema de apertura y libre mercado.
De todo modos, las soluciones paternalistas más temprano que tarde terminan convirtiéndose en redención de un sector a costa de una mayor pauperización de los que menos tienen.
Podría alegarse que el ingreso de Brasil a los contratos C afectaría el mercado de manera artificial, por cuanto el café producido en ese país es de calidad inferior. De ser esto cierto, constituiría una demostración más de que las crisis —sin importar en qué actividad comercial se presenten— se originan en acciones que desafían la globalización, y no en fallos que presenten esta o las normas que la rigen.
Responder a situaciones como esta, con medidas igualmente artificiales, solo empeoraría los efectos.