Datos, privacidad
Juan Manuel Godoy Pérez jmgodoy@consortiumlegal.com | Miércoles 20 enero, 2021
“Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”
El Zorro al Principito
El abrumador uso que se hace de la tecnología ha llevado a que ya no sea solo el corazón el que puede ver bien. Los propietarios de tecnología pueden ver casi todo aunque sin duda nunca tendrán la capacidad de ver lo que el corazón si puede. Aplicaciones de citas, cámaras que se prenden sin consentimiento, acceso a fotos posiblemente utilizadas para hacer detección facial detrás de divertidas tendencias en redes sociales, imprudentes voice notes que circulan buscando fugaces minutos de fama, muchos otros lugares son igual de comunes. La paradoja de la privacidad: nos preocupan nuestros datos pero nos comportamos como si no hubiera tal preocupación.
Algo gastada se encuentra aquella frase de que cuando el producto es gratis, el producto eres tu. Sin embargo termina siendo así. Los datos personales, individualizados y no anonimizados son utilizados no solo para detectar objetivos publicitarios a la medida sino para, y quizá es lo más preocupante, moldear caracteres y temperamentos humanos, exacerbar pasiones, multiplicar distancias, levantar muros y monetizar amores.
Parece claro que la protección de datos personales no puede ser un ejercicio que quede únicamente en la conciencia de cada persona. Si no quiere que lo vigilen, no se meta a la aplicación diría alguien. Simplemente por los efectos en red que la gran mayoría de esas plataformas tienen la decisión de no usarlas tiene reales limitaciones en su efectiva aplicación.
Resulta también algo romántico afirmar que a nivel tecnológico puede darse una competencia sobre la privacidad como un estándar adicional para cautivar al público. Buen precio, buena calidad, ingredientes sanos y además nuestro compromiso de no invadir su privacidad parecen ser combinaciones publicitarias poco usuales para bienes y servicios. Que el peso de la protección de datos caiga sobre el empresario que los puede utilizar ciertamente es una posibilidad que puede llegar a ser tan masiva como las reglas de comercio justo. Un tema relativamente nuevo que requiere una concientización especial que genere un balance entre empresa y derechos humanos, modalidad del ejercicio del derecho que se viene desarrollando con alcances cada vez más diversos. ¿Debe ser esto una ventaja competitiva o solo reflejo del cumplimiento de una obligación regulatoria?
El tema de protección de datos, como muchos otros , debe necesariamente ser regulatorio. En días pasados la Superintendencia de Industria y Comercio en Colombia abrió a Facebook una investigación para determinar si las nuevas reglas de privacidad de Whassapp violaban los derechos a la autodeterminación informativa de los colombianos. Cuando se generó la noticia sobre tales nuevas reglas, muchos usuarios bajamos Telegram y Signal. Yo no lo he ejecutado todavía. ¿Cuál ha sido la reacción de las restantes agencias protectoras de datos? De Prodhab no se conoce pronunciamiento alguno.
Siendo Goliat tan grande en cualquier momento un golpe de David lo desestabiliza. Ha sido público el análisis que por parte del gobierno de los Estados Unidos se ha venido haciendo a los cuatro grandes por prácticas contrarias a la libre competencia. ¿Y que hay de los datos? Siguiendo a Costa Cabral en su magistral “paper”, si el análisis de competencia se traslapa con la valoración de la protección de datos, ¿se permitirá que los datos sean monetizados como el nuevo petróleo o se les privilegiará con el sagrado alcance de derecho fundamental?
Si el COVID ha fortalecido la idea de que la familia está, los amigos están, los vecinos están, los compañeros de la oficina están, la señora de la pulpería está y el núcleo esencial de la vida está, es fundamental más que nunca que lo esencial se proteja y siga siendo invisible a los ojos.