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Debacle manuda más allá de Nicolás Dos Santos

Walter Herrera wherrera@larepublica.net | Martes 24 abril, 2018




Sin interés alguno por defender el puesto del técnico Nicolás Dos Santos en el banquillo rojinegro o absolver de la culpa por el planteamiento táctico y cambios en la segunda mitad del Clásico, Alajuelense se dejó empatar por sus propios errores y virtudes de un equipo morado con sangre y talento ofensivo.

La hombrada que consiguió el Saprissa al empatar un 3-3 en La Catedral es de aplaudir y ponerse de pie. Unos minutos más en el tiempo de reposición y los morados hubieran sacado tres unidades del Morera.

Sin embargo, se asegura a ciencia cierta, que toda la responsabilidad recae en los hombros de su técnico Nicolás Dos Santos.

Si bien pudo influir en el desarrollo del juego y desestabilizar el balance del equipo, hay muchos más villanos en esta serie.

Al marcar el reloj el minuto 71 se da la llamada “pifia” del técnico al sacar a Garrido e ingresar a José Luis Cordero pero 11 jugadores no pueden regalar un partido en 20 minutos.

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De este juicio se salvaron muchos. La falla de Pemberton en la segunda y tercera anotación, los regalos de Meneses en salida y las “chiquilladas” de McDonald y Salvatierra para nombrar algunas.


Ahora, los tantos del Saprissa no llegaron por el medio campo o con balón dominado del rival, sino por desatenciones y “horrores” específicos de los mismos jugadores manudos.

El descuento de Moura es un fallo de marca de Porfirio López, deja a su marca de lado y el defensor tibaseño ingresó con frialdad para marcar de cabeza.

Con Garrido o sin él, la anotación tenía culpable y responsables, además de una virtud del central del Saprissa.

El segundo gol de la visita es un espanto de Cristopher Meneses, quien hasta hoy no ha sido señalado culpable por el segundo gol morado.

Meneses en su desesperación por despejar un balón lo regala donde el “librito del fútbol” lo prohíbe; al centro. El despeje queda en pies de Ariel Rodríguez y este sirve a David Ramírez solo por el centro. Meneses en su intento por recuperar la posición llega tarde y además golpea a su arquero para tumbarlo al piso y dejarle el marco desguarnecido a Ariel para el 2-1.

El único culpable, Cristopher Meneses.

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En el empate de la gloria morada, Alajuelense mantuvo un bloque sólido en defensa con cinco defensores y tres más cubriendo el medio campo.

El terreno rojinegro era un fortín, aunque desde el borde del círculo de medio campo, Barrantes lanzó una plegaria para buscar alguna cabeza amiga, este terminaría en un despeje manudo que caería en los pies de Colindres y a partir de ahí se dieron una serie de eventos desafortunados.

Un “arrollado” de Colindres terminaría en la cabeza de Moura quien cabecearía en la esquina más lejana del portero Pemberton.

Alajuelense hizo un buen trabajo por tramos, especialmente en el primer cuarto de hora del segundo tiempo. Supo esperar y golpear en el mejor momento, conociendo la capacidad en medio campo de su rival, quien lo supera en calidad y tiempo de trabajo.

El empate señala al banquillo rojinegro pero no es ahí donde se gesta la novela épica del Monstruo que con sus movimiento tácticos también supo apresar al León.

Ahora el técnico rojinegro tendrá que trabajar la motivación de sus jugadores y levantarse para ir a Guápiles y mantener viva la esperanza de buscar una final.


 







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