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Esquina Epicúrea

| Viernes 15 febrero, 2008




Esquina Epicúrea
Cata

Siempre he tenido una constante inquietud respecto al dogmatismo alrededor del tema del vino y es cada vez más creciente, y es que el asunto es con esta bebida, pues en el caso de la cerveza otro gallo canta ya que todavía (aunque está cambiando) no es vista con el “glamour” con que se percibe el vino, lastimosamente.
Mi inquietud radica específicamente en el lenguaje tan complejo que se utiliza frecuentemente durante las catas para describir las características del vino: ¡nadie verdaderamente las entiende! ¡Creo que solo aquellos privilegiados enólogos y sommeliers que no padezcan de alergias!
Por favor, no me mal interpreten, desde luego que sí se reconocen los frutos rojos, la pimienta, el anís, el cassis y las notas eminentemente frutales y florales, entre otras, lo que pasa es que se habla un idioma demasiado técnico que la mayoría de los mortales ni lo entienden ni lo entenderán nunca.
Sencillo: no tendrán el tiempo a pesar de contar con el interés. ¿Cómo vamos a identificar el regaliz o la grosella negra si no sabemos qué es?
Los entendidos como los enólogos y aquellos que sí tienen el tiempo y la plata para probar muchos vinos constantemente, cuando se juntan y comparten se entienden entre sí muy bien, pero cuando veo a enólogos y otros no tan formados hablando del vino a una audiencia interesada y atenta y vuelan poéticamente con descripciones dignas de una novela romántica, desearía poder leer las mentes que probablemente piensan: “Ups… será que soy un inepto porque no siento ni papa… menos de melocotón…”.
Los tiempos actuales requieren liberación y no criterios basados en experiencias muy personales a la hora de expresar opiniones sobre sabores, aromas y bouquets, es hora de que cada uno pueda decir exactamente lo que piensa y sin temor a ser visto como un candidato a la inquisición.
Dijo alguien un día “…a mí me huele al armario de mi abuela!” Claro, ahí jugaba a las escondidas cuando era niño y su privilegiada nariz espontáneamente captó las fragancias de la madera ¡y voila!
A mí me huele a nance, podría decir otro que creció entre estos frutos… Todos venimos de viajar por un carril de los muchos que tiene la autopista de las sensaciones de olores y sabores, ese carril representa nuestra cultura y a lo que por voluntad, gusto, moda o imposición he experimentado, ese carril soy yo y no puedo ser otra cosa.
Aventurarse a otros carriles de la mano de un guía suena interesante, un guía que esté también interesado a escucharme a mí y no solamente a él o ella.
¡Claro se me olvidaba! Nuestro país no tiene una tradición vitivinícola. Crecimos entre armarios, nances, bananos y café! Así que ya sabe… ¡diga lo que sienta!
Buen provecho y hasta la próxima semana.

Alfredo Echeverría
Director ejecutivo
Grupo HRS Consultores






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