Desde que empezó fue leyenda: no esperanza
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 02 diciembre, 2019

El “muchacho del pelo mirando al cielo” falleció. El mejor futbolista de los Panamericanos México 1956, calificado así por el cotizado director técnico argentino, Guillermo Stábile, murió.
Se nos fue el máximo goleador de esos Panamericanos, lauro que compartió con un monstruo del fútbol mundial: Enrique Omar Sívori; curiosamente, a los dos les decían “cabezones”.
Murió Cuty Monge: lo de Jorge Hernán queda para los registros. Desde su primer partido con el Saprissa, el 24 de enero de 1954 ante el Cartaginés, su nombre de guerra fue Cuty Monge, el monaguillo de la iglesia de Desamparados que después de reforzar al juvenil del Saprissa en una mejenga de barrio, pasó a jugar con el primer equipo morado, aquel inolvidable primer equipo morado: Herrera, Murillo, Cuty, Saningo y Rubén. ¡Vaya delantera!
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Cuando la Selección Nacional derrotó a Chile 2-1 en aquellos Panamericanos, Cuty entró caminando al marco chileno con el gol del triunfo, después de que se bailó en pila a toda la retaguardia suramericana, incluyendo al legendario portero Misael Scutti, quien quedó tendido en el zacate, solo para ver pasar enfilado a la red, a aquel prodigio de solo 18 años de edad.
Se acrecentaba la leyenda de los “Chaparritos de Oro”, maravillosos futbolistas que tuvimos la fortuna de disfrutar en la década 50-60, quienes hicimos los estudios primarios y secundarios. Cuando Cuty debutó, este columnista estaba en quinto grado, de manera que lo “disfrutamos” a todo gas, durante la época secundaria en pleno.
Y, entrecomillo eso de que lo disfrutamos, porque siendo de los 13 a los 17 años, fanáticos del Alajuelense, nos tocó sufrir y comer uñas en los viejos coliseos de la época, mirando a Cuty Monge, mirada pegada al zacate y el balón pegado a sus botines, hacer diabluras frente a las retaguardia enemigas.
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Transitar por encima o por debajo de zonas defensivas en las que usualmente pasaba la bola, pero no el jugador, lideradas por recios zagueros como Vivo Quesada, León Alvarado, Quico Chacón, Nelson Morera, Mario Murillo, Max Villalobos y muchos más, requería del talento, picardía, el pique, explosividad, la técnica en el remate, condiciones que le sobraban al “muchacho con el pelo mirando al cielo”, que nos acaba de dejar.
Gracias, Cuty Monge por tanto y tan bello fútbol que nos regalaste. Los colegiales de los años cincuenta jamás te olvidaremos.
gpandolfo@larepublica.net
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