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FORO DE LECTORES


¡Estamos en eso!

| Martes 07 octubre, 2008


¡Estamos en eso!


En Costa Rica nos hemos acostumbrado a resolver muchos de nuestros asuntos, no en meses, ni en años, sino en décadas. Asuntos que son de carácter prioritario, vitales para la marcha normal de la vida nacional y que nos afectan a diario a todos los ciudadanos, se postergan sin más ni más.
Esta penosa realidad es palpable, muy especialmente en el área de la infraestructura nacional, dígase carreteras, puertos, aeropuertos, diques, autopistas, puentes, son quizá las principales carencias con las que vivimos a diario.
Hace casi 40 años iniciamos la ampliación de la avenida segunda y se quedó ahí, en la cuesta del Museo, de ahí no pasó y se supone que debía conectar con la calle ancha de Los Yoses y seguir así, amplia, hasta unirse en Curridabat con la autopista Florencio del Castillo y descongestionar un poco el cruce por el centro de la ciudad capital.
La costanera sur, el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, los puertos, la carretera a San Carlos, la autopista a Caldera, que parece que ahora será solo una carretera, son solo unos pocos ejemplos más ¿Por que nos ganó el tiempo y los puentes se quedaron así, angostos, contrario a las necesidades de hoy? De todas estas obras hemos escuchado hablar a las últimas cuatro o cinco administraciones y resulta que todas las iban a terminar. Esperamos que luego de la sexta o sétima, sea la vencida y al fin se concluyan.
Recuerdo que en la administración anterior, se hablaba a boca llena de ampliar la carretera a San Ramón a ocho carriles, la carretera a Heredia a seis carriles, la autopista a Cartago, igualmente a seis carriles, ¡puro cuento!, resultaron ser solamente, fantasías o “números alegres”.
El tiempo sigue su marcha y nosotros los ciudadanos nos quedamos, estoicamente, a la espera de nuevas promesas. El desarrollo presiona, el mundo se desarrolla, el país debe crecer y, por el contrario, los costarricenses nos ahogamos en el enojo a causa de una absurda e ineficiente burocracia. Son constantes las licitaciones infructuosas, con apelaciones interminables; sudamos y maldecimos en las presas, nos quedamos atrás.
Los presupuestos se aprueban y una década después a la hora de ejecutar la obra planeada, resultan ser insuficientes y por supuesto, la obra no se construye o queda a medias y entonces… recurrimos al parche, al remiendo.
¿Cómo fue posible que nuestros antepasados, cafetaleros pobres, con escasísimos recursos económicos y tecnológicos construyeron el Teatro Nacional, el Estadio Nacional, el tranvía en San José, un ferrocarril de océano a océano, entre muchos otros grandes proyectos viales y obras de infraestructura? Y nosotros, hoy, con toda la tecnología a la mano, con grandes recursos económicos, ¿por qué no podemos salir de este pantano en que caímos de manera inexplicable?
Reina la opinión y parece ser la acertada, de que todo es culpa de la burocracia, el exceso de leyes que en vez de agilizar, obstaculizan la construcción de un país moderno. También nuestra idiosincrasia tiene su cuota de culpa, tendemos a posponer las decisiones, siempre “estamos en eso”. Nos hace falta una alta dosis de disciplina y de apertura para negociar un modelo político, un acuerdo nacional que permita gobernar responsablemente, ágilmente y sin trabas.
Parte de la solución a esta penosa cotidianidad estaría en la agilización de los procesos licitatorios, en acabar con la burocracia ineficiente, desterrar la nefasta mentira o justificación de que “estamos en eso”, disminuir la tramitomanía, exigir resultados y ver como han resuelto el problema otros países.
Para aprender a hacer algunas cosas no necesitamos ir muy lejos, tomemos ejemplos en el vecindario, solo veamos como algunos países del área se han involucrado en la construcción de mega proyectos. Panamá con la ampliación del canal, edificando autopistas amplias y modernas, aeropuertos de primera clase, adelantando la modernización de puertos de calidad mundial, tendiendo ferrocarriles de verdad y una larga lista más. El Salvador no se queda atrás, cuenta ya con un aeropuerto de primer orden. A simple vista parece que están haciendo mejor las cosas.
Los costarricenses debemos hacer un esfuerzo extra, nada nos cuesta volver a la normalidad, como lo hacíamos antes y sacar el trabajo en meses, no en años, ni en décadas, como sucede tristemente hoy.

Johnny Sáurez S.
Abogado y notario





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