El suicidio lento del cigarrillo
Cada día mueren diez personas por padecimientos acarreados por el tabaco y cuatro de cada diez enfermos de cáncer tienen relación directa con el hábito de fumar
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 22 junio, 2010
Los costarricenses tienen características que los distinguen y, curiosamente, algunas parecieran contradictorias. En estudios que se han hecho, el país aparece como un lugar donde la gente es muy feliz. También se sabe que, como parte de su idiosincrasia, tiene un gran amor por la naturaleza, disfruta mucho de todo lo natural y está bien dispuesto a cuidarla y conservarla.
Sin embargo, curiosamente no ha tenido aún el cambio de actitud, tan necesario, en materia de adicción al tabaco. Aun amando tanto la vida y sintiéndose feliz, es decir, disfrutándola, muchos nacionales practican diariamente el fumado de cigarrillos, a sabiendas de que eso les va quitando poco a poco la salud hasta conducirlos a serias enfermedades que, por otra parte, ocasionan grandes sufrimientos antes de que llegue la muerte. Es decir, practican una especie de suicidio lento que será de gran sufrimiento al final.
Ni cambios en las leyes, ni las necesarias prohibiciones de fumar en sitios donde otras personas, no fumadoras, se verían muy perjudicadas al tener que respirar obligatoriamente el humo de los cigarrillos, son suficientes. Se necesita mucho más para modificar las escalofriantes estadísticas que arroja la Caja Costarricense de Seguro Social.
Cada día mueren diez personas por padecimientos acarreados por el tabaco. Cuatro de cada diez enfermos diagnosticados con cáncer tienen relación directa con el hábito de fumar.
Los jóvenes, los adolescentes y hasta niños fuman atrapados por esta nefasta adicción, sin detenerse a pensar el daño que se hacen a sí mismos y las enfermedades y sufrimientos que están preparando para su vida.
El presupuesto que empleó la Caja para tratar este mal alcanzó los $108 millones el año pasado (más de lo que costó el hospital de Heredia incluido su equipamiento).
Este aspecto de nuestra cultura debe cambiar. Debemos demostrar que además de un pueblo feliz somos uno inteligente y cuidamos la salud, el bien más importante que tenemos.
La responsabilidad de hacer el cambio es de los adultos. No debemos olvidar que no hay enseñanza más efectiva y segura que el ejemplo. Somos los adultos los responsables de que los adolescentes y jóvenes estén dilapidando su vida.