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Viernes, 29 de marzo de 2024



EDITORIAL


El agro es la base de nuestra economía

La agricultura sirve de base para otros sectores mediante fuertes encadenamientos

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 14 mayo, 2011


Editorial


Cada 15 de mayo se celebra en Costa Rica el Día del Agricultor. La actividad agropecuaria ocupa el 32% del territorio nacional, representa el 16% de la producción nacional, genera empleo directo para 245 mil personas, e indirecto para 680 mil.

Entre las complicaciones que enfrenta esta actividad en el país, destacan la carencia de seguros para cosechas, difícil acceso al crédito, pobre transferencia de tecnología, ausencia de incentivos a la producción, debilitamiento de las instituciones que la atienden y carencia de planes para promover la competitividad.

Incluso, en febrero pasado, LA REPUBLICA alertaba sobre el golpe que representaba para esta actividad el impuesto que pagarían los campesinos por sus parcelas, al aumentar hasta en un 1.400% el valor de sus terrenos.

La presidenta Laura Chinchilla propuso una Política de Estado para el Sector Agroalimentario y el Desarrollo Rural Costarricense. Sin embargo, los productores expresan dudas sobre este plan en cuanto a la procedencia de los recursos y cómo serán ejecutados, así como los plazos y quiénes serán los beneficiarios.

La agricultura no constituye una actividad aislada, sirve de base para los otros sectores mediante la absorción de mano de obra (principalmente no calificada), generación de divisas, uso y conservación de recursos naturales; producción de capital para inversión, y muy especialmente, a través de fuertes encadenamientos con el comercio y servicios financieros, o con el transporte y almacenamiento, por citar algunos.

Por esto, la agricultura siempre ha sido una actividad estratégica en el desarrollo de naciones e imperios.

Sin embargo, en las últimas décadas, un modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones y en la industrialización indujo a pensar que Costa Rica podría imitar el éxito de países desarrollados.

Así, la agricultura dejó de constituir el motor de nuestra economía.

Mientras en Costa Rica la valoración del agro decaía y recibía un apoyo limitado, en naciones desarrolladas el respaldo a la actividad se expresaba en la asignación de crecientes subsidios.

Esto demuestra que la producción del agro ha sido siempre un requisito para el desarrollo de cualquier economía.

Es hora de que el gobierno cuantifique en su justa dimensión la contribución de la agricultura a la economía.

Ya sea ante la amenaza de una oleada de alzas en los alimentos, o bien por la creciente cotización de bienes para generar biomasa, el Estado debe garantizar la seguridad alimentaria. Algo que, además, contribuye a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.










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