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Fidel, hasta nunca

Luis Alejandro Álvarez redaccion@larepublica.net | Miércoles 29 noviembre, 2017


Fidel, hasta nunca

Ya ha transcurrido un año del fallecimiento de una figura controversial de la historia.

Con su régimen todavía perpetuado en la figura de su hermano Raúl, de la mejor forma que han hecho las dinastías en esta región carente de monarquías, se le despidió como un héroe.

Muchos de sus seguidores a lo largo y ancho del globo, le recuerdan como el valiente que se enfrentó al imperio. Ese calificativo no se sustenta mucho.

No se puede negar que convirtió a Cuba en una realidad incómoda en el patio frontal de Estados Unidos, a pocas millas de la costa de Florida, en el ámbito de influencia de esa potencia, en medio de la Guerra Fría, con un apoyo incondicional de la Unión Soviética, desde donde fluyó el dinero para darle sustento a la revolución y asegurar su éxito.

No se puede decir lo mismo del valiente general en relación a su pueblo.

Nunca tuvo este la valentía de enfrentarse a los cubanos para que estos pudieran elegirlo como su legítimo representante. Nunca permitió que lo escogieran como su gobernante.

Poder disfrutar de elecciones libres y permitiendo participación de la oposición, fueron un anhelo de muchos y que nunca se concretó.

Mucho se ha escrito sobre la eliminación de la libertad de opinión en la Isla Juana, sobre los presos de conciencia y del desgarro familiar que hubo entre aquellos que no toleraron el régimen, y tuvieron que abandonar a los suyos, o buscaron un mejor futuro fuera del paraíso soviético-castrista. Situación que incluso hoy se mantiene.

Parte de su misión histórica, o de Cuba al mundo, fue servir de agente para que la revolución se exportara a lejanas latitudes, no solo en la región.

Las tropas cubanas no fueron extrañas en América: Nicaragua, Bolivia, por ejemplo; y en África: Angola, Zaire, Sudáfrica, entre otros, donde apoyaron tropas subversivas, y dejaron su huella de sangre.

Muchas vidas se perdieron en su afán de expandir una revolución y una ideología que luego vendría a desplomarse con la caída de la Unión Soviética, para ponerles fin a esas aventuras intercontinentales del dictador.

En la historia ha habido líderes que han encabezado movimientos armados, y que luego, con su misión cumplida, se han retirado y han dado paso a que los pueblos por voluntad propia rijan sus destinos. Para ello no debemos ni siquiera dejar nuestras fronteras.

De esos líderes sí está hambrienta la historia.

No se podrá negar el avance en la alfabetización, salud, y escolaridad que hubo en la isla, y logros en otros campos, pero siempre quedará en el aire la pregunta si el costo que tuvieron tales avances fue el apropiado.

Sin duda, Fidel es un personaje a quien lo juzgará la historia, y en algunas décadas podrá ponderarse, ya sin pasiones, sobre el amplio espectro de sus acciones y omisiones a lo largo de su vida, y en el ejercicio del poder.

Irónico fue que falleciese un “Black Friday”, día máximo del consumo, no solo el territorio de su imperial enemigo, sino ya globalizado.

El futuro también dirá si todas sus luchas, toda la sangre derramada, y los avances logrados para el pueblo cubano, le premiará, como le sucedió con su compañero de luchas, el Che Guevara, convirtiéndolo en un icono del comercio para la venta de camisetas con su imagen.

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