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"Esto fue lo que soñé"

Luis Fernado Rojas lrojas@larepublica.net | Miércoles 13 abril, 2011




“Esto fue lo que soñé”
Gineth Soto dice que hasta el momento, la expedición ha sido la que anhelaba

Sentada en las afueras del campamento y arriesgando un poco por las estrictas reglas de la expedición. Gineth Soto nos llamó y su voz, a miles y miles de kilómetros de acá, sonó cargada de alegría, entusiasmo y esperanza…
“Luis, hasta el momento esta es la excursión con la que siempre había soñado”, expresó la alpinista tica, que ya está en el campamento base, y que afirma que el grupo es unido (todo lo contrario a aquella poco grata experiencia de 2008) y que hay tres mujeres (entre estas una coreana y una alemana), con lo cual ella dejó de ser “bendita” entre todos los hombres.
“La gran diferencia —nos dijo— es el profesionalismo con que se está haciendo todo; del trato y de la comida ni hablar, muy bien, y eso te da seguridad, estoy muy optimista, estoy fuerte mental y físicamente”.
Gineth señaló que “sigo el a,b,c de lo que dicen los guías, ellos tienen razón y las medidas que se toman es para evitar que la gente se enferme, ya que las noches son muy frías”, que es uno de los peligros cuando se está a 5.350 metros de altura, que es donde está ubicado el Campamento Base, al que Soto ya arribó.
Ahora viene la aclimatación, y una ceremonia que para Gineth significa mucho, en la que los sherpas (los guías de la zona) le piden permiso a la montaña para escalarla; Soto toma muy en serio esta actividad, porque de la misma salen fortalecidos espiritualmente para lo que viene. Y lo que viene para Gineth son las caminatas de aclimatación, subir y bajar, subir y bajar, preparándose para el gran momento que será durante la segunda y tercera semana de mayo, cuando se realice en empujón final hacia la cima.
“Estoy consciente de que lo que viene es duro, pero para eso estoy aquí”, expresó la valiente tica, expuesta en estos momentos a temperaturas hasta de 10 grados bajo cero.
Pronto vendrá la escalada a un pico que está para arriba de los 6 mil metros de altura, y luego el regreso al campamento base, hasta que “sea el momento de enfrentar la llamada zona de la muerte; pero allá voy, sintiendo en mi espalda, más que el frío, el empuje de muchísima gente; amigos, familiares, patrocinadores, que me murmuran desde la lejanía, que sí se puede…”

Luis Rojas
lrojas@larepublica.net






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