El Programa Macroeconómico
Ecoanálisis Consultores mercadeo@ecoanalisis.org | Martes 05 febrero, 2019
Quiero destacar cuatro aspectos relevantes del Programa Macroeconómico aprobado por el Banco Central: crecimiento, inflación, tipo de cambio y tasas de interés.
Crecimiento. ¿Se equivocó el Banco Central al pronosticar originalmente una tasa de crecimiento del PIB de un 3,2% para 2018? Mi opinión es que no. Mejor dicho, no necesariamente. Sabemos que en el nuevo Programa Macroeconómico se indica que la producción el año pasado probablemente cerrará alrededor del 2,7% una vez que se obtengan las cifras definitivas (el Imae de diciembre ni siquiera ha salido); también sabemos que en el último trimestre hubo una alta generación de empleo (aunque, al crecer la fuerza laboral dispuesta a trabajar el desempleo aumentó) por lo que, al final, podría no andar tan divorciada de la proyección original. Lo que ninguno de nosotros sabíamos (ni siquiera los técnicos del Banco Central) es que en el segundo semestre estallaría una huelga del sector público de grandes proporciones (mal manejada inicialmente por el Gobierno) y que la situación política de Nicaragua se deteriorara al punto de afectar el comercio con ese país. Esos dos factores restaron 0,5 puntos porcentuales al PIB. Yo agregaría un tercer factor: el “ruido” causado por el denominado “hoyo fiscal”, la conminación oficial de que sin reforma tributaria caeríamos en el abismo y la temprana liberación del tipo de cambio antes de tener amarrada la estrategia macroeconómica. Todos esos factores causaron tanta zozobra que deprimieron el consumo y la inversión; si no, las estimaciones se habrían cumplido. Como dije en otra ocasión, todo nuevo gobierno tiene una curva de aprendizaje.
También es cierto que la producción, medida por el Imae, se venía ralentizando desde inicios de 2018 y que, a futuro, dos factores nuevos incidirán negativamente: el impacto diferido de la reforma tributaria (cuyos efectos se sentirán particularmente fuertes en 2020 y 2021 y la pérdida de dinamismo de la economía mundial. Pareciera que el ciclo expansivo está llegando a su final.
Inflación. Yo me alegro mucho de que el BCCR haya mantenido la tesis de que controlar la inflación es —y debe ser siempre— el principal objetivo del Banco Central. Durante la presidencial de Olivier Castro las metas de inflación se bajaron al 3% (+ - 1 punto porcentual) y eso fue un gran avance, sobre todo porque algunos economistas abogaban por una mayor inflación y por modificar la Ley Orgánica para poner en un plano de igualdad controlar la inflación y bajar el desempleo.
Otro aspecto a destacar es la posición algo optimista del Programa Macro de que la inflación se mantendrá dentro de las metas a pesar del ajuste cambiario observado y las expectativas, así como la incorporación del IVA al IPC. Yo me inclino a pensar que, en 2019, la variación de precios talvez se ubique más cerca del rango superior (4%), siempre y cuando no se deterioren más las expectativas por eventos imprevistos. Si la tasa de inflación subiera o amenazara con subir, el BCCR tendría que aumentar las tasas de interés para mantener sus metas
Tasas de interés. Son, digamos, la principal variable de ajuste del Banco Central. Casi todos los colegas coincidimos en que las tasas de interés subirán o, por lo menos, se mantendrán en los niveles elevados actuales, pues el desequilibrio macroeconómico se mantiene alto (a pesar de la aprobación de la reforma fiscal), y la apuesta de Hacienda y el Banco Central de que la Asamblea aprobará definitivamente los $6 mil millones de emisión de eurobonos resulta un tanto dubitativa. Quienes hemos transitado por la escabrosa senda de la política sabemos que, en el Congreso, nunca hay nada seguro. Bien podría suceder que aprueben un monto menor o sujeto a recortes adicionales.
Tipo de cambio. En mi opinión, el ajuste cambiario ya se dio. Punta a punta, el tipo de cambio varió un 6% en 2018, a pesar del descenso en el crédito y los precios del petróleo. Y si se analizan las cifras de balanza de pagos, no vemos un desequilibrio que amerite mayores ajustes, siempre y cuando se mantengan las cifras proyectadas oficialmente. Según el BCCR, el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se financiaría holgadamente con entradas de capital público y privado y sobrarían más de mil millones para que el BCCR acumule reservas. Si no ocurriera nada extraordinario, como, por Ej., cambio en las expectativas, el tipo de cambio debería mantenerse relativamente estable, con variaciones estacionales y, sobre todo, bajo la influencia del monto que se apruebe finalmente en la emisión de eurobonos.
Jorge Guardia Q.
- La visión del autor no necesariamente refleja la opinión de Ecoanálisis
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