El COVID-19: La expresión acabada de la Muerte...una luz en la oscuridad
Wilberth Quesada wquesada@abogados.or.cr | Miércoles 22 abril, 2020
Ciertamente la actual pandemia afecta en forma muy negativa prácticamente todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Los medios de comunicación, presenciales y virtuales, se desbordan con artículos, presentaciones, reportajes y demás, acerca de esos efectos negativos, los cuales involucran la intervención de expertos y autoridades de un amplísimo espectro del conocimiento, sin dejar de lado el sinnúmero de noticias –reales, falsas o exageradas-; correos electrónicos, comentarios, notas y demás, que inundan las diferentes redes sociales, los que tienen, como común denominador, referirse cabalmente a esos efectos negativos, a estrategias de la más diversa índole para enfrentarlos, así como a expresiones que las personas exponen ante esa pandemia y la medida por excelencia para enfrentarla: el aislamiento social.
Desayunamos, merendamos, almorzamos, cenamos y hasta soñamos con esa enfermedad…ni qué decir en el café de la tarde y, en general, en cualquier momento, con quien estemos y adonde estemos…incluso, solos, esa enfermedad se ha encarnado como la Muerte misma, con todo y su guadaña. Sí, ese simple paquete microscópico de material genético, ha venido a ocupar el sitial del terror mismo –del miedo cerval- en una sociedad que, en particular en Occidente, había dejado de lado cualquier expresión del miedo, relegándola a edades, culturas o sociedades “no evolucionadas.”
Y no es exagerado lo que digo: basta ver lo que ocurre en distintas latitudes: desde los países más ricos y avanzados del Mundo, hasta aquellos muy pobres: las historias, los relatos, sobre la devastación que ese flagelo ha causado, están construyendo toda una etapa en nuestra civilización; una etapa de miedo que, con todo y que se afirma que no durará mucho, ha sido suficiente en tan pocos meses para liquidar la precaria –o mucha- tranquilidad que casi todos los habitantes del planeta disfrutaban antes de esa enfermedad. Simplemente, destrozó todos los sistemas o, en el mejor de los casos, los golpeó muy intensamente, “aprovechándose” de que, como nunca, somos una sociedad híper relacionada, en la que, en muchos casos, un pequeño daño, un atraso mínimo en una entrega…hasta un simple mensaje por cualquier red social, pueden tener efectos en millones de personas y por millones de dólares, tanto positivos como negativos (un ejemplo de ello son los tweets de Donald Trump.) Ese ha sido el medio fácil del que esa pandemia “se ha servido.” Si bien soy consciente que hay mucho morbo y exageración en el manejo del COVID-19, tan bien es cierto, que es muy claro el antes y el durante del mismo-: daños por doquier.
Afortunadamente, no faltan las expresiones de diversa naturaleza que se enfocan en buscar, propiciar y promover, formas para enfrentar esos efectos y hasta burlarse de ellos, muchas veces como verdaderos medios de escape, pero, incluso, como manifestaciones de personas que luchan por ver la luz en medio de tanta negatividad, dolor y miedo que el COVID-19 impone a escala global.
No solo me refiero al ejercito de héroes que a diario enfrentan ese mal y que permiten, incluso a costa de sus vidas y la tranquilidad de los suyos, salvar tantas vidas o, buscar una cura o, por lo menos, acompañar a aquellos cuyos cuerpos no pudieron más y, por las características de esa Muerte, no podrán contar con la presencia de sus familiares y amigos. De estos héroes tenemos enormes cantidades en todo el orbe. Tampoco me refiero únicamente a aquellos que, con el mismo riesgo, incluso mayor, permiten que la economía no colapse absolutamente porque aseguran las cadenas globales, nacionales y locales, de suministros y servicios de todo tipo; o aquellos que hacen posible que las instituciones políticas y civiles esenciales funcionen, aunque sea en grado mínimo o disminuido. También de estos titanes sobran, por ventura. Igualmente, no me quedo únicamente en aquellos que, de manera institucionalizada y, hasta espontánea, en los planos religioso y espiritual, apaciguan las almas de todos nosotros, y nos brindan esa necesaria esperanza para seguir adelante a pesar de todo, o de aquellos que blindan a los más vulnerables con alimento, techo, medicinas, protección contra abusadores y demás. Tampoco hablo de los padres y madres que se afanan todos los días por protegerse y hacer lo propio con sus hijos…sin importar que, al salir a sus trabajos, “el enemigo” asecha y no puedo, o no tengo, medios para enfrentarlo. Aludo a todos ellos y a cualquiera que, de manera incluso anónima, te puede hacer reír, distraerte, soñar…a la miríada de artistas de todo género que, desde ya, están desafiándolo en su imaginación y en las obras que preparan, o están dando a conocer a su público, por pequeño o grande que sea…ellos son la luz en la oscuridad que posibilitan sobrellevar la catástrofe y exorcizarán esa Muerte arrebatándole hasta su guadaña.