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EDITORIAL


El país debe exigir madurez política

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 11 agosto, 2008


Editorial


Aunque lo que más necesita el país es la acción atinada, eficaz y pronta del gobierno en múltiples aspectos de la vida nacional que se encuentran en situación de crisis, la política electoral pareciera que ya hizo su entrada a escena.

Varios nombres suenan ya entre la ciudadanía como posibles precandidatos a la próxima contienda electoral y esto no es una ocurrencia infundada de la gente, sino el resultado de declaraciones dichas queriendo o como sin querer por personajes del panorama político del país.

La realidad, aunque no debería ser así, es que la campaña político electoral ya se inició, 18 meses antes de que se termine el actual periodo.

Ante esto, es necesario reflexionar en que Costa Rica ya ha sufrido lo suficiente como para que su población alcance una mayor madurez cívica y comience a exigir a los posibles precandidatos y candidatos algo más que una retórica poco fundamentada en datos concretos.

Si bien es cierto, cada candidato tendrá que explicar, como lo hacen siempre, cuál será su plan de gobierno, ya no se vale que vuelvan los intentos de hacer promesas para conquistar votos.

Los costarricenses deben reflexionar mucho sobre el hecho de que tienen en sus manos el poder de exigir a los futuros candidatos planteamientos serios y para que puedan acreditarse ese calificativo deberán dar detalles concretos al país sobre sus intenciones.

Para que una promesa de acción tenga seriedad, deberá ir acompañada de informes sobre con cuánto presupuesto puede llevarse a cabo y de dónde saldrá su contenido económico.

Ya es hora de que los costarricenses tengan claro que ningún plan de gobierno por excelente que parezca posee importancia si no se sustenta en un presupuesto nacional destinado a llevarlo a cabo. Lo demás, de nuevo, son solo promesas vacías de campaña.

Costa Rica merece ya gobernantes decididos a llevar a cabo en la práctica, no solo en el discurso, el cambio necesario para tener un aparato estatal donde prevalezcan la honestidad, la eficacia y el profesionalismo al servicio de un proyecto país que ponga al día el retraso indiscutible que la nación viene arrastrando en los principales aspectos como infraestructura, salud, seguridad y educación, entre otros.







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