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Dell muestra por qué Bernanke es impotente

Bloomberg | Miércoles 24 noviembre, 2010


Michael Dell, fundador de la empresa informática Dell Inc.
Al invertir tanto en China, Michael Dell, fundador de la empresa informática Dell Inc., no hace más que operar según lo que más conviene a los accionistas. La economía de China superará a la estadounidense para 2020. Bloomberg/La República


Las sospechas de que las medidas de la Reserva Federal no salvarán a los Estados Unidos suelen basarse en cosas que suceden en Tokio. Round Rock, Texas, puede ser un mejor lugar para observar.

Es ahí donde tiene su sede el imperio de computación que Michael Dell creó en 1984. Al tiempo que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, inyecta un nuevo estímulo a la economía, espera animar a las empresas a contratar, gastar y contribuir a evitar una segunda recesión.

Ya no es tan simple. En septiembre, Dell Inc. vendió $1.500 millones en deuda a tres, cinco y 30 años. En informes ante organismos reguladores, Dell dijo que esos ingresos estaban destinados a “gastos de capital, anticipos a o inversiones en nuestras subsidiarias y adquisiciones de compañías y activos”. Nueve días después, Dell dijo que gastará más de $100 mil millones en China durante los próximos 10 años.

Dell dice que el dinero que reunió no se usará fuera de los Estados Unidos. Sin embargo, es difícil no atar cabos y preguntarse qué piensa la Fed que logrará al inundar los Estados Unidos de efectivo, buena parte del cual se filtrará al exterior. Eso significa estimular a los países en vías de desarrollo de Asia y otros lugares más que a Estados Unidos.

Hay dos motivos por los que la generosidad de la Fed es mala para Asia. El primero ha recibido mucha prensa: el torrente de dinero agrava el riesgo de un recalentamiento. El segundo merece más atención: los Gobiernos asiáticos pueden abrigar la falsa convicción de que su región es inmune al mal que aqueja a Occidente.

La internacionalización de la Fed es algo que se ha venido desarrollando desde hace 20 años. Cuando México se derrumbó a mediados de la década de 1990, los operadores desde Tokio hasta Nueva York esperaron que la Fed rescatara los mercados. Cuando Asia entró en crisis en 1997 y en ocasión del impago de Rusia en 1998, los mercados volvieron a recurrir a Washington. La Fed calmó a los inversores y el crecimiento de los Estados Unidos aumentó.

Eso fue entonces. Un giro inesperado de la globalización es que la poderosa Fed ha quedado reducida a realizar experimentos monetarios para ver qué es lo que funciona. Una ronda de flexibilización cuantitativa para alentar el crecimiento por aquí, otra por allá. Y así se sigue.

Las cosas han llegado a tal punto, que el ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, que es tan responsable como cualquiera de la crisis del crédito, ahora dispara contra la Fed de Bernanke. El revuelo respecto de las tasas de interés de los Estados Unidos hasta ha hecho que la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, se dedique a vigilar a la Fed.

Todo eso tiene un efecto esquizofrénico en Asia. Por un lado, hace que los inversores se sientan como en 1996. Está ingresando más dinero a los mercados que el que puede usarse de forma productiva. Recordemos que en 1997 las cosas terminaron mal.

(William Pesek es columnista de Bloomberg News. Las opiniones que expresa son personales.)

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