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COLUMNISTAS


Es hora de amar, no de odiar

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 08 julio, 2019


Es hora de armonizar y construir, no de reclamar y recriminar

Nacimos signados por la fraternidad.

La independencia la recibimos declarada en Guatemala, pero fueron nuestros antepasados quienes empezaron a construir nuestros la República y lo hicieron con basamentos de fraternidad. En 48 días aquellos 50.000 aldeanos y campesinos fueron capaces de acordar nuestra primera constitución, a la que visionariamente dieron el sobrenombre de Pacto de Concordia.

Aquella sociedad, bastante igualitaria para inicios del siglo XIX, empezó a edificar su vida en libertad recurriendo a la fraternidad.

Nuestra historia debe ser guía para la actualidad.

Enfrentamos graves males que se han acumulado: desempleo e informalidad crecientes; pobreza estancada; una economía ralentizada; un estado pesado, ineficiente y deficitario; una inseguridad amenazante. Sabemos que el futuro nos amenaza con graves retos cuyas soluciones hoy debemos prever: calentamiento global; un acelerado y disruptivo cambio tecnológico; el envejecimiento de la población y el desfinanciamiento de la seguridad social y la atención de la salud. No podemos rehuir el desafío de adaptar nuestros servicios de educación, salud y seguridad ciudadana para enfrentar previsoramente los problemas actuales y los que amenazan nuestro porvenir.

Estas circunstancias las debemos enfrentar con la solución costarricense: uniéndonos para enfrentar racional y armoniosamente los problemas del presente, previendo las dificultades del futuro y actuando con gran solidaridad, con amor cristiano entre nosotros.

No queremos el odio para nuestra pacífica y fraterna Costa Rica El odio solo es capaz de destruir, hasta la propia vida. Con claridad lo enunció el Che Guevara: “Por encima de todo debemos mantener vivo nuestro odio y realizarlo hasta el paroxismo. El odio como factor de lucha. El odio Intransigente contra el enemigo, el odio puede impulsar a un ser humano más allá de sus limitaciones naturales y convertirlo en una máquina para matar, fría, violenta, selectiva y eficaz”.

El odio se impone cuando algunos de los grupos, justa o irrazonablemente enfurecidos, recurren a la violencia y atropellan los legítimos intereses y los derechos de otras personas a quienes se impide la libre circulación y el ejercicio de sus libertades que el estado debe garantizar.

Con odio se quebrantan nuestras instituciones democráticas y el estado de derecho y no se construyen soluciones. ¿Cuáles son las alternativas que los grupos que se sienten agredidos proponen? Tantas como los diversos grupos afectados, y ninguna que sea una solución para los diversos temas, ni que pueda configurar una “voluntad general” para orientar al país.

Erradiquemos la furia y el odio.

El gobierno también debe cambiar de rumbo. Debe enfocar su atención en los problemas de desaceleración económica, desempleo e informalidad. Los académicos debemos abandonar la torre de marfil y enfrentar con realismo y objetividad los problemas más serios que enfrenta la nación, deseosos de asumir nuestras responsabilidades. Los políticos debemos ser constructivos y no tratar de surgir destrozando a los demás. Los servidores públicos deben entender las demandas del bien común y no solo sus intereses sectoriales. Los productores deben responder a sus retos de ser eficientes y competitivos. Los ciudadanos debemos ser tolerantes y razonables, y dominar nuestras pasiones y toda violencia material y verbal. Y todos debemos respetar los derechos de los demás.

Para construir soluciones edifiquemos como nuestros antepasados, con cordialidad, fraternalmente, con amor.




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