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El hechizo de la capacidad de carga turística en los parques nacionales

Jon Kohl writer@jonkohl.com | Viernes 26 mayo, 2023


JC


Jon Kohl

Profesor

Universidad de Costa Rica

Como si alguien hubiera vertido una poción de amor en el café del Gobierno de Costa Rica, surge el hechizo por la capacidad de carga turística (CC) en los parques nacionales —la idea de poder calcular el número máximo de visitantes diarios de un parque antes de que le causen daño—. Así se evidencia: los expertos esgrimen fórmulas "objetivas" que producen un número mágico para legisladores y gestores de parques, el cual se puede aplicar sin tener que dar más explicación al público sobre la gestión de los visitantes.

El amor por CC ha llegado a tal punto en Costa Rica que la Sala Constitucional, ante el sobreturismo y los reclamos dirigidos al Parque Nacional Manuel Antonio, le ordenó el 12 de mayo al SINAC, empleando otro cálculo objetivo de CC, que redujera la cantidad diaria de visitantes de 3000 a 1120 para salvaguardar la biodiversidad. Esta decisión de sustituir un número por otro muy distinto muestra lo vulnerable de la CC y hace cuestionar su efectividad.

Originalmente, los agrónomos utilizaron la idea de CC para calcular la cantidad de ganado que podía soportar un pastizal sin ser degradado. De forma análoga, los gestores de parques adaptaron luego la idea para calcular el impacto de cada turista sobre el suelo, la flora y la fauna y en otros turistas. Sin embargo, esta receta sufre varios problemas. Para empezar, requiere de consultores caros para calcular una cifra que rara vez se monitorea y ofrece una única solución odiosa: la de limitar el acceso al público, lo cual, obliga a los administradores a ignorar o manipular su propia CC —como en el caso de Manuel Antonio— a fin de acomodar la creciente presión turística.

La capacidad de carga presupone que todas las personas tienen exactamente el mismo impacto; que este impacto está sujeto a varias ecuaciones lineales que pueden dominar la complejidad de los parques y predecir el comportamiento de sus visitantes; que el cierre del parque es la única medida del administrador una vez alcanzado ese número; que el número no necesita actualización; y lo más fundamental: que los administradores pueden evitar los impactos turísticos solo con el uso de la CC.

El concepto de la capacidad de carga turística en nuestras áreas silvestres protegidas no funciona. Quizá porque las personas son más complicadas que cabezas de ganado. Todos los visitantes causan un impacto, aunque sea mínimo, en los recursos naturales, las instalaciones y otros visitantes. Aunque el hechizo sigue potente en América Latina, en la literatura sobre parques, surgen nuevos enfoques. La cuestión no es cómo evitar este impacto, sino cuánto impacto estamos dispuestos a tolerar.

La metodología alternativa de los Límites del Cambio Aceptable reconoce que los impactos son inevitables y que la cantidad de cambio o daño aceptable es una decisión subjetiva que debe negociarse entre científicos, administradores, turoperadores, vecinos y turistas, pues todos se aferran a diferentes criterios sobre "cuánto impacto" aceptan.

Otras metodologías se han utilizado en Estados Unidos. Por ejemplo, seis instituciones del gobierno que gestionan las áreas protegidas en ese país combinaron, en 2016, sus diversos enfoques para gestionar visitantes bajo un único modelo. Esto reconoce que el mundo es demasiado complicado y las decisiones dependen de criterios tanto subjetivos como objetivos y no un solo número para atender las múltiples necesidades de proteger un parque frente al turismo.

De esta forma, en lugar de contratar a costosos consultores para que calculen el "número correcto" a partir de ecuaciones mal fundamentadas, este nuevo modelo también genera un número temporal o límite de visitantes en un sitio, pero lo hace con base en tipos e intensidades de actividades turísticas, capacidad de manejo, condiciones deseadas por los diferentes actores y prueba y error. Asimismo, monitorea estas condiciones y predefine medidas correctoras cuando se acercan a esos límites. Como el público participa en la elección de las condiciones deseadas, los parques gozan de un mayor apoyo para su gestión.

Aunque un nuevo paradigma tampoco garantiza una solución sencilla a la complejidad del sobreturismo, sí desplaza el hechizo de un número mágico a las condiciones y experiencias que, en realidad, deseamos en nuestras áreas silvestres protegidas. Así que, mientras más pronto se le pase el hechizo al Gobierno por la CC, y explore un nuevo enfoque, surgirán mejores condiciones para nuestros parques nacionales y sus visitantes.








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