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En pro del Estado Social

Arnoldo Mora mora_arnoldo@hotmail.com | Viernes 20 mayo, 2016


 Preservarlo y consolidarlo es la única garantía para vigorizar nuestra democracia y poner las bases de ese futuro mejor con que sueñan las nuevas generaciones

En pro del Estado Social

El Estado es el monopolio de la violencia por parte de una institución pública de jurisdicción plena en un territorio debidamente delimitado, con el fin de evitar que la sociedad se autoelimine (Hobbes). Ese objetivo solo se logra mediante un acto político fundante, que Rousseau llamaba “contrato social” y que, en nuestra historia, lo fue “El Pacto de Concordia” (Diciembre de 1821). Gracias a Carrillo, Juanito Mora y los liberales forjamos, a lo largo y ancho del siglo XIX, el Estado-Nación. En la primera mitad del siglo XX se fue forjando el Estado Social. El Obispo Thiel, hijo de un líder obrero de la fundación católica Kolberg en Renania (Alemania) y que inspiraría la Primera Encíclica Social “Rerum Novarum” del Papa León XIII (15 de mayo de 1891), en su carta pastoral sobre EL JUSTO SALARIO (setiembre de 1893) esbozó lo que debería llegar a ser el Estado Social, afirmando que el Estado tenía el deber moral y legal de promover la justicia social como única manera de evitar el empobrecimiento de los trabajadores. Desde el punto de vista político, sería Félix Arcadio Montero quien, con la fundación del Partido Independiente Demócrata, pondría la lucha de clases como motor del activismo político. Ya a inicios del siglo XX, los más connotados intelectuales (García Monge, Omar Dengo, Billo Zeledón, Carmen Lyra) apoyarán las luchas de los sindicatos de inspiración anarquista, asumiendo con ello la confrontación ideológica.
Todo este trasfondo explica la posición enhiesta y visionaria del presidente Alfredo González Flores, quien en su memorable discurso ante el Congreso de la República, definirá el papel del Estado en materia social. D. Alfredo señala a los diputados lo siguiente: “Entre los proyectos que el Gobierno está elaborando, se encuentra el que imponga una contribución apropiada a las ganancias así habidas sin esfuerzo de parte del beneficiario, y a costa de la comunidad” (GONZÁLEZ Flores, Alfredo: SU PENSAMIENTO, Biblioteca Patria, Editorial Costa Rica, 1980, pg. 58). Este mensaje visionario de auténtico estadista fue, para desgracia y vergüenza de los costarricenses, lo que le valió dos años más tarde el golpe de Estado, que le propinó la cerril oligarquía criolla y, con ello, surgiría la tiranía de los Tinoco. Como patriótica reacción vendría pronto el levantamiento popular que llevaría al derrocamiento de ese oprobioso régimen. Producto de esta situación, surgiría la alianza entre los sindicatos y el movimiento socialcristiano que daría origen al Partido Reformista, liderado por el carismático General-sacerdote Jorge Volio.
Tales son los antecedentes que dieron origen a las reformas sociales de 1943, llevadas a cabo por la “alianza inverosímil” encabezada por el Dr. Calderón Guardia, Monseñor Sanabria y Don Manuel Mora y que, gracias al liderazgo de Don Pepe y al pensamiento de Rodrigo Facio, se plasmó en la Constitución de 1949 que hoy nos rige. Estas breves pinceladas, extraídas de nuestra historia, configuran al Estado Social como uno de los mayores logros de nuestro pueblo. Preservarlo y consolidarlo es la única garantía para vigorizar nuestra democracia y poner las bases de ese futuro mejor con que sueñan las nuevas generaciones.

Arnoldo Mora

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