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¿Es usted supersticioso? ¿Es usted tonto?

Bloomberg | Miércoles 11 noviembre, 2015 12:00 a. m.




Jane Risen cree saber por qué la gente se pone un poco nerviosa cerca de los gatos negros y los viernes 13. La parte racional de sus cerebros deja que la parte irracional haga lo que quiera durante un rato.

“La gente puede detectar un error pero elegir no corregirlo, un proceso al que llamo aquiescencia”, escribe Risen, científica conductista y profesora de la Escuela de Administración Booth de la Universidad de Chicago, en la última edición de la revista académica Psychological Review.

Su artículo “Believing What We Do Not Believe: Acquiescence to Superstitious Beliefs and Other Powerful Intuitions” (creer en lo que no creemos: la aquiescencia a supersticiones y otras intuiciones poderosas) se aparta de un sentido común de la psicología. Tradicionalmente, dice ella, “los investigadores trataron al pensamiento mágico como un déficit cognitivo o incluso como una forma de psicopatología”.

Pero tantos adultos “inteligentes, educados y emocionalmente estables creen en supersticiones” que ella pensó que necesitábamos una mejor explicación. “Más de la mitad de los estadounidenses encuestados, por ejemplo, admitió tocar madera, y casi un cuarto evita pasar caminando debajo de escaleras”, escribe ella.

 

Supersticiones

Risen adopta la tipología de Sistema 1 y Sistema 2 inventada por Daniel Kahneman, el psicólogo de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía. El Sistema 1, rápido e intuitivo, genera ocasionalmente pensamiento mágico. El Sistema 2, lento y racional, corrige los errores. Los psicólogos afirman que la superstición es síntoma de un Sistema 2 perezoso o ignorante.

No, dice Risen. El Sistema 2 puede estar funcionando perfectamente en la detección de pensamientos imperfectos. De todas formas, la gente “consiente” con el Sistema 1, que es más poderoso, y se pone la camiseta de su equipo frente a la tele todos los domingos para ayudar a su equipo a ganar. Risen es coautora de una columna sobre su investigación publicada en el New York Times el 30 de octubre.

¿Se cree invulnerable a los pensamientos supersticiosos? Intente decir esto en voz alta: No me atropellará un Mercedes-Benz a toda velocidad hoy. Tampoco le pasará eso a nadie cercano a mí.

O ponga azúcar en un frasco y péguele la etiqueta “Cianuro de sodio. Veneno”. Ahora dele una cucharada del veneno —digo, azúcar— a un niño.

¿Qué pasa, está un poco nervioso?

Risen admite que ella misma puede ser supersticiosa. Ella desea callar a los comentaristas deportivos cuando señalan que a sus Phillies, Eagles y Flyers les está yendo bien por miedo a que los quemen. “Tengo la reacción de decir: ‘No digan eso’”, dice ella. “Seguida inmediatamente por: ‘Oh, no importa’”.

Una forma de resistir a la debilidad por la superstición, según Risen, es fijarse una política de conducta en ciertas situaciones y atenerse a ella, porque si se va de a un caso por vez, es más probable que uno sucumba a la superstición. Es como el consejo que se les da a los que hacen dieta: fijarse una regla de no comer nunca tentempiés después de cenar hace más fácil resistir la tentación.

Tan sólo no pruebe ninguna estrategia nueva para lidiar con ello el próximo viernes 13. Porque ya sabe, eso traería mala suerte.







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