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En busca de la estabilidad

Jonathan Prendas jonathan.prendas@gmail.com | Lunes 26 julio, 2021

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Jonathan Prendas

Diputado Nueva República

El préstamo con el FMI es una medida forzosa para evitar que el país se hunda más. Se trata de un salvavidas para que el gobierno no siga endeudándose internamente y para abonar algo a la histórica deuda que el Estado tiene con la Caja Costarricense de Seguro Social.

De los recursos que recibirá el país, $1.600 millones se usarán única y exclusivamente en el pago del servicio de la deuda, sustituyendo la fuente de financiamiento; es decir, con el préstamo, ya no habrá necesidad de recurrir al caro mercado interno.

En palabras sencillas, implica el mismo ejercicio que mucha gente ha tenido que hacer cuando las deudas comprometen seriamente su estabilidad: se trata de obtener un crédito con mejores condiciones, pagando menos, para saldar las deudas que originaron la crisis presupuestaria a fin de nivelarse un poco y tener dinero disponible para cubrir las necesidades.

El país no podía reaccionar de otra forma porque el PAC nos tiene al borde de la quiebra. Costa Rica necesita recursos, el FMI nos los ofreció con un bajo interés y a buenos plazos. Esto es lo que significa cambiar deuda cara por deuda barata, y en la situación en la que se encuentra Costa Rica, eso es un buen negocio: la deuda pública representa el 80% del Producto Interno Bruto de nuestro país.

Al obtener condiciones más favorables, se liberarán fondos para realizar inversiones y dinamizar la economía, lo cual deberá tener un impacto significativo sobre el empleo, la producción, los programas sociales, mejorará la confianza de la gente y de los mercados.

Nos servirá para frenar el deterioro de la imagen del país ante las calificadoras internacionales de riesgo. Una mala nota de estas entidades, implica menor inversión extranjera, daña nuestra reputación, afecta el costo del fondeo de los bancos y empresas en el exterior, condiciona el rendimiento de los eurobonos e incluso puede afectar el tipo de cambio.

Quedarnos con los brazos cruzados podría causarle más incertidumbre a los costarricenses, pues la crisis de inestabilidad económica afecta el costo de la vida, condiciona las ayudas sociales y hasta podría tener repercusiones sobre el pago de los salarios de los funcionarios públicos y los compromisos con los proveedores del Estado.

El préstamo no está ligado, necesariamente, a la creación de nuevos impuestos. Nueva República no apoya más tributos porque tenemos otras propuestas que van a lograr cumplir con los objetivos de Costa Rica y los requerimientos del Fondo: controlar el gasto, reducir el déficit fiscal y recuperar la confianza de mercados e inversionistas. Durante nuestro gobierno, insistiremos en estas medidas e implementaremos los planes que pongan a Costa Rica otra vez a caminar.

Por ahora, necesitábamos un respiro mientras se termina esta pesadilla PAC, que debe concluir el 6 de febrero del próximo año. Al día siguiente, esperemos despertar en un país con más esperanza, dirigido por líderes con conciencia y amor a la Patria. Será el tiempo para una Nueva República.









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