Fondos: Gestión activa
| Lunes 03 marzo, 2008
Fondos:
Gestión activa
Una de las preguntas que normalmente le surge al principiante en materia de inversiones es la siguiente: ¿Cómo puede tener sentido una teoría de gestión de cartera activa si es ampliamente aceptada la noción de que los mercados se encuentran en equilibrio?
En principio, la eficiencia de los mercados se mantiene cuando un número importante de inversionistas se desvinculan de las estrategias pasivas de la diversificación eficiente, con la finalidad de incorporar en sus carteras valores con rentabilidades muy por encima de la fijada por los mercados. Esta competencia provoca movimientos en el precio de los valores lo que lleva a un nuevo equilibrio del mercado. Así, la mayoría de los gestores encontrarán barreras a la estrategia pasiva si se toma en cuenta el riesgo con relación a la rentabilidad.
Sin embargo, los gestores más sobresalientes podrán superar la media de las previsiones que se proyectan con la información del mercado y, buscarán construir carteras que arrojen beneficios muy por arriba de los programados. La lógica económica y la evidencia empírica de estos comportamientos indican que los administradores de cartera más exitosos tienden a superar las previsiones medias. Lo anterior por lo siguiente, si ningún analista puede vencer la estrategia pasiva, el inversionista no encontrará justificación para pagar honorarios altos a un analista caro y adaptarán estrategias pasivas menos costosas. Ello provocará una caída en los fondos de inversión y los precios dejarán de reflejar las proyecciones más sofisticadas.
En ese sentido, las oportunidades serán para los gestores activos que nuevamente obtendrán el éxito. En este marco, la consideración base tiene que ver con inversionistas capaces de adoptar decisiones inteligentes sobre cómo gestionar su dinero. Este fenómeno es hoy más determinante que en el pasado, a la luz del desplazamiento de la demanda de activos financieros hacia sectores como los alimentos, materias primas, energía, salud y metales preciosos como el oro y la plata.
Juan Carlos Pérez Herra
jcperez@larepublica.net
Gestión activa
Una de las preguntas que normalmente le surge al principiante en materia de inversiones es la siguiente: ¿Cómo puede tener sentido una teoría de gestión de cartera activa si es ampliamente aceptada la noción de que los mercados se encuentran en equilibrio?
En principio, la eficiencia de los mercados se mantiene cuando un número importante de inversionistas se desvinculan de las estrategias pasivas de la diversificación eficiente, con la finalidad de incorporar en sus carteras valores con rentabilidades muy por encima de la fijada por los mercados. Esta competencia provoca movimientos en el precio de los valores lo que lleva a un nuevo equilibrio del mercado. Así, la mayoría de los gestores encontrarán barreras a la estrategia pasiva si se toma en cuenta el riesgo con relación a la rentabilidad.
Sin embargo, los gestores más sobresalientes podrán superar la media de las previsiones que se proyectan con la información del mercado y, buscarán construir carteras que arrojen beneficios muy por arriba de los programados. La lógica económica y la evidencia empírica de estos comportamientos indican que los administradores de cartera más exitosos tienden a superar las previsiones medias. Lo anterior por lo siguiente, si ningún analista puede vencer la estrategia pasiva, el inversionista no encontrará justificación para pagar honorarios altos a un analista caro y adaptarán estrategias pasivas menos costosas. Ello provocará una caída en los fondos de inversión y los precios dejarán de reflejar las proyecciones más sofisticadas.
En ese sentido, las oportunidades serán para los gestores activos que nuevamente obtendrán el éxito. En este marco, la consideración base tiene que ver con inversionistas capaces de adoptar decisiones inteligentes sobre cómo gestionar su dinero. Este fenómeno es hoy más determinante que en el pasado, a la luz del desplazamiento de la demanda de activos financieros hacia sectores como los alimentos, materias primas, energía, salud y metales preciosos como el oro y la plata.
Juan Carlos Pérez Herra
jcperez@larepublica.net