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EDITORIAL


Falta de agenda

| Miércoles 25 abril, 2012





Es lamentable que la oposición no logre ser una fuerza coherente y unificada para generar el contrapeso necesario en el Congreso

Falta de agenda

Es lamentable que los partidos políticos lejos de defender ideologías o planteamientos de acción de cara a la ciudadanía, se agrupen una vez al año, cercana al 1° de mayo, solo para establecer cuotas de poder temporales, que no vienen a resolver los serios problemas que enfrenta el país, sino a crear parches legislativos.
Es lamentable que la oposición, por una falta de diálogo no pueda representarse a sí misma como una fuerza coherente y unificada para generar el contrapeso necesario en la Asamblea Legislativa y ejercer el control político que tanto se necesita.
Es lamentable que el 1° de mayo quede reducido a una carrera por la presidencia del Congreso, ausente de acuerdos de rutas para seguir y buscar soluciones conjuntas entre los partidos políticos de lo que deberían ser las prioridades de un nuevo año legislativo.
El cortoplacismo sigue dominando al punto de percibir como una victoria lo que no puede ser más que un efímero momento para ejercer el poder sin verdaderas propuestas para solucionar los principales problemas nacionales.
Obtener el poder que puede dar la presidencia del Congreso no tiene ningún significado importante si este no se utiliza para exponer y defender ideas sobre lo que más agobia hoy a la ciudadanía (salud, educación, infraestructura, seguridad…) a fin de encontrar vías de solución.
Estos grandes problemas sufren hoy desatención, estancamiento, cuando no malos manejos.
A una de las principales tareas del Congreso, como es la de aprobar el presupuesto anual de la nación, debería llegar nuestro cuerpo legislativo habiendo debatido sobre dichos problemas para asegurarse de que sean prioritariamente atendidos en ese presupuesto.
Para ello, debería haber en el país un ejercicio político de altura, en vez de esa febril actividad electorera que pone en evidencia la ambición de poder para fines espurios, ajenos al bien común.
Si no logra consolidarse una oposición con capacidad de unir esfuerzos para apoyar proyectos de bien común, de justicia y solidaridad para dar solución a los más graves problemas de la sociedad y para ejercer adecuado control político, un nuevo 1° de mayo no tendrá importancia alguna. No servirá para sacar al país de la ineficiencia, de los manejos oscuros y del estancamiento; no mostrará la cara de un nuevo Primer Poder de la República que haya aprendido algo del camino recorrido.






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