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COLUMNISTAS


Despilfarro de recursos públicos

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 17 julio, 2009



Despilfarro de recursos públicos


El ver como se despilfarran los recursos públicos en cantidades astronómicas y que no pase nada… o casi nada, provoca impotencia y rabia. Estamos habituados a que los medios de comunicación nos estén mostrando decisiones de jerarcas públicos en que se comprometen irresponsablemente miles de millones del erario nacional. Veamos algunos casos que aparecen en las últimas semanas.
El Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) invirtió más de ¢1.000 millones en la construcción de un centro para adictos. Ahora que iniciaron sus operaciones, la Municipalidad de San Pedro está a punto de clausurarlo porque el plan regulador no permite edificios mayores a 500 m2 de extensión. La Municipalidad había advertido al IAFA de la imposibilidad de esa construcción, pero el Instituto fue a la Procuraduría y esta le dio la razón. Luego algunos vecinos presentan un recurso ante el Tribunal Contencioso Administrativo y este revoca la decisión.
El Banco Mundial informa que cada año desperdiciamos $460 millones, es decir, ¢270 mil millones, en pagos excesivos en el sistema de compras utilizado por las instituciones públicas. Esta desgracia nacional se deriva de no tener una política de Estado al respecto. Cada una de las 200 mil familias pobres de Costa Rica podría recibir más de ¢1 millón por año si dejamos de botar este dinero.
La Caja de Seguro Social toma parte de los recursos del fondo de pensiones para préstamos hipotecarios y tiene más de ¢1.000 millones incobrables, tasas excesivamente altas de morosidad y un deficiente control de pagos. ¿Es así como se administran los fondos de los asegurados?
El Colegio de Ingenieros detectó que el 28% de las casas construidas con bonos de vivienda no calificaba para este beneficio. Los infaltables vivillos están haciendo fiesta con estos bonos, con becas del programa Avancemos, subsidios del IMAS… en parte por los débiles sistemas de control y, como lo indican el Banco Mundial y el BID, porque los programas de protección social carecen de continuidad en su administración, falta coordinación y casi no tienen seguimiento y evaluación.
Si buceamos más profundo, no hay duda que nos encontraríamos con muchos tesoros: la Comisión de Emergencias (¿qué pasaría con las investigaciones?), las históricas piñatas del IDA, las malas decisiones de entes estatales en sistemas informáticos millonarios en dólares y que nunca sirvieron, concesiones mal hechas, … ¡Cuántos problemas gordos y persistentes podríamos resolver si solo les entráramos en serio a estas enfermedades del sistema!
Este es un “desafío país” que se viene arrastrando por décadas y cada año el problema se agudiza. Si no lo enfrentamos con fuerza, nuestro avance será lento, seguiremos despilfarrando millones de dólares, mientras por otra parte nos endeudamos y creamos más impuestos. Nunca habrá un sistema perfecto, pero podemos aspirar a sistemas modernos y a contar con gerentes idóneos.

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