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Flat Tax, Derechos -ó Torcidos- Humanos y Recuerdos

Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 03 marzo, 2009


TROTANDO MUNDOS
Flat Tax, Derechos —ó Torcidos— Humanos y Recuerdos

Humberto Pacheco

Panamá, que sigue metiéndonos distancia en su afán de crear el entorno adecuado para la inversión extranjera, ha entrado a analizar la adopción del Flat Tax para su sistema tributario. Es el método que tanto hemos impulsado para Costa Rica, moderno y fácil de administrar, beneficioso para el pueblo y para el Estado, que ni siquiera quisieron analizar las autoridades nacionales, no obstante la cuantiosa información que se publicó, incluyendo en varias de estas columnas. Seguimos durmiendo para el mismo lado.
Al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos se le quemaron los fusibles cuando condenó al Reino Unido por retardación de justicia en el arresto del “predicador del odio”, Abu Katada, vinculado al horrendo crimen de Al Qaeda del 9-11. El trato que le brindaron a éste y otros instigadores al crimen en nombre de la “religión”, palidece ante el de sus colegas en Guantánamo y se apoya en evidencias fuertes, no en sospechas.
Aunque los montos de la condenatoria son simbólicos, el hecho de otorgarle una victoria a los terroristas nos causa consternación. Un purismo discorde con la época que vive la humanidad, amenazada hasta sus cimientos por esos desalmados. Como vagamente recordamos de las clases del Dr. Guillermo Padilla Castro, la aplicación histórica del derecho penal oscila entre máxima protección a la víctima, con pena de muerte y demás, en unas épocas, y máxima protección del criminal en otras. Obviamente vivimos en la de jueces que se preocupan más por los angelitos presos por crímenes horrendos que por la larga estela de víctimas que dejaron en su camino.
Lo insólito es que ni siquiera mencionan el único caso que sí merece condenatoria e indemnización, el del brasileño inocente al que mató la policia porque lo confundió con un terrorista por su apariencia física. ¿Fiscales tocando violín?
Sí aplicásemos aquí estos idílicos parámetros, aceptables en casos normales pero no en los de terrorismo, habría que enviar a la guillotina al tribunal local que por más de dos años tuvo preso a un ciudadano porque su compañía financiera quebró, sólo para terminar exonerándolo de la acusación que se le había formulado. ¿Para quienes está reservada la casa por cárcel, para los traficantes de drogas? Cómo que nuestra justicia no sólo es ciega sino renca, manca, sorda y muda.
En otro contexto, nos sumamos a las condolencias por la muerte de Conchita Cintrón. La recordamos con admiración como modelo importante de nuestra infancia ecuestre. Vivíamos el paso entre los años cuarenta y cincuenta y nuestro Tío Abuelo Aníbal Coto, riguroso pionero de la caballería de Costa Rica, había dispuesto que los niños Pacheco debían aprender a montar a caballo “como Dios manda”. Conchita era el ídolo a emular, pues además de torera valiente, era impecable jinete. Por mucho tiempo tuvimos que oír que no lo estábamos haciendo como ella, sobretodo nuestra hermana, no obstante ser una excelente jinete.
Muchos años más tarde y ya muerto don Aníbal, cuando regresamos al país tras forjar una parte de nuestra educación en el extranjero, amigos de Cartago nos contaban como ponían el reloj cuando él pasaba frente a sus casas, montado en su peruano negro azabache, el Inca. Salía diariamente de la casa de la familia a las tres en punto, pasando por el Colegio San Luis Gonzaga rumbo a la Iglesia de Los Angeles, y regresaba por el costado de las ruinas de la Parroquia; un día si y el otro también.
Que bella época y que linda ciudad era la ex –capital, hoy reducida a pobre pueblo por la indolencia de sus ciudadanos.

vikocr@racsa.co.cr

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