El país que queremos
Shirley Saborío shirley.saborio@cpc.cr | Jueves 18 octubre, 2018

Tenemos como país varias semanas de estar sumidos en un debate sobre lo que somos, a lo que queremos, lo que tenemos derecho y lo que los demás deben hacer por nosotros. Hemos escuchado a algunos decir que dejen de comparar entre unos y otros, porque no somos iguales. Se habla de derechos y nunca de responsabilidades ni de consecuencias. Hemos presenciado los debates más ilógicos y faltos de coherencia de realismo y técnica económica, con argumentos más pasionales que financieros. Debates que manifiestan los altos niveles de ignorancia, por no decir mala fe, que no distingue entre profesionales ni clases sociales.
Y esta dura realidad, entre algunos que creen que hay ciudadanos de primera y de segunda categoría, entre quienes se escudan en la autonomía para defender privilegios y despilfarros, no es más que una clara evidencia de que urge un debate político sobre la sociedad que queremos. Hace muchos años un grupo de costarricenses dibujó el país que querían y del que somos hijos. Pero es hora de revisar el modelo. Es hora de repensar el país en el que queremos vivir, de definir cuáles deben ser los ejes esenciales para una sociedad que garantice el bienestar de su población, definir qué significa esto y cuánto cuesta esta definición. Porque no es de recibo que se sigan defendiendo feudos cuando los contribuyentes somos los mismos. Tampoco es de recibo que haya partidos políticos que eviten su responsabilidad, que solo se opongan y no propongan.
La crisis no discrimina, la sufrimos todos, pero en particular las personas con ingresos más bajos. En este sentido, es urgente la aprobación de este plan como un primer paso para ordenar la casa. Y no significa que es perfecto, significa que es necesario. Nos afecta a todos; directa o indirectamente. Y así debe ser. Porque estamos discutiendo cómo pagar la fiesta de la que gozaron algunos ayer, no de la fiesta de mañana. Lo que es claro es que a esa fiesta están invitados algunos, pero la factura la pagamos todos. Es hora de que definamos si esta discusión la vamos a seguir posponiendo y dejar que sean terceros que vengan al auxilio los que impongan sus condiciones para evitar la quiebra como país. Como dice un líder empresarial extranjero; nos parecemos más a Puerto Rico y menos a Estonia.
Afortunadamente, en estos días también hemos sido testigos de una enorme responsabilidad de muchas personas que reconocen que el país atraviesa por una difícil situación y que se puede empeorar con los días si no hacemos algo. Y una importante mayoría de diputados entre ellos, de los que se espera una coherencia absoluta y una madurez política frente a los desafíos no del gobierno, sino del país.
También es cierto que Costa Rica cuenta con un importante sector privado que es quien mueve la maquinaria de las exportaciones, la producción, el empleo y las inversiones. Que paga impuestos, cargas sociales y genera oportunidades; y que requiere señales correctas para poder seguir creciendo. Y en este sentido, valga la oportunidad para ponderar la responsabilidad de quienes hoy ocupan las sillas del equipo económico del gobierno, porque este problema se debe enfrentar de inmediato, porque los costos de no hacerlo siempre serán mayores.
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