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COLUMNISTAS


Del CAFTA al T-MEC

Óscar Álvarez Araya oalvarezcocr@gmail.com | Jueves 30 noviembre, 2023


EL CAFTA

La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA-DR) el 1 de enero de 2009 marcó un hito significativo en la política comercial costarricense. Se trató de un gran logro multilateral de un comercio regulado pero a la vez más libre y abierto que favoreció la atracción de inversiones.

Este tratado, desarrollado en 22 capítulos que incluyen temas desde acceso a mercados hasta medio ambiente, ha sido uno de los principales instrumentos comerciales para Costa Rica, destacando a Estados Unidos como su principal socio comercial, turístico e inversor extranjero directo. La legislación costarricense se modernizó, especialmente en áreas como propiedad intelectual, seguros y telecomunicaciones, mientras se establecieron mecanismos para garantizar la efectiva aplicación de la legislación laboral y ambiental.

En la última década (2010-2019), el comercio bilateral con Estados Unidos experimentó un crecimiento anual promedio del 4,1%, representando el 39,9% del comercio total de Costa Rica en 2019. Este robusto intercambio incluyó exportaciones como dispositivos médicos, piña, yuca, entre otros, y un aumento significativo de la inversión estadounidense en sectores como la industria, servicios y turismo, evidenciando la relevancia continua del CAFTA-DR en la dinámica económica del país.

En 2019, se registraron inversiones estadounidenses por un total de US$1.912,2 millones, marcando el monto más alto de la última década y subrayando la importancia de las relaciones comerciales entre ambas naciones. Además, las reuniones de los comités técnicos a lo largo de 2019 reflejaron un compromiso continuo con la implementación y administración efectiva del CAFTA-DR, estableciendo planes de trabajo conjunto para avanzar en los temas de interés mutuo.

El CAFTA busca promover el comercio, las inversiones, los empleos y la cooperación económica. Sus objetivos originales incluían la eliminación de barreras comerciales y la facilitación del intercambio entre los países participantes. Sin embargo, diversos factores, como avances tecnológicos y cambios en la economía global, motivaron la necesidad de una actualización del tratado para abordar desafíos emergentes.

DEL TLCAN AL T-MEC

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) experimentó una evolución significativa con la transición a su sucesor, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

El T-MEC modernizó disposiciones comerciales y reglas de origen, adaptándose a la realidad económica contemporánea. La inclusión de temas como la economía digital y la propiedad intelectual refleja la necesidad de abordar cuestiones no contempladas ni en el TLCAN ni en el CAFTA. Además, se enfocó en mejores condiciones laborales, fortaleciendo los estándares en este ámbito.

El análisis detallado de cómo estos cambios afectan a sectores clave revela dinámicas de transformación en la agricultura, manufactura y servicios en cada país. Las proyecciones económicas a largo plazo destacan la estabilidad y el crecimiento esperados, aunque las reacciones del mercado ante las modificaciones iniciales fueron variadas.

El T-MEC incorpora cláusulas que buscan garantizar mejores condiciones laborales, representado un avance notable respecto al TLCAN y el CAFTA. Además, se abordan preocupaciones medioambientales con medidas específicas, marcando un compromiso más sólido hacia la sostenibilidad.

COSTA RICA AL T-MEC

Recientemente, un grupo destacado de congresistas estadounidenses lidera la promoción de una mayor interacción con Latinoamérica, enfocándose en acercamientos comerciales, y su atención se centra directamente en Costa Rica. Los senadores Bill Cassidy y Michael Bennet, representantes de distintos partidos políticos, coinciden en que desde los años 60 del siglo XX, bajo el Gobierno de John F. Kennedy, Estados Unidos carece de una política integral hacia América Latina.

En una exposición durante un panel convocado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en la cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas (APEA), ambos senadores abogaron por una visión de interacción económica que incluya a algunos países en tratados comerciales. Aquí es donde la idea de que Costa Rica se una al Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) toma fuerza, según lo expresado por Cassidy, quien considera a Costa Rica como un "excelente candidato".

Ambos senadores creen que la inclusión de Costa Rica en el T-MEC no afectaría negativamente a Estados Unidos, Canadá y México, que son los miembros del tratado. Por el contrario, esperan que esta incorporación tenga un impacto más positivo en los países vecinos.

Bennet resalta la oportunidad de aprovechar el cambio de destino de las empresas, señalando la disminución de inversiones en China y sugiriendo que se podrían aumentar las inversiones en el hemisferio. Es decir que Costa Rica podría aprovechar mejor la tendencia actual hacia el “near shoring” si fuera parte del T-MEC.

En el ámbito político, destacan un raro consenso bipartidista en Estados Unidos sobre este tema, abriendo una oportunidad para dinamizar la integración económica en la región.

Este impulso coincide con la formalización del T-MEC en 2018, como una modernización del TLCAN que unió a los países de Norteamérica desde los años 90. La intención de Costa Rica de unirse al convenio, iniciada en 2022, comienza a ganar apoyo en sectores clave de la política estadounidense.

El T-MEC sienta las bases para el futuro del comercio regional, destacando su adaptabilidad a cambios globales. A pesar de los desafíos iniciales y las controversias, el acuerdo se implementó el primero de julio de 2020, y desde entonces, hemos observado cómo las empresas mexicanas se están adaptando para cumplir con la nueva normativa que requiere más inversiones en todos los sectores.

Eliel Amaya, International Trade & Indirect Tax Partner de Baker Tilly, destaca que el T-MEC llegó en un momento crucial. La tendencia de buscar nuevas rutas comerciales originada por la pandemia ha permitido a México consolidarse como un destino apropiado para reubicar centros de distribución regionales y la producción de empresas enfocadas en nuestro continente y podría aplicar para Costa Rica.

El uso de la tecnología ha sido fundamental como aliada para lograr eficiencia operativa. Las empresas han buscado avanzar hacia una mayor eficiencia, incluso evaluando el punto de inflexión que permita optimizar las inversiones en el contexto del T-MEC.

Un tema para la reflexión sería preguntarse si la eventual inclusión de Costa Rica al T-MEC significaría su salida del CAFTA o si el país podría jugar en las dos ligas: CAFTA y T-MEC.

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