Factor humano: ¡Ganar perdiendo!
| Viernes 19 diciembre, 2008
¡Ganar perdiendo!
Ninguna victoria o derrota nos convierte en ganadores o perdedores. Los resultados son logros pero no indicadores de la calidad humana de una persona. Se puede perder y seguir siendo un ganador o viceversa.
Lo anterior conduce a una pregunta que todos debemos hacernos: ¿Qué significa ser exitoso? Por supuesto que hay miles de respuestas y cada persona tiene la propia. Sin embargo, combinando las propuestas de dos entrenadores deportivos, John Wooden y Jim Tressel, podríamos considerar la siguiente: Exito es sentir paz en la mente, una profunda satisfacción interior, que es resultado directo de la satisfacción de saber que hacemos el máximo esfuerzo, para convertirnos en lo mejor que podemos ser en beneficio del equipo y de los demás.
Dicha paz mental solo puede ser verificada por nosotros mismos; nadie más puede hacerlo pese a que lo intente. Esto independiza el éxito de la opinión ajena, del juicio de quienes están imposibilitados de entrar en nuestra mente.
Procurar convertirnos en lo mejor que podemos va más allá del simple uso de capacidades; tiene que ver con lograr ser la persona que aspiramos, y no en poseer tales o cuales talentos y recursos. Ser quien queremos ser no debe confundirse con alcanzar trofeos, que es apenas una manifestación de logros, de lo que hacemos y no de lo que somos.
Si la conciencia interior asevera que en verdad somos quien deseamos ser y que, consecuentemente, también pusimos nuestras máximas capacidades al servicio del equipo, sin ninguna mezquindad ni reserva, entonces podemos separar los resultados de la íntima satisfacción, pues no siempre ser un ganador coincide con ganar algo, y perder un partido tampoco nos convierte en perdedores.
Cuanto más separemos el “ser” del “hacer” y el crecer del tener, más comprenderemos que el éxito no se mide por los galardones que nos otorguen quienes no tienen ni idea de la paz que poseemos en nuestra mente y conciencia, sino por la satisfacción de habernos realizado y de servirle a nuestro equipo al máximo nivel.
Bobby Richardson, beisbolista de los New York Yankees, solía preguntarles a los jóvenes que asistían a sus charlas: ¿Si el juego de la vida terminara esta noche: lo terminarías como un ganador? Curiosamente, dice Tressel, quienes se desempeñan mejor en ese “gran juego” ganan más partidos porque cuando “el todo está muy bien, las pequeñas partes también lo estarán.”
Es decir, las personas que son felices con lo que son y con su propósito de vida, pondrán más empeño en lo que hacen y en servir con ello a los demás, por eso alcanzan mejores resultados.
Ganar, entonces, no es el gran reto, sino ser ganadores
German Retana
German.retana@incae.edu
Ninguna victoria o derrota nos convierte en ganadores o perdedores. Los resultados son logros pero no indicadores de la calidad humana de una persona. Se puede perder y seguir siendo un ganador o viceversa.
Lo anterior conduce a una pregunta que todos debemos hacernos: ¿Qué significa ser exitoso? Por supuesto que hay miles de respuestas y cada persona tiene la propia. Sin embargo, combinando las propuestas de dos entrenadores deportivos, John Wooden y Jim Tressel, podríamos considerar la siguiente: Exito es sentir paz en la mente, una profunda satisfacción interior, que es resultado directo de la satisfacción de saber que hacemos el máximo esfuerzo, para convertirnos en lo mejor que podemos ser en beneficio del equipo y de los demás.
Dicha paz mental solo puede ser verificada por nosotros mismos; nadie más puede hacerlo pese a que lo intente. Esto independiza el éxito de la opinión ajena, del juicio de quienes están imposibilitados de entrar en nuestra mente.
Procurar convertirnos en lo mejor que podemos va más allá del simple uso de capacidades; tiene que ver con lograr ser la persona que aspiramos, y no en poseer tales o cuales talentos y recursos. Ser quien queremos ser no debe confundirse con alcanzar trofeos, que es apenas una manifestación de logros, de lo que hacemos y no de lo que somos.
Si la conciencia interior asevera que en verdad somos quien deseamos ser y que, consecuentemente, también pusimos nuestras máximas capacidades al servicio del equipo, sin ninguna mezquindad ni reserva, entonces podemos separar los resultados de la íntima satisfacción, pues no siempre ser un ganador coincide con ganar algo, y perder un partido tampoco nos convierte en perdedores.
Cuanto más separemos el “ser” del “hacer” y el crecer del tener, más comprenderemos que el éxito no se mide por los galardones que nos otorguen quienes no tienen ni idea de la paz que poseemos en nuestra mente y conciencia, sino por la satisfacción de habernos realizado y de servirle a nuestro equipo al máximo nivel.
Bobby Richardson, beisbolista de los New York Yankees, solía preguntarles a los jóvenes que asistían a sus charlas: ¿Si el juego de la vida terminara esta noche: lo terminarías como un ganador? Curiosamente, dice Tressel, quienes se desempeñan mejor en ese “gran juego” ganan más partidos porque cuando “el todo está muy bien, las pequeñas partes también lo estarán.”
Es decir, las personas que son felices con lo que son y con su propósito de vida, pondrán más empeño en lo que hacen y en servir con ello a los demás, por eso alcanzan mejores resultados.
Ganar, entonces, no es el gran reto, sino ser ganadores
German Retana
German.retana@incae.edu