El racismo y la Copa Mundial de Fútbol
| Martes 08 junio, 2010
Los ganadores reales de la Copa Mundial serán aquellos quienes celebren y mantengan tanto en palabras como en acciones los valores del juego justo, de la competencia honesta, del respeto y de la tolerancia dentro y fuera del campo
El racismo y la Copa Mundial de Fútbol
La Copa Mundial de Fútbol comienza el 11 de junio. Esta es una ocasión oportuna para reflexionar sobre el hecho de que el deporte debe impulsar la cohesión social, juntar a diferentes culturas en una celebración de competencia sana y reducir la inseguridad, e incluso despreciar el hecho de que divide a los países y a las comunidades en las áreas sociales y políticas.
Una de las reflexiones fue la película “Invictus” que muestra cómo Nelson Mandela utilizó el rugby para calmar los conflictos potenciales y construir una identidad nacional común; y la elección de Sudáfrica, un país que renunció al racismo institucionalizado del apartheid, como sede de la Copa Mundial de Fútbol 2010 brinda tanto una oportunidad como una plataforma perfectas para renovar nuestros esfuerzos de combatir la discriminación en todas sus formas.
Como víctima del racismo y fanática del deporte, urjo a todos los que juegan o simplemente lo ven a que tomen la Copa Mundial como catalizador para pedir acción global en contra de la intolerancia y el racismo. Estos son azotes que afectan a un sinnúmero de mujeres, hombres y niños alrededor del mundo y a los que se debe retar en cada momento.
De hecho, el miedo, la intolerancia y la xenofobia pueden ser combatidos con valores diametralmente opuestos de un juego justo y de cooperación, que son centrales para equipos deportivos como los del fútbol. La Copa Mundial es, tal vez, la más alta expresión de la habilidad del fútbol para unir a millones de personas de todas las regiones del mundo en un propósito común y de dicha.
Sin duda, todos tenemos nuestro equipo favorito y deseamos que gane, pero no olvidemos que la Copa Mundial nos permite conectarnos con gente con diferente historia, cultura y tradiciones que de otra forma podríamos no conocer; como resultado de estos contactos, todos nos enriquecemos. Pero también permítanos estar alerta ante el racismo y otras manifestaciones de intolerancia que dañan al deporte, especialmente al fútbol, que elimina su mensaje positivo y que causa problemas.
Esto sucede generalmente cuando quienes apoyan a los equipos competidores utilizan comentarios intolerantes e incluso violencia para infamar y atacar a sus oponentes. Lamentablemente, incluso los jugadores están propensos a dichos comportamientos; los jugadores profesionales están obligados a mantener los estándares más altos de deportividad, tanto éticamente como bajo el código de conducta de la FIFA, el cual incluye disposiciones acerca de la no discriminación.
Al mismo tiempo, la Copa Mundial de Fútbol presenta una oportunidad única de maximizar el potencial de este deporte para educar a las circunspecciones en expansión y atraer el talento sin tener en cuenta el estatus social y la posición en la vida. Para muchos atletas pobres, el fútbol ha sido la salida de una exclusión infinita; sus logros han inspirado a otros a seguir su ejemplo. En cada sociedad, los y las deportistas exitosos son modelos cuyo comportamiento es examinado de cerca e incluso emulado. Las mentes jóvenes están especialmente influidas por mensajes tanto positivos como negativos recibidos de aquellos a quienes respetan, en especial de sus héroes deportivos.
Al final, los ganadores reales de la Copa Mundial de este año serán aquellos quienes celebren y mantengan tanto en palabras como en acciones los valores del juego justo, de la competencia honesta, del respeto y de la tolerancia dentro y fuera del campo. Pateemos la discriminación fuera del campo; tacleemos la exclusión; dejemos el racismo a un lado.
Navi Pillay
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos